sábado, 31 de diciembre de 2016

EL GATO RATERO (Anécdota Familiar)


EL GATO RATERO (Anécdota Familiar)
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Región Caribe


En casa de la Prima Mana, vivía Santa, un muchacho bravo con los puños, pero cobarde del miedo, más en horas de la noche, su prima en horas del día le dijo Vee Santa tu sabéis que esta casa la habitamos tu y yo porque las muchachas están pequeñas y el Mono está por fuera,  tu eres el hombre de la casa y por lo tanto debes responder con carácter y Bravura a cualquier intento de meterse algún ratero a la casa.

Hombe Mana como vas a dudar de mí, vea el que intente meterse tú lo agarras por la mano y yo con esa rula le mocho el brazo, abro la puerta y lo vuelvo picadillo, la Mana se quedó viéndolo y dijo entre pensamientos bueno estoy respaldada, no hay nada que temer, Santa dormía en una hamaca en la tercera habitación de la casa y, la Mana en la primera habitación.

A media noche se escucha un zumbido, la Mana abre un ojo y alerta al oído derecho, suena una vasija en la cocina, la mente le decía: Mana se entró el ratero, Mana se entró el ratero, con todo el cuidado del caso la Mana se levanta en bata de dormir, se asoma a la sala pensando que santa tenía la rula en la mano, pero nada en el primer cuarto se escuchaba un ronquido a leguas, llega a la alcoba, entra y muy sutilmente llama a Santa: Santa, Santa, Santa, al tercer llamado brinca  de la hamaca pega tres gritos: Hay, Hay, Hay mi madre, levanta los brazos y sale detrás de la Mana, quien huía del monstruo dormido y cagado del miedo, pensando que iba por la Rula.


En la Cocina maúlla un gato, Miaaaaauuuu de miedo y salta la tapia por una Ventana, la mana ya estaba sentada en una silla Made In Sampues, alii permaneció por espacio de media hora, hasta que el susto se le pasara, cuando ve que la cortina de la habitación de Santa, se va abriendo paulatinamente, se asoma una nariz chata, después toda la cabeza, venia riéndose de sus payasadas, la mana al verlo se le pasa la rabia y a esa hora se fueron de risa hasta la seis de la mañana, al tercer canto del gallo basto, montado en el palo de totumo en el patio de la casa de la Mana, mi prima hermana.

sábado, 17 de diciembre de 2016

EL REY GUAJIRO

EL REY GUAJIRO

Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Agatha, una gata de color blanco y pintas negras, llegó como Mascota al hogar de Los More, era la consentida de ese hermoso hogar, ella se podía acostar en los muebles de la casa, en la cama y hasta en el carro tenía su sitio, nadie podía sentarse en él.

Llegó Tobby, un gato callejero, zaramullo y feo y se enamoró de Agatha, de esa unión nacieron treinta y ocho, cuarenta y don Ferna, fueron creciendo al cuidado de su mamá animal y de los More, tanta fue la atención hacia ellos que Agatha se enceló y un día que la familia salió de paseo en el carro, hicieron una parada por el treinta Guajira y la madre gata se bajó se internó en los cardonales  y ni dijo adiós.

Los tres consentidos de los More, fueron creciendo a peso de leche de chiva y hoy en día son tres hermosos gatos que lo que encuentren se lo comen. Uno de esos pajaritos enjaulados como el de la vecina la cachaca, fue víctima de las garras y dientes de don Ferna, esa discordia está como corazón de quemadura, palpitando.

More, se trajo de Macho bayo un Rey Guajiro que le regalaron, es un hermoso pájaro de color rojo con copete, que canta a toda hora, su jaula está fuera del alcance de los tres gatos hijos de  Tobby el malo, como ellos hablan en un lenguaje no castellano, menos inglés o mandarina, pero se entienden.

Por las noches tan pronto se acuestan los more, comienza la segunda del noveno, don ferna el gato más cuajado y ágil, a pesar de su nacimiento arrastrando las dos paticas traseras, hoy es el rey de la casa y por su puesto le da rabias al oír, disque el rey guajiro imponente y copetón.

Escuchen mis lectores los tres gatos han hecho lo imposible por sacar al Rey Guajiro de ese hogar, él canta y canta y nadie lo entiende, le derraman el alpiste fino que le compran, le botan el agua, le mesen la jaula durante toda la noche, están tratando que los more dejen la escalera por olvido en el sitio donde lo suben al techo de la casa,  le dicen, vea primo, usted no va a llegar a viejo, o te vas o nos los comemos con ti plumas.

Aconteció que tan pronto llegó el Rey Guajiro a casa de los more, la vecina se enamoró del pájaro, ellos los more por pena y con la deuda de don Ferna, le dijeron que le iban a conseguir uno similar, eso sí que tuviera paciencia de espera porque no se consiguen fácilmente están en vía de extinción, cada uno vale millón quinientos y si cantan valen cinco millones de pesos, por eso don Ferna el gato más cuajado, lo quiere exterminar.

Se fue More masculino a trabajar y quedaron los animales y pájaro al cuidado de More Femenina, tanto te quiero Rey Guajiro, que se lo iban a regalar a Tío Mañe, que ya venía en camino a recogerlo, los tres gatos contentísimos al escuchar tan semejante propuesta, esa mañana maullaron de alegría, la more colocó la gran escalera y peldaño a peldaño subía, bajó con el Rey Guajiro y lo colocó en el piso,  se lo encomendó a treinta y ocho, cuarenta y don ferna y, se fue a buscar una jaula más grande.

Tan pronto estuvo fuera de la mira, treinta y ocho le mandó un zarpazo a la jaula dejándole una abertura, que fue aprovechada por el Rey Guajiro y tomó vuelo hacia el techo, la fiesta fue en grande, los tres gatos brincaban y le hacían guerra al pajarito, el más fino de los pájaros Guajiros, después de mi persona, cuando llegó la more, pájaro a donde, les preguntó a los gatos y estos miraron hacia el cielo raso de la casa, pegado en el bombillo de la energía estaba el Rey Guajiro, diciéndole a la More, sálvame vee, sálvame veee.

Los vecinos acudieron al llamado de capturar al Rey Guajiro, la vecina a quien don Ferna se le comió su pájaro se colocó en la puerta de entrada principal, por allí se fue el rey guajiro, el pájaro más fino de todita la guajira y el Valle. Ahora está la duda si el rey Guajiro salió con consentimiento o no de la Vecina que lo miraba con los ojos de gato, hijos del gran Tobby. Y que le van a decir a more cuando regrese del trabajo.

Libre y enamorado se encuentra el Rey Guajiro en el Cerro Pintao, en las noches se reúne con el trio de oro y la hermosa amistad de los tres monitos, cantando y parrandeando bajo la voz de Leandro Díaz y Poncho Cotes Junior, con el espejo de la Luna llena en el río Marquesote, donde llega a beber Agua bien  fría que baja de la gran Sierra del Perijá.

Agatha, se volvió montañera y se convirtió en una hermosa tigresa de la selva Guajira, olvidándose de sus hijos treinta y ocho, cuarenta y don ferna.

sábado, 10 de diciembre de 2016

EL HUESO DEL LOMO DEL TORO NEGRO

EL HUESO DEL LOMO DEL TORO NEGRO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

En la finca Palo Negro, había en sus potreros un toro de color negro azabache, viejo, lo tenían de Padrón, o sea para reproducción de la especie, pero con el tiempo el toro se engordó y ya no cumplía su tarea.

El dueño de la finca lo mandó a sacrificar y a repartir su carne entre todos los mozos de la finca y sus vecinos de alderredor. Eso sí pidió el cuero para mandar a forrar cien taburetes, cincuenta tambores de cumbia, veinte bombos, diez redoblantes y cinco aperos de sillas para caballos, vea compadre ese toro era grande.

Con el hueso del lomo del animal que media cinco metros, desde la tabla del pescuezo hasta el musengue del rabo, lo salaron y colocaron al sol por un mes, cuando ese lomo estuvo seco, que ya las moscas no lo determinaban, lo enrollaron como culebra boa y lo guardaron en la alacena donde depositaban las quinientas arrobas de queso que producía la finca, mensual.

Los campesinos de la región, sabían de la existencia del hueso del lomo del toro, la primera estrenada fue en una sopa que se hizo en la finca para alimentar a cien trabajadores que contrataron para tumbar una montaña.

Ese día la negra Adelma y sus doce hijas, más el capataz de la finca y sus mozos, se pusieron en acción bien temprano, unos arrancaban treinta matas de yuca y veinte gajos de cuatro filos, otros cortaron dos burros de leña, los otros fueron a la ciénaga a jarrear agua, y los últimos se fueron para la Villa a comparar los condimentos para el gran sancocho de hueso de rabo del toro negro.

A las diez de la mañana ya estaban los tres bindes colocados en triangulo, con las tres entradas de leña por sus lados y arriba de ellos una olla de barro rojo, boca ancha, con sus respectivos cucharones de palo y la paleta de madera para menear la olla.

Construyeron un andamio alrededor de la olla con una escalera de madera para llegar al borde e introducir el hueso, que hirvió y espumeó por espacio de cinco horas, al cabo del cual sacaron el hueso del lomo del toro negro y lo colgaron en una vara de tierra santa a mitad del sol para que nuevamente se secara.

A las doce del mediodía, una voz fuerte gritó:

Golpeeee de mano, golpeeeee de mano, ese grito en el argot campesino, ganadero y en la pesca significa: A comer, a comer.

Todos los trabajadores tiraron sus rulas y hachas, de desmontar y acudieron a almorzar.

Habían servido el almuerzo en una mesa de tabla de camajón seco, y unas bancas de listones de guarumo, de aproximadamente diez metro de longitud lineal, sobre la mesa unas hojas de plátano verde, cien totumas de calabazo, las treinta matas de yuca, una loma de arroz subido y sus respectivas cucharas de palo. Cinco frascos  con suero preparados  con ají picante, cebolla y ajo morado.

La carne, brilló por su ausencia debido a que el hueso lo sacaron de la olla y nuevamente se estaba secando al sol,  para prestarlo a los vecinos que le fueran hacer sancocho a los mozos para tumbar montañas.

Para no alargarles este cuento, el hueso del toro negro, fue tan famoso que en toda la región caribe lo solicitaban para hacer sancochos, duró más de cinco años, entrando y saliendo de la olla, de un lugar a otro, su estructura se desgastó y hoy reposa en el museo de los recuerdos de mi hermoso pueblo, “La Villa de San Benito Abad Sucre Colombia”.

Acompañado de un ciento de tabaco negro ovejero, un puño de arroz subido, una yuca mona blanca, un bagre pintao de metro y medio, un sábalo escama de plata, cinco moncholos de rio, una docena de cazabes, un pavo, una gallina criolla pescuezo pelao, un porro palitiao y tapao, tocado por la banda de música sabanera vieja de la Villa, en una rueda de fandango en la placita y, un cuento bien jalao ¡carajo!.



sábado, 3 de diciembre de 2016

MANO PECHI, HOMBRE AVENTAJADO A LAS TROMPADAS


MANO PECHI, HOMBRE AVENTAJADO A LAS TROMPADAS
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Amaneció una parranda en un Sardinel de esos de cuatro escalones, allí estaban once de los amigos del Víctor (El Pechi), él no participó en la parranda, porque su mujer no lo dejó salir, pero al día siguiente tenía que ir a buscar una malanga a la sierra porque ya estaba arrancada y se podía dañar.

Salió el Pechi en su mulo negro de la casa, a la siguiente esquina dobló hacia la casa del pretil porque escuchó la música, el bebedor sigue el sonido del picó, así como la culebra patoco blanco sigue el pun pun del hacha tumba montaña.

Allí estaban sus once amigos del alma y del ron, tan pronto lo vieron venir destaparon la botella y fueron a su encuentro, hombe mi amigo, tómese un trago, bébase otro y lo bajaron del mulo, ya estaban completos, cuando le habían dado media botella de ron le dijeron que anoche habían peleado con los Madariaga y que por él no estar allí, perdieron la pelea.

Enseguida dijo el Pechi, bueno vamos a buscarlos a ver si hoy nos ganan, hay que aclarar que esas peleas eran a puño limpio, de vez en cuando tiran bancas si iban perdiendo la pelea y no se metían los particulares, iban para el Anzuelo donde estaban amanecidos sus enemigos, el Pechi decía en su borrachera que le dejaran a Manuel Madariaga hombre de trompada firme para poner a dormir a cualquier humano.

Esperaron un rato, ya viene la gente, me voy a alistar para aporrear el mío, dijo uno, ya había pelea en el billar el Anzuelo, Cecilio Mercado ya estaba peleando en la cantina contigua, en eso el Pechi estaba sarandete así como palo de coco en mes de brisa, rezagado de la borrachera que tenía,  venia Manuel Madariaga y sin mediar palabra le metió una patada en el flanco derecho, que indefenso se fue a tierra.

En el billar tiraban bancas de madera, botellas de cervezas y todo objeto volador que tuviera peso, iban perdiendo la pelea, los doce apóstoles del ron y las trompadas,  el Pechi es nuestra salvación, aquí está un mierda en el suelo, gritó uno de los doce, porque nos van aporreando los Madariaga, en esa venía entrando Manuel Madariaga y gritó, “El Pechi uuuuuu, ya lo volteé antes de llegar, más bien corran porque voy a comenzar a tirar trompadas.

A tanta jarana en el Billar el Anzuelo, el nieto del Pechi, un borregon de catorce años fue a asomarse y los demás mirones le decían, el Pechi, el Pechi y señalaban donde estaba el hombre que más jala trompadas en la región de San Ángel, El Difícil y Chibolo Magdalena, tirado en la arena, gozando de su tercer sueño, y su esposa lo hacía llegando a la sierra cargando el mulo con los dos bultos de Malanga.