SENCILLO, MI ESTIMADO
GUASÓN
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe
Carlos Carpintero y
Torrenegra, era un personaje de la vida pública, de baja estatura
pero de decisiones firmes, Abogado Litigante conocedor de la letra menuda, orador
nato, motivador, seguidor de Jorge Eliecer Gaitán, polémico, usaba las plazas
públicas para instigar a los jóvenes universitarios que usaban boina negra y
gris, le daba palos a los dirigentes políticos y funcionarios que manejaban la
cosa política a su antojo, hoy en uso de buen retiro.
Cuando se apoderaba de un
caso en litigio, lo llevaba hasta las últimas consecuencias judiciales y jurídicas, si era de ir a hablar
con el Presidente de la República no le temblaba el pulso vocal para decir
cuántas verdades que meritaban la ocasión.
La autoridad policial tenía sus reservas sobre
el conocido y reconocido abogado que les daba sopa y seco cada vez que tenían que
controlarlos, digo controlarlos porque el séquito respaldo de la clase
estudiantil, gremios, sindicatos eran la mayoría, y a esa altura se podía
expresar el sentimiento de un pueblo oprimido, como dicen en mi hermoso pueblo
que me vio nacer, a esa persona le
pesaba la cola.
En una ocasión de la vida
humana, programaron una multitudinaria manifestación contra todos los males
patológicos, sociales, políticos y económicos que agobiaban a este querido pueblo colombiano, en especial a Barranquilla, los servicios públicos, los salarios de los obreros de overol, el
transporte, la educación, la salud y la cantidad de parásitos enquistados en
las oficinas de los estamentos del estado y la nación y las partidas para
mejorar estos servicios, llegaban partidas, hecha trizas y las desviaban de su
objetivo específico.
El paseo de Bolívar era la
plaza escogida y entre las carreras Progreso (41) y Veinte de Julio (43) armaron tarima,
al frente del Almacén Tarud, punto conocido y reconocido por sus telas y sus
dueños de descendencia Libanes, no turca.
A las tres de la tarde no cabía un alma más,
la multitud con banderas, pancartas, pasamontañas, pañoletas, mochilas llenas
de piedras para contrarrestar a la policía, que solo podían usar un bolillo de
madera guayacán, inteligencia y contra-inteligencia, pendientes de los acontecimientos de manifestación pública, medio recurrente para ablandarles el
piso a los dirigentes políticos y conseguir partidas para mejorar las
condiciones de vida de un pueblo en legítimo derecho.
Hablaron los estudiantes,
los gremios, los sindicatos y el plato fuerte era nada más que el Doctor Carlos
Carpintero y Torrenegra, lo tenían reservado y acomodado dentro del Almacén
Tarud, ya le habían dado cinco tragos de Whisky, más una cerveza águila que
cargaba en su mano derecha, porque en la izquierda tenía el discurso escrito.
Dentro de la Institución
Policial, los grupos de inteligencia por orden del Coronel comandante de
Departamento y el mismo Presidente de la República Misael Pastrana Borrero
dieron la orden de no dejar subir a la tarima al polémico abogado, ¿pero cómo?,
se preguntaban, si ese personaje vivía rodeado y cercado por sus seguidores,
las estrategias de seguridad de la policía no daban para bajarlo de la tarima.
Ya en pleno discurso y
agitación de las masas Carlos Carpintero tenia encendida la llama de la
inconformidad de un pueblo lleno de problemas por causa del sistema de gobierno
y más…
Había entre la multitud un
personaje diminuto de estatura pero con una gran inteligencia, Cirilo Waitt, estudiante
asistente al segundo año de derecho de la U de A, se le acercaron dos hombres y
le dijeron que si se quería ganar unos quinientos pesos colombianos de la época
y le propusieron que subiera a la tarima y le dijera al oído al polémico
agitador de masas que el mismísimo Presidente de la República lo llamaba vía
telefónica en el almacén tarud.
Les dio resultado la estrategia, el orador bajó de la tarima rodeado de sus seguidores entre ellos un joven
delgado alto moreno, con un tabaco habano en la boca y una mochila que le llegaba a
donde estiraba su brazo, y entró al
Almacén, taponaron la puerta del almacén,
llegó a la trastienda y allí habían unos seis expertos policiales, lo
sacaron por la puerta trasera que da al pasillo del edificio y en la esquina
contigua había un vehículo con vidrios polarizados y fueron a dar a la tienda
cantina “La Magdalena” a orillas del gran río del mismo nombre, en el barrio
Las Flores.
Ya en el vehículo blindado
con 5 puntos de seguridad, le hablaron, le dijeron que eran sus amigos de
verdad y que no le iban a acusar ningún daño físico menos verbal y seguido a
eso le daban tragos de whisky, en la tienda cervezas van y cervezas vienen, de
una manera amena y sabrosa iniciaron la parranda acompañados de la salsa brava, departieron con el admirado político y
abogado Carlos Carpintero y Torrenegra, un gran amigo, un luchador y una
excelente persona. A las siete de la noche llevaron al personaje a su vivienda, sano y salvo, y al día siguiente todo el mundo a trabajar.
En el paseo de Bolívar ese domingo por
sustracción de materia se disolvió la manifestación.
SENCILLO, MI ESTIMADO GUASÓN.