MINCHO, EN UN VUELO AÉREO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Como de costumbre todos los
fines de años, Mincho solía visitar a sus padres que se encontraban residenciados
en el Amazona Colombiano, cogía vuelo Corozal Bogotá y luego Bogotá Leticia,
esta vez, se encontraba preocupado y su mente estaba turbada por motivos
amorosos, él no se había casado y el tren se lo llevó hacen muchos años.
Adalaida, era una mujer bella,
de una estatura descomunal, piernas torneadas como las patas de las mesas que
fabricaba mi vecino Jero, cabellos lisos largos hasta más allá de las corvas, en cambio Mincho era bajito
regordete y no hablaba bien, esa mujer era su vida y bajada y ella le coqueteaba
a sus Fincas, quinientas vacas y una hermosa casa asistida por Matilde la ama
de llaves.
Mincho le hizo una llamada por
celular a Adalaida, quien quedó en el aeropuerto las brujas de Corozal Sucre, preocupada
por el pequeño hombre, en esas suenan las voces en el alto parlante, anunciando
un vuelo, celular a la oreja, llega al angar muestra su tiquete lo mandan a
subir, lo ubican en su asiento preferencial y zassss, cinturón abrochado, se
despide de Adalaida, toma pista el avión y adiós te dije Mincho.
El vuelo llevaba como destino España Francia, con trasbordo a Egipto y de allí a
la Conchinchina, que en menos de diez horas Mincho se encontraba en otro mundo,
mirando las luces nocturnas, llevaba en un talego, cinco libras de Malanga, una
docena de mangos de zapotes, tres kilos de yuca harinosa y cinco libras de
carne de ternero saladas.
Su mamá Guajira y su papá
Sucreño, un poquito de alimentos para ambos dos, oscureció, amaneció, Mincho
en una silla del aeropuerto arropado con una manta gruesa, especial para
el frio, un policía lo estuvo custodiando toda la noche, al despertar lo
interrogan y dice en lengua castiza con tono sucreño que necesita ayuda que
está perdido, le buscan un intérprete de la hermosa lengua castellana y
concluyen que en el aeropuerto El Dorado de Bogotá Colombia se equivocaron.
Hacen las vueltas pertinentes
para devolverlo y Mincho dice que no se viene, que más bien lo documenten que él
se queda trabajando así sea embolando (Lustrando zapatos), al preguntarle los
motivos nombra a Adalaida y se le salen las lágrimas, lo llevan a la embajada
de Colombia en la Conchinchina y allí está desde que al escritor de este cuento se le ocurrió esta
maravillosa idea, con las provisiones que llevaba Mincho, hicieron un Sancocho en la Embajada ya que la esposa del Embajador tenía la Sasón.
Es el Embolador de todos los
que llegan a la embajada, es investigador, sabueso y soplón de todo lo que habla,
se dice o se comenta en los pasillos de la Embajada, es más ya se olvidó de la espigada
Adalaida y está próximo a Pensionarse.
Al que le van a dar, le
guardan.