CERO Y VAN DOS
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Zona Norte
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Zona Norte
Esas palabras se las dijo Tío
Tigre a el burro moro de gran altura que permanecía en la mira de tío tigre, al
igual tío tigre estaba en la telescópica de mi compadre Mañe, el hombre que
tenía una escopeta marca Wínchester con dos tiros en la recamara, bien a tiro de mira y pavonada, la pelea
estaba casada.
Aunque los humanos decimos en términos
despectivo, tú eres un burro, refiriéndose a la inteligencia, no al poder de su
aparato reproductor, el moro era muy inteligente, su dueño lo soltaba a los
playones, en vez de meterlo en una huerta de hierba viche de dos metros de
altura que había cerca de la casa. Él decía mijo Sico, suelte ese burro para
que se vaya a recrear, en pocas palabras, al día siguiente regresaba con mucho
brío.
Tío tigre hacia sus
apariciones cerca al playón de palitos, todo animal que habitaba y dormía en
esos playones, se los comía, solo le dejaba los huesos, pérdida total para sus
dueños porque era exquisito comerse al ternero de meses.
En cambio el burro moro,
buscaba para rincón largo, una ensenada de hierbas tiernas, cuando las aguas
del río san Jorge se alejaban, allí compartía terreno con otros animales de su
especia, vacas y toros más garzas morenas y blancas, piscingos y barraquetes,
coyongos, piguas y cocineras, aves que le tiraban el pitazo si llegare a
aparecer tío Tigre.
Pero su dueño se empeñaba a
dejarlo amarrado a soga larga en la cerca cuando iban a cortar la leña para los
fogones de las casas del pueblo, le
quitaba los aperos y se internaba a cortar la madera, en silencio el moro se
hacía debajo de un frondoso árbol, allí llegaban los pájaros garrapateros a
espulgarlos, oportunidad que aprovechaba el moro para relajarse, eso si la
oreja derecha siempre estaba monitoreando los sonidos y pisadas.
La primera vez que hizo su
aparición tío tigre en el camino viejo, le fue como perro en misa, porque mano
Mañe andaba por la zona, el moro olfateo y de chévere le mando el mensaje a
mano Mañe y por poquito le mete el plomo a tío tigre.
La segunda vez que el burro moro
se topó con Tío Tigre se lo cogió amarrado con la soga a larga distancia, el moro lo vio llegar,
venia agazápado, sigiloso y en plan de comer carne de burro Moro fresquecita,
en par segundos el burro la pensó, no había tiempo para más, cuando Tío
Tigre se le abalanzó, el moro dios tres
vueltas de campanas y envolvió a tío tigre con la soga y lo ató al frondoso
árbol de mamón macho, rebuznó y rebuznó hasta que hizo su aparición su dueño,
acompañado de Mano Mañe y su escopeta tiro cero.
Vea Tío Tigre lloraba como
estudiante de primaria en el siglo pasado cuando le iban a pegar con el perrero
cuatrimotores de don Raimundo Bravo, de los bravos de la villa, mano Mañe le
dijo te voy a soltar con dos condiciones, una que no te volváis a meter con el burro moro y dos, porque te quiero coger es libre y corriendo, ahora a correr,
Tío tigre le decía a mano Mañe, por favor no me mates, no voy a correr, salió
caminando despacito y cuando llegó a la bola de monte corrió y grito: Esas me
las pagas mano burro, cero y van dos.
Pasaron los años, de Tío Tigre no se supo más, mano Mañe
está en la eternidad, el burro moro lo atropelló un volteo cuando iba detrás de
una hermosa pollina, mijo Sico, anda divagando por el mundo de las letras, hoy
está aquí, mañana está allá, hoy es realidad, luego es ficción, que está en Aguas blancas y Valledupar, en Urumita y La Jagua del Pilar, en Sincelejo y Corozal, Mompox, Magangué, la Victoria, Juana Sánhez y a la hermosa Villa de San Benito Abad lo ven llegar.
Cero y van Dos.