TERTULIA EN EL PIÑÓN Y SALAMINA
MAGDALENA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Después
de cruzar el río grande de la magdalena en un Ferry Boad, a la altura de Puerto
Giraldo Atlántico y llegar a Salamina Magdalena Colombia, cogimos carretera
hacia el municipio del Piñón, tierra natal de
mi suegro Andrés Avelino Páez Arrieta, después de sesenta y nueve años
volvió a recorrer sus calles ya no en arenas, pavimentadas, con alcantarilla,
hospital, tanto así que no se pudo ubicar la casa donde nació hace 86 años,
menos el colegio en donde recibió sus primeras letras.
Extraños
recorriendo el pueblo, se me dio por preguntarle a los mayores que reposaban
debajo de un árbol frutal de mango por Los Hermanos Martelos, aquellos de la
Orquesta famosa que competía con Lucho Bermúdez, Pacho Galán y todas las
famosas de Venezuela que tanto le cantaban a Colombia, nos informaron que a
cuatro cuadras de distancia vive Juan De Dios Martelo, un gran Músico hijo de
Rafael Martelo, padrino de mi Suegro.
Lo
ubicamos, le hablamos y su alegría fue desbordante al recibir tan honrada
visita, un ahijado de su padre y de 86 años, se tomó fotos con él y nos
sentimos muy agradecidos con Juan De Dios Martelo y su familia, él tiene una
trayectoria musical internacional que no voy a mencionar las orquestas con
quien ha tocado, se devolvió para el Piñón después de largos años en Medellín,
en donde viven sus hermanos y sobrinos, hijos y nietos de José Martelo, un
hombre que llego de Sampues Bolívar al Piñón, vendiendo helados de crema en conos.
Juan
y su Primo hermano, ilustraron la tertulia y nombraron a personajes de la niñez
de mi suegro, nosotros familiares de papa Andrés, su hija Rubís, su nieto Diego
Abel y mi persona, nos sentimos satisfecho con esa visita en donde el pasado
hizo historia y que no desaproveché una sola palabra para plasmarla en los
recuerdos del tejido familiar, bajo un pocillo de café caliente.
Le
agradecemos a tan prestigioso personaje de la música colombiana su gentileza y
hospitalidad en el Piñón Magdalena Colombia. Recorriendo doce kilómetros de
regreso, llegamos a Salamina Magdalena, tierra de Nicolasa Páez la matrona y
artífice de varias generaciones, entre ellas mi suegro Andrés Avelino. Nos
desmontamos del vehículo saludamos a tan grande familia y esperamos a que el
Astro rey desgastara un poco sus baterías.
Al
filo de las seis de la tarde fueron llegando a casa de Jimmy Caballero y Daira
Torres Páez, personajes de la familia con un humor envidiable para narran
cuentos y recordar historias de las costumbres de los pueblos caribeños, José Torres Cervantes con su vitalidad de 83
años, su picardía, sonrisa contagiosa, experiencia en el trabajo y la vida en
general, Andrés Avelino Páez Arrieta, su cuñado contagiado de alegría por
encontrarse con los suyos, hombre con recorrido de trabajo, familia, un ser
agradable, Diego Abel Cadrazco Páez mi hijo menor Periodista, dotado de cámara
y grabadora, dispuesto a no perderse un ápice de esta tertulia familiar, Jimmy Caballero,
mamador de gallo y carboneros netos, integrantes de la familia, al igual que mi
persona, Felipe Torres Páez, El niño Angulo Páez, nuestras esposas y primas
presentes, Aurelia, Daira, Elaine Torres Páez, Rubís Páez De la Hoz, atentos a
escuchar los cuentos que a continuación narramos.
Como
preámbulo para romper el hielo de la temperatura y el pulso de la conversación,
le recordé a Tío José Torres la vez que se estaba llevando a cabo un partido de
Futbol en la cancha de Salamina al lado del cementerio, ellos estaban ubicados
al costado sur del arco, a su lado tenia sentado en el suelo a su hijo Freddy
de unos ocho años de edad, pleitisco que no lo podían mirar porque se iba de
trompadas con cualquier muchacho, casi igual que el cubita en la villa. En el
arco contrario se formó una pelea, que sólo se veía el polvorín de arenas. Tío
José, se sorprendió y dijo, mira que pelea se ha formado allá, menos mal que
tengo a Fredy aquí a mi lado y miró para donde él creía que estaba su hijo, era
Fredy que estaba peleando allá en el arco contrario.
Era
costumbre en los pueblos hombres famosos en pelear a las trompadas y como el
gallo fino, se regaba la fama, que hasta venían sujetos trompeadores a desafiar
a su contrincante sólo por el hecho de ganar fama. En Salamina había un hombre
llamado José Malaquías, además de ser bueno a las peleas a trompadas, sabía
algo más, como mi bisa Manuel Vicente Díaz, de por allá de los lados de
Tenerife Magdalena, vino un hombre Antonio Bocanegra preguntando por Malaquías,
llego a la cantina del pueblo, mandó a apagar el picó y en voz alta preguntó
por José Malaquías, él, que se encontraba en un rincón de la cantina habló en
nombre de todos los presentes que como en el viejo oeste norteamericanos fueron
sacudiéndose y uno por uno desapareció, ellos sabían que Malaquías no era
ningún pintado a la pared.
Con
la tranquilidad que lo caracterizaba le dijo al forastero, para que lo busca,
el hombre contestó: vengo a pelear con él, porque dicen que es el mejor
peleador de la región y eso es falso, el mejor soy yo. Malaquías con su
picardía le dijo, ese tipo estaba aquí hace un par de horas, pero espérelo que
el regresa, siéntese aquí y nos bebemos unos tragos de ron caña.
Ya
cuando lo tenía en su punto de trago le dijo, Malaquías soy yo, el forastero se
sacudió del banco de madera y lo desafío a la calle que estaba acordonada de
parroquianos dispuesto a presenciar una de las mejores peleas a puño limpio,
cuando salieron a la calle ya no traían camisa, se notaba en su dorso que eran
hombres rudos en el trabajo y las líes del ganado, en pocas palabras de hacha y
machete.
La
primera trompada se la clavó el forastero a Malaquías en la costilla izquierda
que el pujido se escuchó de este lado del rio de la magdalena en el
departamento del atlántico. Convinieron los peleadores que al hombre en el
suelo, no se le debía pegar, al contrario debía ayudársele a levantar, ya que
esta pelea era sin rabia ni rencor.
Malaquías
se arrastró hacia un pretil alto, su
contrincante lo ayudo a subirse y ambos se sentaron a conversar mientras a
Malaquías se le pasaba el dolor, superada la trompada, se abrieron a la calle y
Malaquías le clavo una trompada en la tabla del pescuezo a Bocanegra que este
se sacudía la cabeza y hacia como toro cuando pierde la pelea, se babeaba como
ternero mamón.
Con
la mano abierta le señalaba a su contrincante que esperara a que se repusiera
del golpe, ambos pidieron un trago y conversaban sentados en el pretil de la
casa de la niña mañe. Ya estaban llegando a las dos horas de pelea, la luna
estaba redondita y destellaba rayos de puño limpio.
El
fin de la pelea fue un molinete que impactó de frente en el occipital izquierdo
con protuberancia de 2. X 1.5mm y pérdida del conocimiento, ojos virados,
pupila blanca a él contendor de Malaquías, este lo agarró por la bota del
pantalón kakis y lo arrastró hasta la orilla del rio grande de la magdalena,
los parroquianos entre ellas mujeres gritaban que no lo tirara al rio.
Al
despertar Antonio Bocanegra el forastero que vino a buscar peleas a Salamina,
agradeció a Malaquías no haberlo lanzado al rio y reconoció públicamente su
derrota, silbó a su caballo que se encontraba amarrado debajo de un árbol de
bolombolo, este salió raudo con la rama estronchada donde estaba amarrado y
partieron los dos animales vía al Piñón, años después se supo que la rama de
bolombolo que se llevó el caballo de Bocanegra estaba sembrado a un costado de
la plaza principal en la Villa de San Benito Abad Bolívar, hoy departamento de
Sucre.
Después
de este relato, afirmamos los tertulianos que esos hombres trompeadores ya no
existen, miramos la trayectoria de la luna situada en el punto centro del
firmamento, concluimos que era hora de buscar hamaca, con un hasta mañana, de
inmediato cantó el gallo javao en el patio de la caza de Jimmy Caballero en
Salamina Magdalena.