lunes, 24 de agosto de 2020

“LA MALA HORA”

 

 

 

“LA MALA HORA”
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor Caribeño

 

Bien clarito me lo dijo mi mamá de crianza, mijo Sico, no te dejes coger la noche por esos caminos, siempre hay gente que quieren hacer la maldad, me cogió la noche en el arrozal de madre de Dios, me puse a jugar bolitas de uñita con unos amiguitos que vivían en unas parcelas cerca de la roza de mi papá, como iba perdiendo la mitad de una media de calzado, tenía que recuperarlas, además la luna estaba bien clara, mi persona corría bastante, era como si fuera volando bajo, la luz del playón no iba a perseguirme porque no era el día de ella salir, el toro candelillo estaba en la placita acompañado del ganado, caballos, burros y mulos, todos ellos cimarrones, solo había un gran peligro, el tigre de la placita que acechaba por la vía del cantil, por allí venia yo.

Llené mi media de calzado, de canicas, dije no juego más y cogí camino, pasé por el cementerio de San Roque y debajo del palo de mango frondoso que había en el centro, con la mirada del ojo izquierdo vi un bulto negro que me llamaba, las orejas se me pusieron pesadas y aligeré el paso, ya a distancia del cementerio volví a mirar de reojos pero con el ojo derecho y no vi nada, por recomendación de papá Ye, oraba mentalmente y rezaba el padre nuestro, el credo y el ave maría, todos esos rezos me los enseño mi profesora la niña Cristy, después de media hora de camino venia lo bueno, la entrada al pueblo, los solares vacíos llenos de monte, donde pastaban en la noche criaturas imaginarias de mi mente.

Como venía a pies descalzos y con un pantalón mocho, sin camisa porque a los jóvenes de esa época, estaba prohibido usar pantalones largos y camisas manga larga, eso era para los hombres adultos, la charca de agua que corría desde la ceja y venía a dar a la hermosa chambita, estaba a reventar, agua a la cintura supere en cinco minutos el paso, después venia la esquina y primera casa de mi Pariente Berania Cadrazco, esquina con el patio de la niña Matilde Buelvas seguido la casa de la Familia Hernández Gómez, con un súper patio, seguido un solar sitio predilecto del Toro Candelillo, cuando llegue a esa dirección, observe, óigase bien No miré, Observé una sábana blanca, blanca que se levantaba en punta hacia el cielo, ya llevaba como dos metros de altura, ahora si se me espelucó el cabello como puerco espín, me faltaba superar la placita, empujar con el hombro la puerta principal y caer a mitad de la sala, pidiendo auxilio, no sé cómo lo hice pero llegué, cuando escucho en ese solar un estropicio como cuando se caen al piso de cemento mil platos de loza encarrados uno sobre el otro.

Alcancé a decir  “Hay mi Madre”, la respiración se me acortó, las canicas se regaron en el suelo, mi mamá en mitad de la sala orando para que se desapareciera La Mala Hora. Eso a acompañado de un regañón, fue lo que oí cuando me pusieron un trapo con alcohol en los huecos de la nariz. Al día siguiente, cuando salió el sol, fui a inspeccionar el sitio, a ver si había pedazos de platos de lozas esparcidos por el lugar de los acontecimientos, pero no, todo estaba normal.