LA NOCHE QUE LA LUNA LLENA, SE ENAMORÓ DE VÍCTOR
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano- Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano- Región Caribe
Víctor era un campesino
montañero de la región del dividivi, venía en su mulo negro patas blancas con
una carga de ají picantes, que cultivaba en unas cinco hectáreas de tierra que
le dieron a cambio de sembrar hierba para el ganado de un hacendado, siempre a
este campesino trabajador lo inquietaba la luna, él decía jocosamente que ella
le sonreía, se dejaba coger la noche en los playones, se bajaba del mulo y se
acostaba boca arriba a coquetearle a la luna, eso no le gustaba a su mulo negro
patas blancas y por esas cosas, vivía en problemas con su mujer.
Ese noche en que la luna se
le olvidó esconderse y darle pase al astro rey, estuvo atenta a la serenata de
amor puro que Víctor le brindó toda la noche en un espacio de playón,
acompañado de cinco botellas de ron blanco, su mulo negro y de toditos los
luceros del firmamento.
Hermosa luna del firmamento
que alumbras con los reflejos del sol, hermosa como una diosa, influyente en la
tierra, en tus fases provocas tormentas y tsunamis, vuelves a los humanos
locos, dictas tus leyes en la siembra de las cosechas, en el corte de cabellos
y a las mujeres las conviertes en lindas y hechiceras, todo esto lo vociferaba Víctor
en su estado de alucinamiento.
Su mujer se quedó
esperándolo esa noche, no regresó a casa y la Luna estaba roja y redonda como
una esfera de circo, tan entusiasmada estaba oyendo su hermosa serenata de
versos y poesías que salían de la boca del campesino, que perdió el tiempo y
espacio que ocupaba en el mundo, no se percató que el Sol venía con sus rayos a
absorberla y darle una lección de comportamiento.
Como que la Luna enamorada
de un campesino, que es eso, a donde ha ido a parar este mundo, decía el sol,
estas estrellas se han vuelto locas, ya la luna había tenido unos amoríos con
un cachalote viajero, con un toro, con el río y ahora con un humano.
Llegó Víctor al día
siguiente a casa con una sonrisa que su mujer se la convirtió en amargura al
notar la figura de la luna en sus mejillas, esos fueron dos besos que le
estampo esa bella estrella del firmamento en recompensa de una hermosa noche de
serenatas de un loco humano que fue correspondido ante tanta insistencia.
Nadie le creía al campesino
su cuento de que la luna le recibió una serenata y que se la cogió el día
alumbrando la tierra, solo el sol que no toleró ese insulto de la luna con sus
amoríos, eso les contaba Víctor a sus amigos en el parquecito del pueblo a las
diez de la noche, montado en su mulo negro patas blancas.
Ese embuste no te lo creemos Víctor, rebúscate otro cuento este no va, decía Alejo su amigo, y el campesino
no encontraba como justificarse, bueno si no me creen pregúntenle a mi mujer.
Fue cuando el mulo negro no
aguantó más y dijo:
“Hombre Víctor, di la
verdad, sino la digo yo, ya estoy cansado de tus mentiras y de tu peso, voy a buscarme otro dueño, y siguió el mulo hablando, vean señores lo que sucedió fue
que este señor venia borracho y se calló al suelo, yo para desquitarme de todas
las que me ha hecho le metí ají picante a la botellas de ron y comencé a comer
de los bultos que traía, me envalentoné
y comencé a cantarle a la luna y a versearles poemas de amor y con mi lengua,
se la pasaba a Víctor por la cara, para que creyera que era su amor platónico,
la Luna”.
“Toda la noche lo cuidé
hasta que al día siguiente se lo cogieron los rayos del sol, el picante de los ajíes y el
guayabo que tenía perdió la lucidez de la vida y se le salieron tres tornillos
de la memoria, ahora anda diciendo que la Luna está enamorada de él”.
Tiró el
mulo tres coces y se deshizo de su dueño Víctor y por último grito, “El novio
de la Luna ahora soy Yo”
Víctor se quedó sin su luna,
la mujer lo abandonó y su mulo lo patio, ahora anda solo por el mundo de los
lunáticos, de los vagos, los borrachos y los deshechos, solo por enamorase de
la bella Luna llena y dice que ese mulo negro de patas blancas, algún día se
las va a pagar.