sábado, 25 de enero de 2020

EL ESPEJO DE LA VIDA (Relato)





EL ESPEJO DE LA VIDA (Relato)
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Me acerqué al espejo de la vida,, queriendo ver mi rostro después de muchos años, cuan sorpresa me llevé, había una figura masculina de buen porte, sonrisa y animo de vivir, igualito a mi persona Me dijo hola Francisco como estás, le dije muy bien, quien eres tú, soy tu conciencia tu yo, el doble de tu vida, estoy aquí para cuidar de tus actuaciones, darte consejos, guiarte por el buen camino para que seas prospero ecuánime y seguro, creíble, honesto, sociable y familiar. Hajaa y donde estabas tu durante este tiempo de mi vida?.  Bueno después te cuento. Le dije, no así no son las cosas, explícame de donde saliste y porque ahora que estoy relajado en mi hogar, en descanso y tranquilidad interna y la que se puede en la Sociedad.

Dije que bien, lo único  que te pido es que no estés pegado a mi déjame tomar mis propias decisiones y crecer en la vida. Dicho esto me aleje del espejo ya consiente a que había alguien que se preocupaba por mí, de verdad me sentí seguro, esa figura era mi doble, háganse de cuenta que era mi alma gemela Ernesto, un hermano que me dejó mi progenitora para que no estuviera sólo en la vida.

Ese día que apareció la figura en el espejo viví las veinticuatro horas confiado de todo lo que se dijo y se imaginó, porque la mente no solo convierte el pensamiento en palabras, también las pone a actuar y a tomar decisiones que pueden favorecerte como también perjudicarte.

Al día siguiente que vuelvo al espejo, esperé media hora a ver si la figura de Ernesto aparecía y podíamos conversar sobre una decisión que estaba craneando ejecutar, poner en práctica, pero fue en vano, me dije para mí mismo, este tipo va a salir falcioni, como todos los hermanos de sangre que suman dieciséis, enseguida apareció y dijo no pienses eso de mi, solo que estaba desayunando porque voy  a salir a ejecutar un proyecto de vida que te concierne y que voy a ser tu asesor.

Estaré a tu lado en cada paso que des, serviré de puente cuando no te des cuenta del hueco que dejo una rejilla de hierro que los vándalos se llevaron, caminare adelante dos pasos antes de los tuyos, vámonos que el camino es culebrero, llegamos  al objetivo, una calle larga llena de barro amarillo, con un tráfico de buses que cogían una curva a los quinientos metros, miré. observé y concluí que esa era la calle que en mis sueños recorro todas las noches de mi vida, allí a mitad de cuadra había una joven blanca pecosa en todo su cuerpo, cabello rojo bajita, a decir verdad no era que me gustara, sino que me causaba admiración por su pigmentación y su cabello, no más. Pero durante estos cuarenta y cinco años que han pasado no me he podido sacar de la mente su silueta, como tampoco la calle en donde vendía lotería a mis diecisiete años.

Ernesto me dijo te traje a aquí para que te olvides de ese pasado que aunque no fue tormentoso siempre te acompaña y no te deja llegar a la fase tres del sueño, ahora vamos para las calles de Barranquilla un poquito después de ser policía Nacional de Colombia. 

Llegamos a la calle treinta y cuatro con carrera cuarenta y uno, o sea Paseo Bolívar con Progreso, allí fue donde el patillero lo atropelló un camión y le partió las patillas que según dice Roberto Solano el compositor de esta melodía, eran rojitas como el corazón, pero del susto del camión se volvieron amarillas, bueno en ese sitio Ernesto me recordó que mis sueños eran vestido de Policía, por no quemar el siclo de esa carrera que interrumpí para ingresar a la familia del Banco dela República, me dijo acuérdate que aquí fue donde el mayor Figueroa te cogió uniformado de policía y con bigotes, cuando la institución no lo permitía, también aquí fue donde encontraste al juglar vallenato Juan Polo Cervantes Juancho Polo, lo llevaste al hotel San Nicolás y pagaste de tu bolsillo la noche de descanso del  compositor de Alicia Adorada.

Fase tres: ahora me dijo Ernesto vamos para la villa, específicamente para la placita, sitio de tu niñez y la mía, porque a decir verdad, yo nací cinco minutos después que tu cogiste aire en tus pulmones y mi tía Josefa Pía Cadrazco Calderón García te estampó una palmada en tus nalgas arrugadas y en vez de llorar, dijisteis una mala palabra mental que solo yo tu hermano gemelo escuché.

Aquí en la placita llegamos a los cuatro meses de nacidos porque nuestra progenitora estaba trabajando en una casa de familia en corozal y no nos podía atender, ese día que llegamos como tú eres más llorón que yo, dabas gritos porque tenías hambre y ya la teta no estaba, te empujaron un tetero de agua de panela y te quedaste dormido, fue pasando el tiempo y vinieron por mi(Ernesto) y mis hermanas Aida y Arelis y nos fuimos para ayapel córdoba, lo siento mi gemelo pero era una decisión que no aceptaba pero la tenía que cumplir, acuérdate que a los menores en esa época nos mandaban hasta a dormir temprano sin chistar.

Sé que se te partió el alma al vernos partir, y ya serian dos veces que se te parte y por eso estoy de nuevo a tu lado para compensarte esa ausencia sentimental, pero no la de Rafa Manjarrez.

Bueno mi hermano Ernesto lo que si te puedo decir es que durante tu larga ausencia, me volví boxeador, torero banderillero, bailador, monaguillo y seminarista, vamos por parte: Boxeador, porque en la Escuela Primaria todo el mundo a mi alrededor me querían pegar por mi pequeño y fornido cuerpo, ellos pensaban que teníamos la misma edad, pero no, solo que a mi me adelantaron dos años durante mis estudios primarios y no me dejaba pegar.

Por la supervivencia y manutención de mis dos padres, que no los voy a llamar adoptivos, porque fueron mis padres y punto, buscaba unos cocos, unos gajos de cuatro filos viches, los tamarindos y mangos del patio de la niña mañe Cárcamo, los huevos de las pava, eran cosas insignificantes que ni se daban cuenta.

Torero, banderillero, en los playones de la villa, porque veía la valentía de esos profesionales y los billetes de a pesos con el águila volando que le tiraban al torero por su faena en la corraleja, bailador, no más en la placita hacían los fandangos con dos bandas de música de veinticinco componentes humanos, que se escuchaban en san roque, esa música me cala el alma, el cerebro y me agita el corazón, además tenía cabida a coger y tratar de tocar esos instrumentos porque los integrantes de la banda 12 de octubre de caimito, eran primos de mi progenitor.

Monaguillo, bueno vi la forma de educarme y a la vez servir a Dios en la tierra de la maldad, del paraíso terrenal, ayudar a mis padres hasta que el creador viniera por ellos, ya metidos en la vejez.

Se me concedió llegar al seminario en horas de la tarde, porque el párroco no soportaba la calilla del joven andando por los techos de la iglesia, manejando la camioneta Powell sin saberlo hacer y ect, ect. Pero eran travesuras de joven, tenía un buen comportamiento en mi hogar y en general, todavía hay paisanos que me recuerdan en la Villa. Interrumpe Ernesto, “O sea que tu ibas a ser Sacerdote”, si le contesto, quiso soltar una carcajada con la boca entre abierta y se le salió la baba, eso por burlarse de mi persona. Le dije ya veo que sacaste la casta Cadrazquera, burlones todos ellos.

Para mi, Francisco Javier, la placita donde me crié sin ti hermano gemelo Ernesto, era el lugar más hermoso de la tierra, a pesar de mis restricciones de la supervivencia humana, la carencia del mínimo vital para sobrevivir, pero nunca me hizo falta mi Dios, personas valiosas de mi entorno general de la placita, y mis visas Díaz Pérez del puerto,  fueron mis benefactores  y eso no lo voy a olvidar porque para mí, hermano gemelo Ernesto en tu ausencia fueron mi familia.

Allí en esa placita donde llegaban y pernotaban durante la noche los animales cimarrones como vacas, toros, mulos, burros de cuatro patas, el famoso toro candilillo, en donde había una bomba de substraer agua de la tierra, ya inservible, solo aprecian las lombrices gigantes todas las mañanas a alimentar a las gallinas, pavos y patos gansos, en donde mi mente recordaba a los difuntos a media noche y me hacía correr de la sala al único cuarto  donde dormían mis padres del puro miedo notaba  la presencia del difunto al frente de mi hamaca, y me iban a coger.

Respondón y renuente a hacer mandados a la tienda, más cuando iba era a fiar los alimentos, siempre me decía mi querida madre, “te va a salir el diablo por tus malcriadeza”, pero al fin iba, lo considero justificable, porque no eran groserías, hacia parte del pechiche y el amor que me tenían y no perjudicaba la tranquilidad de mi hogar, también recuerdo mi hermano gemelo Ernesto cuando se formaban los fuertes nubarrones en el firmamento y el cerro corcovado anunciaba, avisaba que iba a caer un fuerte aguacero, me preparaba para surcar el arroyo que corría de los lados de san roque, pasaba debajo del palo de hicaco macho, donde caía a media noche una totumita de oro con que se bañaba la diosa villera, su recorrido hasta tirar sus aguas a la chambita, después de pasar por un cayo de yuca Sahagún, rasquiñosa y llena de culebras, hormigas y demás, pero eso no impedía a que cinco jóvenes bien fornidos, acostumbrados a nadar  llegáramos sanos y salvos a la laguna de la chambita, después de esquivar alambres de púa en su recorrido.

Huy Ernesto te cuento de lo que te perdiste, habían en mi casa unos palos de mango, uno de coco y otro de níspero y por ultimo uno de mango de rosa, como el mico mono aullador, recorría sus ramas y con navaja en mano iba comiendo frutos fresco y alimenticios que me daban fuerza a continuar la vida. También en el patio había guineos, habichuelas, berenjenas, guisantes, ñame tumba, naranjas marañones, guanábanas, limón y marañón.

Después a los siete años cumplidos me acerque a la iglesia, donde los curas españoles y comencé a ayudar en la misa y me fui quedando hasta los diecisiete años, porque ellos los curas se iban del país unos y otros cambiaban de sede, pero buscaron a mi progenitor y no apareció, estaba en Venezuela, no hubo aval jurídico para salir del país. 

Durante ese tiempo mantuve a mis padres con su ayuda, aquí entra a mi vida la novicia  de veintidós años  Clara Rosa Álvarez, ella fue mi luz en el camino desierto y espinoso para un joven sin futuro, recuerdo  que habló con el Obispo Eloy Tato Losada, español, para que me dieran el alimento diario y el de mis padres, yo comía con ellos donde las monjas y todos los sábados llegaba a mi hogar una caja con provisiones del programa Care. Desde entonces mis zapatos no estaban rotos, con suela  de cartón, vestido nuevo, cariño y amor para complementar el de mi humilde hogar, una escuela de valores y sentimientos que me hicieron crecer y creer en la vida.

Cuando tu no estabas mi querido hermano gemelo Ernesto, evidencie lo que es un dolor de la puya de raya, barbul y bagre blanco, vendí pan, lotería y trabaje en un taller de mecánica, el dinero de mi trabajo lo recogía mi progenitor disque para alimentar a la prole de hermanos que tenía, con el tiempo mi hermano gemelo Ernesto, me entere que mi plata cogía otro rumbo distinto y dije hasta aquí, de ahora en adelante sigo con mis proyectos de vida, porque no me voy a estancar, nací para ser útil a la Sociedad. De aquí en adelante te toca leer el Libro Huellas en el transcurrir de la Vida, relatos de mi autoría, escrito en el año 2011.

Un día apareciste tú en mi espejo de vida, no te conocía porque me abandonaste siendo un niño, sin uso ni razón, llegue un domingo a visitar a mi progenitora, a quien le agradezco haberme traído a este hermoso mundo de los humanos, y pregunte por cada uno de mis dieciséis hermanos, y ella de raza indígena me contestaba que Ernesto viene, esa palabra Ernesto me hizo retroceder en el tiempo y vagamente recordaba que yo no nací solo y que existía la posibilidad a que Ernesto fuera mi hermano Gemelo, porque dos cuerpos del mismo orden de ADN, se atraen, callé en el momento, pero seguí maquinando en la mente ese nombre, deseaba que el Ernesto se me apareciera en el espejo de murano que colgaba en la pared de mi casa, en donde la hacía sombras y muecas a la vida.

Fue un domingo de carnaval barranquillero donde conocí a mi media naranja y todavía después de treinta y tres años, la cargo en mi bolsillo como una leontina de coca colo o bacán de la vida, ella, llamada poéticamente Katherine estaba presente en casa de mi progenitora el día que llegó de nuevo a mi vida, mi querido hermano Ernesto.

Preguntándole a mi Progenitora por mis hermanos de sangre ella me respondía que Ernesto viene (O sea que ahorita viene), fue el momento preciso para conocer a mi hermano Gemelo, el del espejo de mi vida, él,  Ernesto, mi hermano imaginario  está aquí en mi vida,  en mis canciones, en mis poesías, en mis cuentos, en mis aciertos, triunfos, sabores y sin sabores, en mis caminos y en mi ser.

Por ultimo Espejo de mi vida, te delego en compañía de mis hijos y nietos, para que cuando mi persona física, en tiempo y espacio, ya no esté, multipliques a los crédulos e incrédulos  y familiares, que existieron dos  seres Gemelos con mente de loco, muy parecidos a Miguel de Cervantes Saavedra, pues nacieron  el mismo día 23 de abril, a las 22:15 pasado meridiano, en la calle San José, en San Benito Abad Sucre Colombia, que narraban poesías y cuentos, escribían canciones y libros de la historia familiar. No pretendo aparecerme en el espejo de la humanidad, seguiré de incógnito, hasta que la historia cultural de mi pueblo se refleje como agua cristalina en ese gran espejo de la vida y diga, aquí nació un Escritor.

Seguidores de los escritos, los cuentos, las poesías y hasta de los cantos de vaqueria,he leido de: Gabriel García Márquez, Juan Gossain, Manuel Zapata Olivella, Candelario Obeso, Orlando Falds Borda, David Sánchez Juliao, Urbano Raúl Gómez Jatin, José María Vergara Contreras, Guillermo Valencia Salgado (Compae Goyo), Manuel Narciso Jiménez, Cristo García, Álvaro Carrasco, Inis Amador Paternina, Alexandra Adress Guzmán, Jorge Marel, José Carrasco Cumplido, Oscar Flórez Tamara, tu tío Aureliano Arroyo Díaz y muchos más ilustres personajes que van brotando de esta fértil tierra mi estimado hermano Imaginario Ernesto Cadrazco Díaz, todos ellos nacidos como tú y mi persona, en el triángulo de la Inteligencia Innata. Ves Ernesto de lo que te perdiste.

lunes, 13 de enero de 2020

PURRIANGA Y LA NOCHE QUE CAYÓ UN AGUACERO DE QUESO



001.- PURRIANGA Y LA NOCHE QUE CAYÓ UN AGUACERO DE QUESO (Premio Nacional de Cuentos y Fabulas)
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano



Purrianga, es una expresión verbal,  que en el lenguaje español, no significa nada, es una expresión oriunda de nuestra Costa Atlántica (Salamina,  Magdalena), es un dicho, al igual que otras como Asiando, Asioco,  vasioco y muchas más,  vienen a enriquecer el  vocabulario Cultural de nuestros pueblos del Caribe Colombiano.

Agripino Pulido Púa, (Purrianga), hijo de una familia acomodada, que no quiso estudiar en sus años mozos, diferente a sus hermanos que llegaron a la Universidad, siendo hoy Médicos, Odontólogos y Abogados.

Purrianga era la expresión favorita de Agripino, que con el tiempo sus paisanos se olvidaron de su nombre y ahora es conocido popularmente como PURRIANGA.

Después de los años de abundancia, a la familia Pulido Púa le llegó la escasez, debido a que por el pueblo ya no pasaban vehículos con carga y pasajeros hacia Pivijay y Fundación, el puente Pumarejo y la nueva carretera acabaron con el comercio y el empuje de esos pueblos rivereños, sumidos al abandono y la pobreza absoluta.

Purrianga, se ganaba la vida en el puerto de Salamina, comerciando y guiando a los turistas que llegaban todos los días, también le gustaban las faenas del campo, manejaba tractor, un Land Rover Santana (Español), y un Camión viejo llamado Canadá por su marca, el cual tenía el timón del lado izquierdo. Hacia PIN y llantas de  madera,  para desvarar los carros.

Era mecánico empírico, aprendió desarmando y armando el Land Rover y tractores, pero le faltaban las letras, se desenvolvía con su vocabulario rebuscado, se bebía sus tragos y era pleitista, no lo podían mirar porque se abalanzaba a trompadas con el que fuera y no fuera.

Ya entrado en años y sin la presencia de sus padres, Purrianga decidió ir al colegio,  a ver si podía aprender algo, siquiera leer un periódico y los letreros de las tiendas del pueblo, pero había un pero, le tocó en el salón de clases con sus hijos y los amigos de sus hijos, que a cada rato se burlaban de él, solo fue a clases unos meses, después se dedicó a cortar leña en el monte.

Fue un día de esos buenos donde el sol sale más temprano, que Purrianga se tomó su tinto endulzado con panela de hoja, encendió un tabaco negro, ensilló su mulo bayo y partió con la bendición de su esposa y la sonrisa de sus hijos (10) a cortar la leña, a mirar las trampas de conejo que había armado el día anterior y a pescar en la orilla del rio grande de la Magdalena, en la tarde traía el sustento para sus hijos.

Ese día mi Dios le envió a Purrianga la misericordia divina, una avioneta que venía tan bajita y con un ruido ensordecedor, una estela de humo negro invadió el sector y un paquete envuelto en polietileno cayó muy cerca al sitio donde se encontraba Purrianga.

Sigilosamente tomó el paquete, lo metió en su mochila tejida con pencas de guácimo, amarro diez conejos que habían caído en las trampas y se montó en su mulo rumbo a su casa a contarle a su esposa lo sucedido con la avioneta y el misterioso paquete que llevaba.

Tan pronto se bajó del mulo le dijo a su mujer:

-Mira Anita lo que te traigo, una avioneta pasó rozándome el sombrero concha de coco y me tiró  este paquete.
La curiosa e inteligente mujer desarmó el paquete cortándolo con una tijera barrilito con la que se ganaba la vida cosiendo.

Eran  unos fajos de billetes verdes que nunca en su vida habían visto, tenían un olor a cogollo de hoja de mango de rosa (dólares Americanos), la mujer los guardó debajo de un petate donde dormían los diez hijos apiñados.

Pensando la mujer en la ignorancia de Purrianga, sobre el hallazgo del dinero, que ella no pensaba devolver, porque esa era su futuro y el de sus hijos, en la noche cuando su marido se encontraba dormido y cayendo un fuerte aguacero, se levantó, picó en cuadritos cinco libras de queso que eran  para el desayuno y los regó en el patio de la casa.

Cuando muy temprano se levantó Purrianga y se asomó al patio vio el queso regado y llamó a su mujer diciéndole:

-Mira Anita anoche cayó  un aguacero de queso.

-La inteligente mujer mentalmente dijo, ya se comió el cuento.

A los pocos días  volvió Purrianga al monte, ya lo estaban esperando dos hombres de muy mal carácter que le preguntaron por el paquete, él les dijo:

-“Purrianga”  el paquete, mi mujer lo tiene allá en la casa, de inmediato lo subieron a la fuerza al  mulo y lo condujeron a su casa.

-Al llegar, le dijo a su mujer:

"Purrianga", mira Anita  ellos son los dueños del paquete, me estaban esperando allá en el monte.

Anita presentía que esto iba a suceder y negó la existencia del paquete:

-Cual paquete de que me hablas purrianga, señores no le paren bolas porque él está un poco mal de la mente, y le daba vueltas a su mano derecha apuntando con el dedo índice a la altura de su oído.

-Purrianga insistía: Ajá Anita  ya no te acuerdas, fue el día que yo me retiré del colegio, es más esa noche cayó un aguacero de queso.

Los señores al oír tan desproporcionadas expresiones, con una edad entrada en los sesentas y en el colegio, además caer un aguacero de queso, eso rayaba en la demencia, se secretearon entre los dos y concluyeron que ese señor estaba demente,  dieron media vuelta y se marcharon.

Hoy los Purriangas, gozan de un buen estado económico y sus hijos están estudiando en las Universidades, su esposa tiene un gran almacén en el pueblo, pero Purrianga sigue arraigado en pronunciar su apodo, anteponiéndolo a cualquier expresión que va a decir en su léxico.

Ahora en el pueblo de Salamina, Magdalena,  lo llaman “DON PURRIANGA”.


LAS HORMIGAS




  1. 47.- LAS HORMIGAS

Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano


En la Ronda de la placita, del barrio El Prado, en San Benito Abad Bolívar, a finales de la década de los años 50, don Rafael Gazabon, se sentaba en una bomba vieja, de donde sacaban agua con una manigueta de un pozo llorado, y nosotros los niños y las niñas de esa época, hacíamos una circunferencia a su alrededor o al derredor.

Todas las noches de verano, cuando la luna estaba alumbrando con todo su fulgor, las estrellas la acompañaban, paseándose de una casa para otra y los astros del firmamento jugueteaban con ellas.

Dios te guíe, Dios te guíe, para que no fueran a coger otro rumbo y caer en el inmenso mar de nuestro globo terráqueo, o de pronto en tierra firme  y se acababa este mundo que para nosotros estaba comenzando.

Nos hablaba don Rafa cosas interesantes sobre algunos animales. Que desde pequeño sus padres le enseñaron, y que nosotros los niños, debíamos tomar como ejemplo para guiarnos en esta  larga vida que nos esperaba.

La discusión giraba sobre insectos, y don Rafa se expresó de este modo: ** “Vivía yo en una finca. Un día que fui a dormir la siesta, debajo de una ceiba, cuando ya estaba dormido me despertaron millares de pinchazos que sentí en todo el cuerpo.

Había sido atacado por un ejército de hormigas, formado por pequeños soldaditos, que hacen la guerra a otras hormigas, y que cogen prisioneros que convierten en esclavos.
Figúrense ustedes, corrí hacia el rio, me lance a él y, ahogando al ejército que me atacaban, gane la batalla.

Y, a propósito de las hormigas, he de contarles cosas muy interesantes. Esos pequeños insectos que construyen túneles subterráneos, en donde viven y guardan sus alimentos. Allí almacenan la comida para el invierno.

Ustedes comen pan, ¿no es verdad? ¡Pues las hormigas también lo comen! Tienen panaderos y panaderías. En los hormigueros hay hormigas esclavas encargadas de recoger ciertas semillas, que muelen masticándolas. Amasan la harina que resulta y hacen panes y pastelitos que cocinan al sol; cuando están listos, los guardan en sus subterráneos.

Pero, no solo tienen panaderías, sino también vaquerías. En ellas crían sus vacas, una especie de pulgones, a los que pastorean, y de los que extraen la leche.
En el otoño, grandes manadas de estos pulgones son conducidas a los establos subterráneos de las hormigas.

Todavía hay algo más:  las hormigas reciben algunas visitas, a las que aprecian mucho; son cierta clase de grillos, a los que atienden con mucha cortesía y obsequian con pastelitos y leche.
En fin, estos pequeños insectos hasta perfuman su casa: cuando en ella hay mal olor, van en busca del escarabajo, le rascan la cabeza, y este despide un perfume muy agradable.
Como ustedes ven, amigos míos, la Naturaleza tiene muchas cosas dignas de conocerse. Todos los seres de la Tierra, si quieren librar su sustento y conservar su vida, necesitan realizar los trabajos adecuados para ello.

Claro está, no quiere esto decir que todos los animales deben realizarlo en la misma forma; cada cual lo hace de acuerdo con sus facultades y el grado de su desarrollo **.
Tomen esto como ejemplo y cuando estén grandes, apliquen las fórmulas de las hormigas, en beneficio de todos los seres vivientes, y pensantes que somos los humanos.
"No hay lugar de almacenamiento en beneficio de un particular, mientras los demás personas sufren de escasez.
Miraba la luna y determinaba la hora, ya son las nueve de la noche, vamos a casa antes que llegue el toro candelillo a dormir en la placita, en ese momento se escuchaba un muuuuuuuuuu, y no quedaba un alma en la placita, solo el temido Candelillo y sus docenas de vacas que lo acompañaban.
Que hermoso cuento, este de las hormigas, no quiero retroceder el tiempo que llevo de vida, en este hermoso mundo que me ha permitido crecer en conocimientos mas no en estatura, me quede pequeño, solo recordar, y decirle a don Rafa Gazabon, que la mayoría de sus cuentos y fabulas, se han multiplicado, como la verdolaga en tierra fértil, cuando las ciénagas de la villa, las abandona la creciente del río San Jorge.
Las cosechas de la vida, se almacenan para cuando hay escasez, luego se reparten entre todos, este es un acto divino, que quien lo realiza, Dios lo premia y se le hace más llevadera la vida".


** Fragmentos adaptados, del Sembrador Colombiano, libro cuarto de lectura.







CRIOLLOS, PIRATAS Y FILIBUSTEROS-LA BATALLA DE LA CIÉNAGA DE GUARDARAYAS




  1. 45.- CRIOLLOS, PIRATAS Y FILIBUSTEROS-LA BATALLA DE LA CIÉNAGA DE GUARDARAYAS

Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

La piratería en el mar Caribe adquirió gran auge en el último tercio del siglo XVII. En 1682 un sencillo pero culto campesino, Bernardo Rodríguez, residente en Cartagena, envió al rey una carta que es fiel reflejo de la desazón y el desamparo experimentados por los españoles americanos en esa época en los puertos del Caribe.
Esta desolada y al mismo tiempo altiva misiva recoge el pesimismo reinante entonces en las Indias, cuyos pobladores se sentían impotentes ante la rapante audacia de los piratas, contra quienes nada hacía la inoperante y corrupta armada de Barlovento, cuya misión era precisamente esa:
Proteger a los habitantes del saqueo y de la feracidad de los filibusteros, principalmente ingleses y franceses, adueñados del Caribe y del golfo de México.
Así se queja Rodríguez:
 "Ya nadie sale de esta ciudad a comerciar aunque en su puerto esté la armada de Barlovento y la flota de su Majestad y los galeones, pues sirve de vergüenza y atrevimiento, pues los dueños de toda la costa son los piratas sin que haya remedio ni esperanza.
Y esta Cartagena, que antes tenía más de veinte propietarios de barcos, hoy ya no tiene ninguno y sólo tiene comercio con Cuba, de donde tres navíos que venían con azúcar fueron cogidos por el pirata y sólo se pudo librar uno. La Villa de Santiago (Tolú) ha sido saqueada ocho veces y quemada tres".
El asedio del almirante Edward Vernon a Cartagena en 1741 logró reunir la más grande flota de guerra inglesa del período colonial y amenazar seriamente la presencia española en el Caribe.
De haber vencido en Cartagena, la historia habría dado un vuelco para todos:
La Gran Bretaña se habría hecho fuerte en la Nueva Granada, y España, en apuros, se habría visto obligada a ceder espacio en América y tal vez en la propia Europa.
Por lo mismo, la victoria criollo-española de 1741 aseguró por setenta años más la hegemonía colonial de la Corona y desalentó, al menos en el Caribe, nuevas incursiones de Inglaterra. (Revista Credencial-Historia).
Toda esta historia bien contada por el docente Gustavo Benjumea, la recibíamos los alumnos de la escuela san Luis Gonzaga, extensión de la escuela primaria de San Benito Abad Bolívar, a mediados de la década de los años 60, sacada del libro Enciclopedia Bruño, de la Editorial Bruño-Perú, (85 años), tomo número tres, bajo el ideario cristiano y humanista de los hermanos de La Salle.
Al pie de la letra y de memoria, con una picaresca y vestidos de criollos, piratas y filibusteros en un dramatizado, en el único salón de clase que tenía la escuela, situada detrás del puesto de salud, espada en mano, y con embarcaciones, defendíamos a la población, otros desde el fuerte de San Felipe en Cartagena, repartían plomo.
Esa era la parte académica, la verdadera batalla la dejábamos para los días sábado que no había clases, se formaban los bandos de los piratas, filibusteros y de los criollos que defendían la población de San Benito Abad. (La Villa).
Le pedíamos el favor a don Juan Buelvas que nos regalara un pedazo de neumático de llantas de su Jeep Rojo y se armaban los parches de piratas para colocar en el ojo derecho.
La faena se realizaba camino de rincón largo en la ciénaga de Guardarayas llamada así por la cantidad de rayas de agua dulce que abundaban en ese sitio.
Piratas, criollos y filibusteros, se trenzaban en feroz pelea a mitad de la playa a una distancia de un kilómetros de la orilla, y el final de la batalla era el hundimiento de las embarcaciones, como trofeos por la valerosa hazaña, terminaban en el fondo de la playa a tres metros de profundidad y los sobrevivientes de la batalla, buscaban tierra firme nadando boca arriba, al perrito, hundiendo y  braceando.
Todas estas hermosas batallas terminaron el día que se presentaron los pescadores a la escuela, quejándose por la desaparición de sus embarcaciones de pesca y en voz baja hablaron con el profesor y fueron señalando a cada uno de los piratas, filibusteros y criollos que se encontraban en el salón de clases.
Dos Policías, el alcalde, los pescadores, el profesor y los alumnos involucrados se subieron a una embarcación grande, con motor fuera de borda y llegaron al sitio de la gran batalla, donde defendían con honor y gallardía la Ciudad de San Benito, sitiada por los Piratas y Filibusteros, ese sábado que todavía recuerdo, con la inocencia de joven, y en una diversión sana, no queriendo perjudicar a los respetables pescadores.
Uno por uno de los piratas, criollos y filibusteros, con cáñamo en mano, así como hundieron las embarcaciones, la autoridad les ordenó bucearlas, fueron amarrando por el ojo  las doce canoas de los pescadores, que yacían en el fondo (del mar), corrijo de la ciénaga de guardarayas, en el hermoso pueblo de San Benito Abad.
Lamentablemente el final de esta historia no terminó bien, el segundo padre y mentor, pasó comunicación escrita en la libreta de apuntes a los padres de familia, pidiendo permiso para darles una juetera con el cinturón de cuero negro de dos vueltas de cintura, comprado a un cacharrero en La puerta del Sol en Sincelejo, que se amarraba muy bien el profesor, a los llorones le dieron quince latigazos y a los bravos bravos veinte y hasta veinticinco latigazos, por el solo hecho de no llorar.

Criollos de esa juventud, hoy desde donde se encuentren, pidamos disculpas por esas travesuras, defendamos a nuestro pueblo de los piratas y filibusteros, y conmemoremos las batallas de la ciénaga de Guardarayas, en San Benito Abad Sucre.






UN FILÓSOFO EN BERLÍN




  1. 29.- UN FILÓSOFO EN BERLÍN - (Premio Nacional de Cuentos y Fabulas)
 Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Berlín, una ciudad fría, lluviosa y oscura, allá fue a parar David, mejor conocido como “Deivid”, un Barranquillero inquieto, estudioso y educado que cursaba el quinto semestre de Filosofías y Letras en la Universidad pública de su tierra natal.

Con miles de trabajos acudía todos los días a la Universidad en su bicicleta vieja, sin pintura y sin freno, desde un barrio del sur oriente de la capital del Atlántico-Colombia, al zapato derecho le agregó una doble suela de cuero, para poder frenar la llanta delantera de su bicicleta y no estrellarse contra cualquier obstáculo en la vía.

Sin importarle la lluvia o las olas de calor en invierno. Cargaba un morral negro con franjas rojas y dentro de él, los libros de segunda envueltos en una bolsa de polietileno para que no se  mojaran, comprados en la plaza de San Nicolás a los revendedores.

Una Beca por buen desempeño le dio el aval para seguir estudiando su carrera en la fría ciudad de Alemania, con los pocos ahorros de sus padres el joven empacó sus maletas y partió al viejo mundo buscando un mejor vivir siempre acordándose de sus progenitores que se levantaban bien temprano a atender su colmena en el mercado público, donde vendían frutas y verduras.

Ya instalado y con las dificultades del Idioma, la falta de colaboración, el compañerismo, el cambio brusco de una ciudad caliente, brisada, pachanguera y carnavalera, acostumbrado a jugar bola de trapo en su barrio, a comer chicharrón con bollo de yuca, extrañaba todo ese ambiente y su conglomerado.

Con sus metas trazadas, su persistencia y las ganas de salir adelante le daban fuerzas a “Deivid” para soportar todas esas vicisitudes que el entorno de la ciudad fría le ofrecía y le cambiaban su modo de vivir.

Culminando sus estudios de pregrado en Filosofía, conoce a una mujer que a primera  vista lo cautiva, lo orienta y lo lleva poco a poco por el buen sendero de las letras y la literatura.

Annemaire Dogger, una poeta reconocida en Europa, profesora en la Universidad de Berlín, maestra y guía del joven Barranquillero; se les veía por la Avenida Unter den Linden, por la calle Ku´Damm y el parque Tiergaten, en vuelta de unos meses se convirtió en la esposa del aventajado filosofo que por sus notas altas fue nuevamente becado para estudiar una especialización que lo llevaría a ocupar uno de los puestos más altos de esa alma mater.

A estas alturas “Deivid” gozaba de buen prestigio dentro del estudiantado y su núcleo de trabajo, ya su esposa se encontraba en embarazo y fue el momento oportuno para mandar a buscar sus padres y su hermana que en vuelta de tres meses dejaron su ciudad, su colmena con verduras y comestibles y su hermana estaba preparándose para ir a la universidad.

Estos cambios climáticos y de adaptación de un país a otro generan una serie de inconvenientes que la familia superó y se adaptaron a la ciudad fría y oscura, con todas las garantías que “Deivid” les brindaba, el cariño y el aprecio de su esposa hacia su familia, era incondicional.

Todo estas comodidades se las trazaba este joven en su mente, juicioso y estudioso, por eso no aprendió a jugar billar, buchacaras, a empinarse una botella de licor, su pasión era jugar bola de trapo y estudiar y estudiar para perfeccionarse en este difícil mundo carente de oportunidades.

Sus compañeros de barrio se reían de él, y le decían:
-       
      Hey Deivid, el propio filósofo culo, te vas a volver loco estudiando

“Deivid”  les contestaba:

Ustedes se van a volver locos por no estudiar, así no van a llegar a ninguna parte, ojo con los parásitos de la sociedad.

Al cabo de unos diez años, “Deivid” y su familia completa, su hermosa esposa Annemaire, blanca de color, chapiada del frio, con una estatura de casi dos metros y sus dos hermosos hijos, Borke y Chay, todos hablando el idioma Alemán, aterrizaron en el aeropuerto de Curramba la bella, que ahora para “Deivid” estaba más bella.

Una comitiva de estudiantes de la U. y compañeros del barrio fueron a recibir a un joven que al partir era delgado un poco maltratado por las vicisitudes de la vida, renegrido del sol y el ambiente que lo rodeaba, del cual sus compañeros se burlaban y le decían palabras soeces de alto calibre, que no llegaría a ninguna parte, acababa de aterrizar en un vuelo de muchas horas de camino.

Un cambio total en su físico, experimentaron la comitiva de bienvenida a “Deivid” y su familia, un hablado en español un poco atravesado, pero seguía siendo el mismo muchacho humilde y educado como el día en que partió para lejanas tierras en busca de un buen futuro para él y su familia, saludó efusiva mente a sus compañeros de juego de la bola de trapo y de una vez los invitó a un partidito en la calle larga y polvorienta de su cuadra, que a estas alturas ya estaba pavimentada, su reencuentro con sus profesores y compañeros de la U. 

Dándoles a cada uno un agradecimiento por la gestión de la beca que lo llevaría a ser un gran hombre de letras.

Así, con esfuerzos, dedicación, constancia,  perseverancia y mucho estudio, se forma el futuro y bienestar de las personas que creen en ellas mismas.

Para “Deivid” y todas las personas que piensan como él, que son ejemplo de Sociedad, van estas palabras escritas por el Filósofo y poeta MARK NEPO:

“Los Maestros surgen de algún lugar en mi interior que está más allá de mí, tal como la tierra oscura que, no siendo la raíz, abraza a ésta y alimenta a la flor”.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. (Antonio Mercado).











EL GALLERO DE ORO

  1. 13.- EL GALLERO DE ORO
  2. Por Francisco Cadrazco Díaz Román
  3. Escritor Colombiano

En honor a Manuel Vicente Díaz Vanegas (Barros), mi bisabuelo...


Me contó mi bisabuelo que en un camino se topó con un ataúd y cuatro velas encendidas, debajo de unos árboles frondosos de bolombolo...

Era mi bisabuelo un indígena, enrazado entre Wayuu y Zenú, su Padre Manuel Vicente Díaz Barros nacido en Urumita Guajira y su madre una indígena de apellido Vanegas, de la región del rio Sinú, Lorica, Córdoba;

Esta mezcla se da cuando Manuel Vicente, Padre, visita en una feria Gallística a Lorica, él era cuidador de gallos finos en Urumita, no era apostador.

En esa feria conoció a la mamá de mi bisabuelo, se la rapto y se la llevó para Urumita, Guajira, allá nació mi bisabuelo. Con el tiempo y en el afán de cuidar gallos finos, se mudaron para Lorica,  ya crecido  mi bisabuelo aprendió a cuidar gallos finos y acompañaba a su papa en las correrías a distintos pueblos de la costa Caribe.
Una vez había una feria de gallos finos en los Palmitos, Sucre, donde acudieron a la invitación "los dos Manuel Vicente"; trajeron sus gallos a pelear, era una cuerda  famosa y ganadora , un amigo de los palmitos de apellido Pérez los invitó a su casa  a un almuerzo; una de las hijas del amigo le puso el ojo a los galleros desde que llegaron pero la flecha era para mi bisabuelo, quien se fue emocionado con la mujer de color claro, ojos pequeños, nariz larga, cabellos negros que le llegaban más allá de la cintura, alta , hermosa y le juró que vendría por ella y formarían un hermoso hogar lleno de hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y ensarta corral..

Manuel Vicente "Padre", siempre vivía dándole consejos a mi bisabuelo, diciéndole que en esta vida las cosas eran difíciles, que además de lo que la naturaleza divina enseñaba, había que aprender otras cositas ocultas para defenderse del enemigo, y mi bisabuelo captaba todo lo que su padre le decía, sabía que ese indígena Wuayuu conocía mucho; ya lo había comprobado cuando en una gallera se formó tremenda pelea, que las botellas de cerveza de doble fondo de color verde volaban por los cielos; todos se protegieron debajo de la gallera y la trifulca estaba en todo su furor, los dos galleros al momento de la pelea cogieron distintos rumbos, hasta que Manuel Vicente "hijo" escuchó la voz de su padre que gritaba:

-¡Échenme otro!

El hijo salió de su escondite viendo a su padre con la camisa rota y los puños cerrados, en  mitad de la gallera y tres docenas de parroquianos tirados en el suelo, en un sueño profundo, como cuando a un paciente le ponen anestesia para operarlo en un hospital.
Salieron de la gallera sin musitar palabras, al  papá se le notaba que la rabia no se le iba a pasar por mucho rato, jipiaba como niño pechichón, esperaron  el Jeep que los trasportaba siempre, embarcaron  los guacales con los gallos y retornaron  a Lorica.
Pasaron muchos días para que mi bisabuelo le preguntara a su papá,  porqué peleo en la gallera y como hizo para arrumar (tumbar) a tantos hombres, porque a decir verdad mi bisabuelo no era un hombre fornido, era delgado, fileño, con rasgos indígena por los dos lados, hablaba en voz baja, pausado y su carta de presentación era un lunar negro en alto relieve en la mejilla derecha de la cara, pienso yo que con esos rasgos era su padre.

Un día de verano, cuando los arboles de Acacias y los Matarratones estaban florecidos, a mi bisabuelo se le dio por  independizarse para  cuidar gallos finos, ya él sabía todos los secretos para mantener un gallo en condiciones de pelear y sobre todo de cuidarlos; el oído del canto del gallo, era común para él, decía: 

-Cantó "el Canelo", cantó "el guajiro", "el javao", "el chino", "el pisa papel", "cuatro en uno", "tres puntá", "el colorao", "Bisuaca", "mata guapos",  "cuello rojo", "el galillo ripiao", "el canta bonito", "Cesar el rey", "el culebro", "pico de oro", "el cenizo", "gallo giro".

Y muchos nombres más, él sabía que en una hacienda mínimo habían unos 50 gallos y también sabía con qué alimentarlos para que fueran fieros a la hora de la pelea; fama tenía su papá, donde quiera que pisaba una gallera, decía:

-“Hoy vamos a aguantar hambre, porque no va a haber sancocho de gallo marica”.

Y así era,  sus gallos eran ganadores, por eso mi bisabuelo cogió el mismo oficio de su papá.
Volviendo a la pelea protagonizada por el papá de mi bisabuelo, ya reposado más de dos meses, y con todo el respeto que su padre se merecía, Manuel Vicente "hijo"  le lanzó  temeroso la pregunta del millón a su papá, ¿Por qué peleo en la gallera y como se defendió de las tres docenas de parroquianos?, porque a decir verdad,  esa es una exageración para esta época y para este siglo XXI, quizás van a decir ustedes señores lectores que mi persona es un mentiroso, pero hasta eso de decir la verdad y nada más que la verdad lo aprendí de mi abuelo, Francisco Javier y de mi Bisa, Manuel Vicente, o a lo mejor van a decir  ¿por qué esa herencia no traspasó de generación en generación?, ¿Qué tal uno ahora con secretos para pelear a puño limpio?, cuando en este tiempo le sacan a uno un cañón corto, ¡tengan juicio!.
El Padre le dijo:

"Bueno mijo, ya tu eres un hombre hecho y derecho, algún día vas a tener que defenderte a puño limpio, sin retroceder y con la mente bien puesta; concéntrate, porque si no te matan. ¡Mucho Ojo con el puñado de arena fina en los ojos y la patada voladora en el número 100 de la cabeza!, porque esa si es mortal, lo mínimo que pude pasar es que despiertes a los tres días en el puesto de salud del pueblo viendo a un enjambre de murciélagos guindaos del techo mirándote fijamente, burlándose de ti porque perdiste la pelea. A tu alrededor una Bacinilla  de peltre y un pato de aluminio pa´  orina y dos tanquecitos, también de peltre, con mangueras para metérselas por el fundillo pa´ que botes todo lo que te comiste".

Después de decirle lo anterior, le confesó a su hijo que cuando su gallo fino Javao de cuello largo y pico curvo ganó la pelea, el perdedor le gritó que a su gallo fino le habían echado bisuaca.

- "Vea mijo la peor ofensa pa un gallero es que el perdedor diga que su gallo perdió porque le echaron bisuaca.  Esa es una ofensa pa el gallero ganador, es como decir: tú me hiciste una brujería. Cuando ese hombre vociferó que yo le había echado bisuaca a su gallo, tiré el javao pa´ las gradas, ¡eso sí! sé quién lo cogió, me lancé a puño y trompá; al ratico me cayeron los perdedores, saqué de la manga de la camisa tres docenas de muñequitos (niños en cruces) y los puse a peleá, el enemigo que se me acercara le pintaba la cerca e dedos de la mano o una patá voladora  en el número 100 de la cabeza con el pie de ñame criollo de diez libras".

Así fue como Manuel Vicente Días Vanegas (Barros) heredó de su papá todos los secretos de los gallos finos y otras cositas más, porque a decir verdad esos viejos de antes si sabían secretos, claro, los utilizaban para defenderse en la vida.

Ya les conté  que mi bisa se independizó de su papá, armó tolda aparte y se fue a buscar a su princesa a los palmitos, bueno, así fue que mi bisa se preparó para visitar a la  Princesa, llevaba un sombrero Sinuano número 21, una camisa caqui manga larga con dos vueltas en los puños de la camisa, y un pantalón de Súper naval del mismo color, unas abarcas tres puntá, con una suela de llantas de vehículos marca Good Year elaboradas en Chinú Córdoba y una Mochila tejida por la etnia Wayuu de la hermosa Guajira.

Lo malo fue que no llegó a su casa, le pagó a un  muchacho cinco centavos con una moneda de cobre y le mandó a decir que la esperaba en el camino real que daba para Corozal y que si no venía,  no lo veía más nunca en su vida.

La princesa acudió al llamado y  mi bisabuelo le propuso que se saliera con él, a lo que la princesa le respondió que fuera hombre,  que le diera la cara a su papá que él no se lo iba a comer, que el papa no era un tigre. Mi bisa con los nervios de punta y el cabello erizado como un Jabalí; al poco rato llegó a  regaña dientes a la casa del papá de la princesa, eso sí,  mi persona les puede afirmar que mi bisabuela Bienvenida Pérez era una princesa, se le notaban sus facciones finas a pesar de su vejez y del hollín del fogón de leña, donde hacia los más sabrosos cafongos y bollos (Guapitos), en el barrio "el puerto" de la Villa de San Benito Abad, Sucre, de la Región Caribe en Colombia..

Mi Bisa le dijo a el señor Pérez, padre de mi Bisabuela, que él estaba enamorado de su hija y que tenía buenas intenciones de hacerla su esposa y procrear una numerosa familia, de la cual orgullosamente pertenezco, mi bisa visitó a la Princesa unas cuatro veces y después se la llevó para una finca gallera en San Benito Abad con el nombre de “El paso de los Chivos”, llamada así porque en esa finca habían muchos chivos (carneros); pero también habían allí  más de cien gallos finos,  que sacaban el fin de semana a las diferentes galleras de la costa a pelear.

En esa finca gallera de propiedad de un hacendado de Corozal nacieron los hijos, nietos y hasta bisnietos de Manuel Vicente Díaz Vanegas y Bienvenida Pérez.

Fue en esa finca Gallera, en el camino que venía de San Benito, donde mi Bisa se tropezó una media noche con un Cajón de Muerto y Cuatro velas encendidas a mitad del camino debajo de unos árboles de Bolonbolo cuando venía en tres  quince de la villa, con  un aguacero, ráfagas de vientos  y truenos (Tormenta). Tenía mi Bisabuelo un burro moro, marca Chó, alto, de paso ligero y acompasado, con unas ojeras blancas, casco redondos y un par de medias blancas en las canillas, ensillado con  una angarilla forrada con dos esterillas de junco, con un pellón amarillo y dentro de él dos botellas de ron Kilómetro cero conocido como ñeque, ese ron le da animo hasta a un miedoso,  también sacó del pellón un cáñamo tejido de la concha de un palo de Guásimo y una yesquera de fruta de Arizal, dentro de ella, unos fósforos, una  docena de tabacos comprados a la señora Pía Calderón García, mi bisabuela por parte de mi papá.

A mi bisa se le pasó la pea, bajó de su burro moro y se acordó de las palabras de su papá, cuando le aconsejaba que estuviera alerta y que utilizara los secreticos que le enseñó.  Bajó del Chó, lo amarró en un Bolombolo, sacó la botella de ron, se enjuagó el guargüero y luego botó el buchao de ron, sacó su cáñamo de entretejido de guásimo,  sus tabacos, encendió uno protegido con el  sombrero concha e´ coco porque estaba lloviendo y comenzó a soltar humo de la boca, se acercó a la caja de muertos y allí en ella dormía una bella dama.

Sacó del pellón una vela e´ cuba, la frotó con la candela del tabaco y se la sobó en las coyunturas de las piernas y codos de las manos, cogió la punta del cáñamo y le amarró a los  pies, subiéndole una pierna sobre la otra, así como las tenía Jesús el Salvador del Mundo, cuando lo crucificaron para salvarnos de la maldad, pero ahora somos más perversos.

Después con el mismo cáñamo le amarró las manos y se las colocó en el pecho, amarró  la caja en forma de cruz y se sentó en un tronco de Árbol a los pieceros de la caja a fumar tabaco y beber ron ñeque, no importándole la tormenta que había en ese lugar.
Él sabía que antes de las cuatro de la mañana la bella dama que estaba en la caja debía despertar y volar hacia el más allá. Así fue, cuando los cien gallos de la finca cercana dieron la hora con su reloj biológico,  la bella dama abrió sus ojos de color gris claro, trató de moverse y no pudo, mi bisabuelo la tenía precisada, no espabilaba, estaba alerta, no a que le tiraran un puñado de tierra fina, tampoco la patada voladora en las peleas de galleros, menos las peleas de los alumnos de la escuela primaria en la esquina de la niña pupo en mi niñez,  la cosa era de más quilates, se levantó mi bisabuelo y le dijo:

“Aaaaaaaah con que querías asustarme pa´ que mi esfínter piloro se aflojara y corrieran chorros de arropillas"

Al verse la bella dama que no tenía otra opción, le rogó que la soltara, que ya era hora de partir y que su esposo se iba a percatar de su ausencia en la cama, lloró y lloró; pero esta vez  se tropezó con un hombre  que si sabía por dónde y cómo se cogen las brujas del camino al paso de los chivos en la villa de San Benito Abad. Mi bisabuelo le dijo que eso no lo hiciera más, que buscara juicio, porque la próxima vez le iba a quitar las piernas y los brazos y los alzaría en los árboles de Bolombolo y se iría para  su casa,  donde cantan los gallos finos.

Con el ritual y la paciencia del caso, mi bisabuelo, el gallero de oro, fue soltando a la bella dama sin cometer  errores, y al verse suelta trato de volar y no pudo, le dijo a mi bisa que le quitara la vela de cebo e´ cuba de las rodillas y codos, después de esto voló,  voló y voló .

Ahora el de la pregunta para mí bisa la formulaba mi persona: ¿Quién era la bella dama? Ese querido y adorado bisa, que me consentía, me cuidaba y deseaba para mí lo mejor, que vivía  en la calle del puerto a orillas de la ciénaga la Chambita,  se salió por la tangente a mi pregunta, él sabía que yo tenía  la  grabadora humana encendida, me dijo:

"Mijo te enseño a pelear, a cuidar gallos finos, a tener modales, a defenderte de los problemas de la vida, a escribir libros, poesías, componer canciones, echar cuentos, lo que sea, menos a revelarte el nombre de la bella dama, ni a enseñarte a cogé Brujas".

Bueno, tuve que conformarme con secreticos  que me enseñó mi bisa que me han amparado de la ráfaga de males que me han querido joder la vida, por eso es que hoy desempolvando casette en mi memoria,  tiro esta historia sucedida a comienzos del siglo pasado, contada por mi Bisa a mediados del siglo anterior. A los secretos, decía  mi bisa Manuel Vicente y mi Abuelo de crianza Francisco Javier "el cuba",  cómo quitarle una gusanera al ganado, burros, caballos, alejar una tormenta, saber quién va a llegar a casa, rezar a un niño con mal de ojos,  levantarse a una bella dama, espantar las culebras, de las dos clases, las que pican y las que andan en moto y a curar las mordeduras de reptiles, sacarse una tarea de monte, una pesca milagrosa.  Mi Bisabuelo fue un hombre longevo, partió de este mundo a los 115 años, ¡mis recuerdos Bisa!

Ahora, pregunto: ¿Todavía saldrá la Bella dama  en el camino hacia el paso de los chivos en la Bella Villa de San Benito Abad? ¡Tengan cuidado!