PANDEROS Y PANDERETAS
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe
Contaban los mayores, que
sus mayores les contaron, que en el arraigo popular, heredado de nuestra raza
indígena Zenú, la fabricación de los panderos de yuca, había una señora llamada
Cayetana, descendiente de la raza, famosa por la elaboración de panderos, pan
de coco, pan de queso, parpichuelas, hojaldras y peto de maíz cariaco.
A todo lo que hacía para
vender y mantener a sus dieciséis hijos, le ponía el toque del sabor,
imposible de resistir a no comprarle cualquiera de estos artículos comestibles.
Los más famosos eran los
panderos elaborados con almidón de yuca, huevo criollo y anís, por eso era que
cuando la señora Cayetana pisaba el parque principal, las aglomeraciones eran
tan grandes, que la autoridad eclesiástica de la Iglesia Católica, le prohibía
a Cayetana, llegar antes o en misa al parque, porque los feligreses se salían
de la iglesia a comprar los panderos y el cura quedaba solo, con el monaguillo.
Ya esa pelea del español con
la indígena Zenú, estaba casada, porque Cayetana no le prestaba atención al
cura y lo desafiaba, con su grito popular.
“Hay panderos, pan de coco y
peto de maíz cariaco”.
Por todas las calles de los
pueblos de la Región Caribe, se escuchaba el pregón de las mujeres vendedoras
de los famosos y agradables al paladar, los panderos.
Los españoles a través de la
iglesia católica, introdujeron las Panderetas, instrumento de percusión usado
para acompañar la misa las procesiones y los villancicos en navidad, con un
toque Andaluz.
Una vez, salió bien temprano,
Cayetana, con su pesada ponchera de aluminio, llena de panderos, pan de coco,
de queso y hojaldras, venia por la calles, pregonando su mercancía.
Por la misma calle, venia el
cura con la procesión y los fieles a la misma hora, sonaban las panderetas y
Cayetana gritaba panderos, panderos y sonaban las panderetas.
El cura, al ver a los fieles
y la Banda de música Sabanera, que se aglomeraron alrededor de Cayetana, no le
quedo mas, que unirse a la comitiva de los panderos, los panes de queso y de
coco, las parpichuelas, acompañadas de un peto de maíz cariaco, dejando la
ponchera que llevaba Cayetanna,
completamente vacía, acompañada de un público entusiasta, herencia de la triétnica raza, que caracteriza al pueblo costeño.
Alguien del público
entusiasta gritó: se prendió el fandangooooo, en la esquina de la placita.
Dieron la orden a que sonara la música, y del centro del estómago y los pulmones de los asistentes, salió un grito fuerte, gueeeeepajeee.
Cayetana meneaba sus
polleras y bailaba al revés de las manecillas del reloj, con la ponchera de
aluminio en la cabeza, y de allí de este famoso encuentro entre la procesión y
Cayetana, fue el primer fandango que se
bailó en el pueblo, duró tres días con sus noches a peso de vela de cuba
encendidas que se derretían en las manos de las mujeres alegres y bailadoras,
de la región caribe.
Sus habitantes se agolparon
en la famosa esquina de la placita del barrio el prado, bailaron, gozaron de la
fiesta más popular de la región sabanera y la popularidad de Cayetana por sus
Panderos y la tradición religiosa de un pueblo, sonando las Panderetas.
Hoy, les rindo honores a las
mujeres trabajadoras, alegres bailadoras, en especial a la matrona y popular Cayetana,
al fandango, y a los Panderos y Panderetas, para recordar las historias de mi pueblo.