LAS CINCUENTA VACAS, DE CINCUETA PESITOS
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Costa Norte
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Costa Norte
El blanco Rómulo Rossi, un
pensionado y politiquero de este hermoso país, compró cincuenta vacas paridas y
las deposito en una de sus haciendas al cuidado de un capataz, las trasportaron
en viaje de a pie y las pasaron por la calle central del pueblo, donde por las
ventanas se asomaban las caras tristes y afligidas por la falta de oportunidad
de trabajo, educación y salud, así como quieren que esté el pueblo.
Una de esas caras era la de
cincuenta pesitos, un grandulón, flojo y malcriado, con un ojo biónica y una
mente ágil, se la pasaba viendo que estaba mal puesto y a quien podía
extorsionar, hoy le tocó el turno a el blanco Rómulo, de frente y con velocidad
fue a su casa, pregunto por él y lo encaró diciéndole: Vea Blanco, si usted no
me da una recompensa boqueo que su hija, La Mariposa entró a las siete de la
noche y salió al día siguiente a las cinco de la mañana de un burdel, esa niña
era el talón de Aquiles del prestigioso Político, que en pocos meses aspiraba a
un puesto de dirección del Estado.
Que quieres a cambio, yo sé
que tú eres el chismoso del pueblo, que no puedes tener esa boca cerrada, no me
vallas a meter en problemas, ve que voy para el Con grieto, habla pues.
Cincuenta pesitos, le dijo, bueno yo quiero tres vacas paridas de esas que pasó
ayer por el pueblo, más cincuenta pesitos. Concedida la petición. A los diez
días volvió cincuenta pesitos donde el blanco y le dijo: Vea blanco yo no me
aguanto esta boca, estoy que pregono lo que vi de su hija.
Ajá, cincuenta ahora que
quieres, bueno blanco quiero diez vacas más y cincuenta pesitos. Concedidas,
pero no hay más, si no me veré en la obligación de meterte preso por calumnia.
Le dijo cincuenta, no sería una mala idea blanco, allá en la cárcel el estado
tiene la obligación de mantenerme, pero no le aseguro que no voy a divulgar su
secreto.
Ya se comentaba en el pueblo
que Cincuenta pesitos ahora eran ganadero y que trabajaba la tierra juicioso, a
los tres meses, se le apareció Cincuenta pesitos a Rómulo y le dijo que esta
vez si iba la cosa en serio y con megáfono en mano trató de vociferar el
secreto de la hija. Rómulo lo aguantó y le dijo bueno habla que quieres ahora.
Quiero el resto del ganado y
diez hectáreas de tierra para pastar y cincuenta pesitos y vea que las
elecciones son el mes que viene, concedido, fue y cercó una porción de tierra
del blanco a su antojo y arreo el ganado a pie, pasando por el centro del
pueblo, quien extrañado se decía que el entuerto de Cincuenta pesitos y el
blanco Rómulo, era grande.
Ya para terminar, Cincuenta
pesitos, era un próspero ganadero y su boca no aguanto más esa primicia, salió
a votar en las elecciones y ya con tres botellas de ron encima, buscó a el
Blanco que iba ganando las elecciones y le dijo, lo siento blanco, le voy a
devolver el ganado y la tierra, porque este tapado no lo aguanto más, yo me
estoy muriendo con ese pensamiento encima, vaya por su ganado y sus tierras, megáfono
en mano y a todo pulmón, vociferó la primicia, que fue bien acogida por los
contrarios de Rómulo, , perdiendo el blanco Politiquero las elecciones.
Después de ese acontecimiento,
Cincuenta pesitos, cogió una chiva de escaleras y se largó más allá de la raya.