SOLO POR UNA LIBRA DE ARROZ.
Por Francisco Cadrazco Díaz.
Escritor Colombiano Región Caribe.
Por Francisco Cadrazco Díaz.
Escritor Colombiano Región Caribe.
Anoche salí a comprar una
libra de arroz, en la tienda más cercana, estaba muy llena y me pase para la otra al frente,
allí no había arroz, entonces decidí irme para un barrio cercano, pero allí
habían unas líneas imaginarias que como mi hermano Ernesto, no se ven, tan
pronto llegue a la tienda, el dueño me dijo, tu no eres de por acá, ¿cómo llegaste?,
le conteste: bien, no encontré inconvenientes en el camino, ahora estoy
pensando la salida.
Me despacharon la libra de
arroz y cogí calle, tenía que pasar por obligación por una zanja de arroyo, me persigné
como buen Católico y bajé, en ese sitio me salió un muchacho como de quince
años, peló una navaja pequeña de color rojo y me quedó mirando fijamente, le
dije no llevo nada, solo una libra de arroz en esta bolsita, me miró el
bolsillo y le dije las llaves de la casa, giró la cabeza y con el ceño fruncido
me dio a entender que el bolsillo trasero, allí llevo la cartera con papeles
del seguro social y la cédula de ciudadanía Colombiana.
Lo extraño era que no me
hablaba y entonces entendí que era un atracador mudo, le dije si me sacas de
aquí te recompenso con un billete de a $50.000.oo pesos que tengo guardado en la
casa para los pasajes cuando salgo.
Me hizo seña que caminara
adelante, así lo hice, cuando ya habíamos traspasado la zanja, salieron ocho
muchachos más, unos morenos, otros de piel clara y noté que todos habían sido
mis compañeros de estudios primarios, uno de ellos me dijo Hola Cubita, le
conteste que hubo Toño, como estás, los otros miraron a Toño y le hicieron
señas a que me atracaran.
Les dije, caramba muchachos
años sin vernos, Manolo me miró y dijo, que haces tú por acá, este no es tu
barrio, le contesté vine a comprar una libra de arroz en la tienda de Abigaíl,
porque por allá hay es un poco de cachacos que venden caro y despachan poquito.
Marco el más pleitisco de
los ocho que habían allí más el mudo que se abrió de la reunión o encerrona en
que me tenían dijo: Te acuerdas de las que nos hiciste en la poza el Cantil,
que te llevaste la ropa y nos dejaste en cueros y hasta ahora apareces,
contesté, hombre muchachos eso hace muchos años, ya somos bien adultos y además
somos amigos, no veo ninguna diferencia entre ustedes y mi persona.
Se reunieron e hicieron un
circulo y deliberaron mi suerte, momento que aproveché y di un salto, me apoyé en la punta de los
pies y salí volando como una bala, eso le pedí a mi Dios, que me diera alas
para salir de ese sitio, cogí camino y me volví invisible, sin embargo los
malandros me seguían de cerca.
Llegue a una finca cercana y
me quedé en el techo, después pase a una segunda casa, donde había una mujer
recién parida, la salude y le comente que me venían persiguiendo unos muchachos
del barrio contiguo, ella me dijo, lo mejor es que se vaya porque ellos no se
gustan con los de acá y se va a formar una guerra campal y no sé cómo irá a
salir librado usted.
A poco rato ya venían, era
una turba de muchachos entre los quince y veintiún años, todos armados con
revolver y navajas, palos y piedras, como si buscaran a un delincuente, miré un
pozo calicanto y me tire de cabezas a sus profundidades, toqué fondo y salí por
un lado del ultimo anillo de cemento, me quede allí abajo al lado del tanque,
escuchando a los malandros que decían que yo había traspasado sus líneas
imaginarias y que tenía que pagar con mi vida.
En ese trance, escuché una
voz masculina que me dijo sal de allí y vuela lo más alto que puedas que yo te
cubro, esa voz era amigable y
protectora, me impulse y nuevamente salí como una bala, abriéndome
camino sobre la tierra, al salir a la superficie causé una explosión que en
pocos segundos se volvió candela y comenzaron a arder cientos de taxis
amarillos que estaban dentro de un parqueadero.
Como me lastime un brazo, el
izquierdo, la voz que me acompañaba me dijo sóbate el brazo que ya estas sano. Así
lo hice y les puedo jurar que al día siguiente en la realidad de la vida y no
en esa desagradable pesadilla de la Libra de Arroz, el brazo está completamente
sano, ahora voy a cancelar la cita que tenía con el médico Ortopedista, me deshice de los malandrines de barrios que
tienen al sur de la ciudad acosado con sus líneas imaginarias, que ya no se
puede entrar a ellos a visitar a los amigos que un día dejamos allá.
Después de referirle a mi esposa
este cuento, me dijo, no es la primera vez que a ti te sucede esto, eso te pasa
por levantarte de la cama que compartimos hace treinta años, para ir a la calle
a buscar el peligro, una noche de estás no vas a poder volar y salir como una
bala y te van a azar. SOLO POR UNA LIBRA DE ARROZ.