LOS TRES ÁRBOLES
HUMANOS
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Decía el señor Lucho Celedón allá
en lo alto de la Sierra Nevada, en la Finca Santa Tirsa, que salieron tres
hermanos a aventurar y le pidieron la bendición a su papá y como él era un
hombre de fe arraigada en su corazón y había estado estudiando en un seminario
para ser sacerdote, los bendijo en latín. In nomine Patris, et Filii, et Spiritus
Sancti. El Amén
Cuando iban en el trayecto,
los dos mayores decidieron por envidia desaparecer al menor, lo metieron a un
zanjón y le echaron piedras sobre piedras, allí por obra del creador nació un
frondoso árbol que sus tallos divisaban el inmenso mar, allí se posaban las
aves y observaban su presas para la subsistencia.
Ese árbol brotaba un pitico en
su flor, a la distancia por donde iban sus hermanos, el pitico les taladraban
sus oídos y tuvieron que devolverse a donde enterraron su hermano, cuando ya
estaban cerca la interpretación del pitico decía: Hermanitos espérenme, no me dejen.
Cuando llegaron al frondoso
árbol había un hombre corpulento y un perro echado a sus pies, el hombre les
dijo que tenían que cumplir un deseo si querían ver nuevamente a su hermano
con vida, tenían que cogerle una rama al árbol cuando este se remecía con una
inmensa brisa y el perro tenía que estar con los ojos abiertos
El hermano mayor, cogió la
rama, el perro estaba con los ojos cerrados y se dio cuenta, en ese instante se
volvió cinco perros de los más grandes y salieron en persecución de los
hermanos, estos se escondieron y los perros siguieron de largo, seguía el
pitico silbando hermanos espérenme, no me dejen, se devolvieron de nuevo ya el
hombre no estaba, tampoco el gran árbol, el hermano menor extendió sus dos
manos y los abrazó.
Minutos más tardes los tres
hermanos quedaron sembrados y convertidos en tres grandes árboles, pero sucedió
que donde comienzan las ramas quedó un hueco grande en el tercer árbol,
llegaron unas niñas a jugar, se subieron al tercer árbol y la más pequeña cayó
al hueco que tenía el árbol a diez metros de profundidad.
La mayor llamó a sus papas y
la sorpresa tan grande al escuchar a la niña clamar para que la sacaran,
llegaron los bomberos y duraron tres días con sus noches para sacar la niña
sana y salva, sin ningún rasguño.
Mientras el papa de los tres
hermanos clamaba por saber de ellos un hato de ganado pastaba alrededor de los
tres árboles, una vaca grande pescuezo largo agarró una rama, partió el tierno
tallo y lo masticó, el hermano menor se trasformó en humano y con su
humildad, agarró las dos ramas de los
árboles faltantes y sus hermanos recuperaron su cuerpo humano, solo en ese
sitio de la Sierra hay tres grandes piedras que el río se desbordó y
arrastró, justo quedaron las tres piedras en símbolo de que allí hubieron tres árboles humanos, sembrados por muchos
años.
Al final de los cuentos decía
el señor Lucho, mis hijos cada uno para su rancho, que es hora de dormir y en
las tres piedras sonaban los tres piticos, que producían miedo, escalofrío y
terror. Y de purita maldad, Patrocinio sonaba un pito de barro en forma de
gallina, que nos hacía correr y buscar refugio en las polleras de mamá Chave.