UN AJUSTE A LA IMAGINACIÓN
HUMANA- EN HONOR A MI HERMOSO PUEBLO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Al
igual que en los ajustes contables en la economía, a la imaginación hay que
ajustarla en el debe y el haber, porque si no le puede pasar como el desboque
del caballo blanco de don Abel de la Ossa en las barrancas de pichilin, así
decia Toñole, en otrora tiempos de la subienda del bagre y la pacora por la
ciénaga de machado.
En la plaza principal donde florecía el palo de matarraton y el arizal del portón
de entrada al seminario mayor de mi pueblo, la hermosa Villa de San Benito
Abad, los mayores se reunían a hablar de política, comercio, pesca, ganadería y
agricultura, era un conglomerado sin ínfulas de grandeza y con ínfulas de
buenos trabajadores, cada uno de ellos destacado en su oficio.
Por
ejemplo, el pescador decía que el año pasado en la ciénaga de machado se
cogieron mas de trescientas arrobas de bagre, con unas ganancias en pesos de
puntos. El Agricultor manifestaba que la cosecha a recoger este año en la finca
madre de Dios, estaba dando unos cinco mil bultos de arroz en espiga. Que iban
a tumbar las montañas barrieras, que solo esperaban la primera lluvia para la
siembra.
El
ganadero manifestaba que en la finca Palo negro se estaban sacando a la venta
mas de cincuenta cantaros agrarios de leche y una producción de queso de cien
arrobas. De allí salió el famoso cuento del lomo del toro negro.
Desde
la distancia con un oído finísimo estaba el cubita, digiriendo en su
imaginación, la valentía de esos señores, esa matanza de bagres en ciénagas de
la Villa, esa espiga de arroz en madre de Dios, sembrada por los Cadrazco,
Caldera, Benítez y Garavito, presencia de este escritor siendo un niño joven, palo
negro una hermosa finca de no sé quién era el dueño, pero al fin mucho ganado a
orillas de la carretera, que orgullo, que ejemplos de padres, entre ellos el
cuba viejo. Allí entraba a hacerles ajustes imaginarios a mi mente, que captaba
guardaba y lo que no me servía lo desechaba con el filtro de las buenas
costumbres aprendidas en la Escuela San Luis Gonzaga de Palo Alto, dirigida por
la regla y tabla de madera del multiplicador del conocimiento Gustavo Benjumea,
Otro templo de mi educación
y los valores lo era la casa de bareque y pisos de tierra, adornada con tres
hermosos parches de barro rojo y cenizas de leña, en la esquina sur de la
placita, dirigida por Isabel Román, las primeras letras de la niña Cristina
Cárcamo y Lucita Bermúdez.
Allí
en la placita en donde las tertulias para niños y jóvenes tenían sus ajustes de
imaginación, historias contadas por Rafael Gazabon, José Hernández, Nelson
Montes De Oca, Abigail Mario (El Docto), Luis Pupo, Nereo Barbosa, El cuba y
José Morón y Hector Atencio, con calibres de miedo como para no dormir e ir a dar a media noche
a los pieceros de los abuelos o padres, siempre despedían las tertulias con tres
frases, viene el Candelillo.
Querido pueblo que recorría en las noches el caballo relinchón con jolones de
cuero, el perro con lengua de fuego en el pretil de la casa de la niña Chancho,
el hombre vestido de blanco haciéndole pantomimas a El Val, en la calle de las
Avispas, los burros o asnos de propiedad de los Benítez, quienes en fila india
recorrían el pueblo, semejándose en la oscuridad a grupos armados, la luz del
playón, que ahora dicen que se mudó para las playas, porque ya no hay playones.
Impresionante
la salida al paso en la madrugada, donde salian unos caballitos de mar electrizados
corriendo en la superficie del agua y haciendo cruces por las piernas de los
humanos.
Y donde
me dejan la salida al volcán desde la casa de María Berania había que atravesar
la laguna hasta coger las barrancas del volcán hasta la casa de Santander
Imbett, el tigre de madre de Dios saliendo a los playones a comerse el ganado
cimarrón, el toro Candelillo, las ensenadas de rincón largo, el arroyo la
dorada desbordado en los tres puentes con rendijas en las tablas de madera, el
arroyo del paso de los chivos, la chambita, el ojo de agua, los jobos y la
punta de la pesquería.
De
esa famosa Escuela de la Vida, de ese oscuro pueblo la planta municipal se
prendía a las seis de la noche y se apaga a las diez en punto, enclaustrado en
el bajo San Jorge, perteneciente al triangulo del saber, de la inteligencia
humana (Bolívar, Córdoba y Sucre), en donde brota la décima, el porro, la
cumbia, el canto de vaquería, la poesía, las bandas de viento con su guapirreo
implícito en su alegría, la pesca la ganadería y la idiosincrasia del hombre
trabajador, de allí son mis cuentos, mis escritos con sabor a pueblo, con
ajustes de la Imaginación Humana, plasmados en el Blog:
entrecuentosporrosyfandangos.blogspot.com. Con sello Villero %.