EL SUEÑO POR EL DINERO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe
Todas las mañanas antes de que
el gallo basto que se encontraba montado en el palo de totumo, marcara las
cuatro de la mañana con su reloj biológico, Kico ya había maquinado las actividades, metas,
proyectos y soluciones a la vida que pondría en marcha al día siguiente.
Esa noche en particular,
comenzaron a fluir soluciones a los inconvenientes de la vida, el que más le
llamó la atención fue la de una mesa rustica de seis tablas de cativo que tenía
en su comedor, que a la hora del golpe de mano, estaba llena de pescado frito
con yuca harinosa, ella a esa hora de la noche no le cabían las pacas de billetes de a cincuenta mil
pesos, billetes emitidos y moneda corriente activa en el comercio.
A esas, se le vino en mente un
familiar lejano que tenía a quien no conoció por las distancias de tiempo y
lugar, a quien investigo sus historias, sus hazañas de vida, quien más podía
traer a su vivienda tanto dinero?. Listo solucionada la vida familiar se dijo, con
mucha prudencia cavó un hueco en la sala de su casa y depositó tan semejante
cantidad de dinero forrado en polietileno, resistente a la polilla, el comején
y la avaricia del humano.
Durante un largo tiempo
permaneció el silencio y el dinero depositado, hasta que el capitán un perro
sabueso entrenado en la policía para detectar valores, comenzó a ladrar y a cavar,
su dueño el vecino retirado de la milicia, lo miró y dijo caramba vecino que
tiene enterrado allí, desembuche. Ni su esposa con todo lo sabueso que es ella sabía
del dinero, el perro insistía en ladrar y cavar en el sitio.
Situación que lo puso nervioso
y de una le cambió la conversación al vecino agarró el perro por el cuello y
los condujo afuera de la calle, su esposa lo codeaba y decía, mijo kico que te
pasa, él balbuceaba y le contestaba, el dinero, el dinero, el perro, el perro y
nuevamente se quedó dormido.
Al día siguiente, cuando se
levantó su esposa le llevó el tinto o café negro a la cama como de costumbre,
allí le lanzó la pregunta del millón, de que dinero me hablabas anoche, y cual
perro, cuéntame de ese dinero, con un poco de incomodidad le dijo no has visto
la mesa de comedor taquiaita de billetes de cincuenta mil pesos moneda
colombiana.
Ella le contesto: No allí no
hay nada, está es la sala escarbada como si un perro sabueso hubiera sacado un
tesoro, vea Kico voló de la cama y exclamó con rabia, nojodass el perro del
vecino sacó los billetes, cogió el revolver calibre treinta y ocho los cincuenta
cartuchos indumil salió a la calle y ya le estaba reclamando al vecino por su
plata, por la que los humanos se hacen matar y matan a los demás seres con
razón y sin razón de ser.
Observó de frente a la distancia la silueta humana de
su lejano primo, riéndose de los pensamientos y sueños, fuera de lo común.