EL FERRY BOAD
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe
Tan pronto paró la chiva y
apagó sus motores después de un recorrido de 225 kilómetros, acompañados de
innumerables paradas subiendo pasajeros, bultos, gallinas, cerdos pavos, los
niños llorando, la temperatura a 34 grados por no exagerar, el cachaco pidiendo
el vuelto del billete grueso con que pagó el pasaje, el avivato vendiendo relojes chimbos, la señora de la última
banca pidiendo una bolsa que su nieto venia mariado y se iba a vomitar a los
demás pasajeros.
Al fin en tierra, digo en
barro, un hermoso paisaje del majestuoso río de la magdalena, pita el ferry que
va a atravesar a los carros que hacen fila para subir, en ese lapso de tiempo
los pasajeros de la chiva comían y bebían café con leche, tinto, empanadas,
arepas con huevo y carimañolas que hace con sus manos una afrodescendiente,
pañoleta blanca en su cabeza, diestra con sus manos y su mente, guantes para no
contaminara los alimentos al recibir el pago y sacar la cuenta, tres
carimañolas, dos arepas con huevo y una
chicha de maíz, son seis mil quinientos pesos y punto.
Tres volteos, cinco Jeep
Willis, diez carros automóviles, una catapila, dos orugas palas y seiscientos
bultos de ñame, que descargaron del techo de la chiva, no cabe más nada, gritó
el conductor del ferry, pita de nuevo el ferry Boad y se inicia la travesía con
una duración de dos horas en la operación de cargue y descargue.
Los pasajeros de la chiva quedaron
sorprendidos al ver el ferry inclinado hacia la izquierda, pero como ese
trabajo es de otro resorte, vean no había recorrido las dos varas cuando se fue
inclinando más y más y cayeron los vehículos a las corrientes del río, se va
formando un alboroto en el puerto, los canoeros, los chaluperos y el
conglomerado en general se lanzaron a las aguas a rescatar lo que pudieran.
Las orugas como estaban
encendidos sus motores borbollaron y paulatinamente se hundieron, los
tripulantes de los vehículos todos fueron rescatados, los bultos de ñame no
aparecieron, los vehículos fueron rescatados, la catapila fue sacada de las
profundidades del río, faltaron las orugas y los bultos de ñame.
Imagínense señores lectores
que pasó después de una semana de haber ocurrido el incidente en el ferry,
todos los días amanecían pilas de tierras formando un camellón a la margen
izquierda del río, cuando se percataron de lo que estaba ocurriendo ya el
terraplén de arena llevaba más de 350 kilómetros, le hicieron un seguimiento y
eran las orugas cavando el río y a la vez sembrando el ñame en sus orillas con la
tierra abonada que sacaban de las profundidades.
Se acabaron las inundaciones,
el río se hizo navegable, entraban los buques que iban a cargar las toneladas
de ñame de la semilla que cayó al río cuando el Ferry Boad se voltio debajo del
puente Gilberto Alejandro Duran Díaz. Había tanto ñame en esa región que se
formó una industria de harina, casabe, bollo, arepas, buñuelos, carimañolas,
kekis y almojábanas de ñame de exportación para otros paises.
Todos sus pobladores estaban trabajando en la
fábrica, unos cuantos se quedaron pescando y sacaron con sus chinchorros del
fondo del río las orugas que años atrás se habían hundido, los hombre que las
manejaban se volvieron mitad hombre y mitad caimán, de allí la historia del
hombre que se volvió caimán, cada uno media ocho metros, de la cabeza a la cola. Si señoooo.