VEREDICTO DE ANIMALES
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe
El Honorable Pato Lucas era
el más espectacular abogado penalista, por allá a comienzos del siglo XX que
existía entre los animales, había nacido de la unión de la pata perla con el
famosísimo pato Flimans, estudio Leyes en la universidad de Pensilvania EE.UU.
Adquirió
tanta fama, había defendido a docenas de animales, acusados de homicidio en
primer grado y ninguno de ellos había ido al temible tronco de madera, donde
descabezaban a los culpables, al único que se negaba a representar en su
accionar delictivo era al León de Melena.
Era un maestro en su oficio
y había opacado a los abogados defensores que brillaban cuando el comenzó a
ejercer, podía escoger su clientela, pero luchó siempre con su pico y patas por
cada uno de sus representados.
Hasta que llegó el día que
tuvo que defender al león de melena, quien había peleado con su archí enemigo
el tigre de bengala al invadir su territorio, cada caso le parecía un desafío
personal que lo llevaba a la Sala de Jurados con el mismo estado de ánimo con
que otro cualquiera hubiese trepado a la lona de un ring de box. Pero, al igual
que los campeones, no confiaba en la furia incontrolable para contener a sus oponentes.
Iba al juicio tan bien entrenado y preparado como cualquier boxeador que sube al ring, en el lenguaje del boxeo, había desarrollado lo que se le llama habilidad para el contraataque.
Que un fiscal ejecute una maniobra descuidada, que un testigo
contrario se distraiga un momento y baje la guardia: entonces el honorable
Lucas ataca sin misericordia con el ariete de sus feroces interrogatorios.
Llegó la hora de subir al
estrado, bajo la mirada certera de los doce animales que componían la mesa del
jurado, más el fiscal que en ese caso particular era el burro, centenares de
animales y aves se encontraban presentes entre todos ellos sobresalía el rey
golero, en la primera banca se encontraba el gallo guacharaco con sus espuelas
torcidas hacia arriba.
Silencio por favor el honorable
Juez Conejo Cotilino hace su entrada a este recinto, todos de pie dijo el
guarda de seguridad del condado de la chambita, pueden sentarse, por la
magnitud de este litigio entre el honorable defensor el pato Lucas y el fiscal
el burro carca, ante ustedes el caso de homicidio del Tigre de Bengala,
presunto acusado el león de melena.
Tiene la palabra el abogado
defensor:
Señor Juez, señores de la
mesa del jurado, señores animales, sin más preámbulos, presento mi defendido o poderdante,
el león de melena, un animal respetable y temido entre todos sus animales, que
ruge y hace temblar la tierra, pero él también tiene su corazón noble, me
refiero a que la tigra mercedes, esposa del difunto tigre de Bengala, le hacía
pantallas amorosas, se le metía en su rancho, buscando lo que no se le había
perdido, provocando, incitando a la pelea a estos dos fieros animales, para
enemistarlos más de lo que por naturaleza son.
Y llegó el día que se
aparearon y de esa desafortunada unión nacieron dos hermosos leontigres, tan
pronto esa situación ocurrió, el esposo de la tigra se dio cuenta de la abundante melena de los dos animales de sexo macho, rabioso salió a reclamarle su osadía
al león, pero este tan pronto vio que el tigre de bengala venia furioso se escondió
en una cueva, con su olfato el tigre lo localizó y le grito:
Sal de tu escondite cobarde que esto no se va a quedar así, te espero mañana temprano, antes de salir el sol en el peladero de la montaña de tecas, melenudo cobarde.
Sal de tu escondite cobarde que esto no se va a quedar así, te espero mañana temprano, antes de salir el sol en el peladero de la montaña de tecas, melenudo cobarde.
A esa palabras el León invitó a todos los animales
de la comarca, incluyendo como testigos a los feroces tigres de bengala a
presenciar la pelea más espectacular de ese siglo.
Honorable señor juez,
honorables jurados, les pido a ustedes piedad y compasión para este padre de
familia que fue asaltado en su buena fe, por esa temible y despiadada tigresa,
se sabía que alguno de los dos animales que protagonizaron esa riña, tenía que
morir, ante ustedes mis testigos son todos estos animales que se encuentran
presentes, ellos pueden afirmar que fue una provocación de la tigra mercedes
para ver correr sangre entre los animales, no tengo más que decir señores del
jurado, tomen ustedes mis palabras como las más convincentes y deliberen a
favor de mi poderdante.
Y se prendió la sala de
jurados con tantas voces de animales y aves a favor y en contra, apostados hasta en las ventanas del recinto, tirando estiércol a diestra y siniestras, para el señor juez era imposible
llamar a los testigos, por lo que no los tuvo en cuenta, pero los miembros del
jurado captaron las palabras del prestigioso abogado defensor, su habilidad
en invitar a todos los animales a atestiguar en favor del acusado, presentes en la pelea entre el tigre y el león.
Por orden del Juez, toma la
palabra el fiscal acusador:
Señor Juez, señores del
jurado, respetables animales presentes, en esta oportunidad me tocó por
obligación la defensa del temido tigre de bengala, un animal poderoso en las
montañas de teca, cada rugido representa para nosotros los animales una
sentencia de muerte, en especial nosotros los burros, cuya carne es apetecida
por este animal, sin embargo, señores presentes, el no se merecía una muerte
tan atroz, provocada por su misma esposa la tigresa mercedes, quien no se
conformó con la presencia de su raza, los tigres, animales de rayas amarillas
con negro, elegantes, fuertes fieros, para ir a provocar a el león de melena.
Esa fue una pelea injusta y desigual,
porque a ese tigre de bengala, óigase bien señores del jurado, le hacía falta
una pata, que la perdió por una trampa colocada por los humanos, en esa orden
de ideas, pido señores del jurado, señor juez, un veredicto ajustado a las
consecuencias de tiempo, lugar y modo, en que ocurrieron los hechos de
criminalidad entre estos dos animales archí- enemigos y pido la pena más grande
para el culpable o los culpables. No tengo más que argumentar.
A todas esas el honorable
Juez el Conejo Cotilino, no tenía ya fuerzas para sonar el mallete, de los
zafarranchos de los animales presentes, enfrascados en el sí y el no de la
culpabilidad del melenudo león, rey de la selva.
El Jurado se retira a
deliberar en un receso de quince y eternos minutos donde la sala de audiencia
parecía un mercado persa, hubo peleas entre los presentes, la policía no tenía
el control de la sala y tuvieron que mandar a buscar el Esmac y el Esmenos.
Orden en la sala gritaba el
diminuto Conejo Cotilino, vestido de negro hasta sus pesuñas, con un gorro
representativo de la Ley, el jurado después de deliberar se pusieron de acuerdo
y el entregaron el veredicto al honorable juez, quien leyó, el acusado León de
melena es:
INOCENTE.
Y como los veredictos de las honorables cortes de los EE.UU. en la sala de jurados, este prestigioso abogado,
el pato Lucas, después del zafarrancho que se formó en la sala de audiencia,
donde no quedo una banca de madera en buen estado, salió victorioso en hombros, como el más elocuente político de esta época.
La custodia de los dos
leontigres, se la dieron a la tigra
Mercedes la madre, a quien le colocaron restricción permanente a no acercarse a ningún
león de melena a veinte tabacos negros, a la redonda.