sábado, 20 de diciembre de 2014

PRIMOROSO

PRIMOROSO
Por Francisco Cadrazco Dáz
Escritor Colombiano Región Caribe



María Cecilia y Prospero, procrearon un varón, a quien le pusieron por nombre Primor y por cariño su progenitora  le decía que era  Primoroso y así se quedó, todos en el pueblo lo llamaban Primoroso, fue el único hijo de la familia, por ese motivo lo sobre protegieron y lo convirtieron en un inútil, no ayudaba a su padre a las labores del campo, no estudio y era altanero con las demás personas, a diferencia de sus padres a quien todos apreciaban.

Prospero se dedicaba a ponerle trampas a los animales salvajes como el tigre, el gato de monte, el tigrillo, ponche, saíno, venado, perro de monte y toda clase de animales que por esa zona transitaban.

Nunca se imaginó Prospero que esa trampa le iba a servir para reeducar a su hijo, que sin saber ni conocer el área de trampas de su padre se dirigió allí, después de salirle con desplantes a su mamá por no querer colaborar en casa.

Salió Primoroso como una bala hacia el monte, llevaba una navaja pico de loro, una vara de totumo a quien le sacaba punta de pura rabia y pechiche, cogió la vía que utilizaba el tigre pintado un animal que salía a media noche al camino real y pedía chance a los vehículos que por allí transitaban.

La rastra de pisadas y huellas la llevaban los dos animales, Primoroso y el tigre pintado que lo seguía para satisfacer su apetito estomacal, la misma línea que trazó Prospero a quinientos metros e instalo su trampa, una vara de guayabo macho, arqueada con un cáñamo grueso y en la punta del mismo un lazo con un nudo llamado tres a la derecha y cuatro a la izquierda, que no lo suelta ni mandraque, especial para animales grandes.

Primoroso alza su pie izquierdo con el fin de posarlo en la trampa, cuando viene el tigre pintado con un salto felino, el cual capta el humano y se hace a un lado cayendo el tigre en el lazo, levantado a diez metros del suelo, pidiéndole suplicas a Primoroso que lo soltara, y en voz quebrajosa le promete que si lo suelta le da como recompensa, un carro, ropa nueva y se lo lleva para otro país lo pone a estudiar y lo convierte en un hombre productivo.

Acepta Primo el acuerdo y lo libera de las ataduras del lazo, algo útil que le aprendió a su padre, tan pronto el tigre se siente libre, le da un zarpazo con su manopla a Primoroso y lo pone a dormir por largo rato, lo sube al lazo, hasta el día siguiente que llegó su padre, con una jauría de perros cazadores de tigres y otros animales de monte.

Despierta Primoroso en el puesto de salud del pueblo con las garras del tigre pintadas en sus pómulos, recordando las palabras que unas horas antes le prometió.

Diferente trato, amabilidad y confianza con sus padres y allegados presentaba Primoroso al despertar en el hospital, le recomendaron reposos y se marchó para su hogar, sin antes pedirles perdón a sus padres por su mal comportamiento y prometió de acuerdo a las palabras del tigre que iba a cambiar y que seria un hombre útil a la sociedad que tanto necesita de personas buenas.

A los dos días, Primoroso cogió su maleta metió los tres pantalones y unos suertes que tenía en casa, se calzó sus abarcas y partió a encontrarse con el tigre pintado en un sitio acordado por los dos.

Palabra de gallero, allí estaba el tigre esperándolo, le compro unos zapatos suaves, tres mudas de ropa para clima frio, tiquete en mano y en un vuelo aéreo se marcharon los dos personajes de este cuento.

Pasaron diez años, sin que Prospero y su esposa supieran de su hijo, hasta un día que llegó un señor metido en sus treinta y cinco años, venia chapeado en sus pómulos del frio, tocó la rustica puerta de madera sin pintura de la humilde casa de Prospero, quien se encontraba en el patio hacha en mano para sacarle unas astillas a un palo de matar ratón seco, que al escuchar el toque con insistencia de la puerta se dirigió a ella, sacudiéndose el sudor con la manga de la camisa.

Papá, no me conoce soy Natanael, su hijo

Natanael, contestó el viejo sorprendido.

Si Natanael papá, Natanael Primoroso Primo Polo.

Aaaaaa, Primoroso?

El mismo mi viejo

Se abrazaron, lloraron de alegría, lo mandó a entrar y que se sentara en un taburete viejo, el único en la casa, porque los demás se desarmaron.

Luego llegó la madre, María Cecilia, llena de canas, abatida por los males de la vida y la vejez, se abrazó con su hijo, un modelo de especie humana, difícil de conseguir, lleno de planes para cambiar el modus vivendis de sus padres y del pueblo que lo vio crecer.

Médico especializado en oncología, al servicio de la sociedad, titulo con honores recibido de una Universidad, pagados por un tigre pintado, de la especie humana, con deseos de servir y ejemplo de su raza en especie de extinción, por la mano depredadora del hombre, entre ellos de Prospero, el padre del Docto, como llamaban a Natanael Primorosos Primo Polo.

Este cuento es un ejemplo de cambio de vida, de muchas personas que han salido a flote de la gran pobreza del dinero, pero con una mente limpia dispuesta a recibir para dar.

Todas las miradas, las congratulaciones y la popularidad, del médico Nata a sus coterráneos a quien no les cobraba un peso por consultas medicas y ellos pagando sus favores, con pavos, gallinas, cerdos, ganado, que no cabían en el patio de la casa de su padre Prospero, quien no volvió a colocar trampas para cazar tigres y animales de monte.


sábado, 13 de diciembre de 2014

BROCHE Y BOMBARDINO

BROCHE Y BOMBARDINO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.
 













Bien temprano salió Mano Hipo (Hipólito) de su casa en un burro mojino, barriga blanca, con destino al pueblo, llevaba enganchado en las orejas de la angarilla, de un lado su mochila tejida con pencas de guácimo y dentro de ella un sinnúmero de artículos personales: Un ciento de tabaco negro, una Yesquera para encenderlos, cuatro bollos de plátano envueltos en cascaron de maíz, un sarape de queso blandito, un bangaño con agua fresca, un foco de baterías, una vela  de cebo de vaca muerta, unos espejuelos viejos envueltos en un pañuelo de seda, para leer las partituras musicales, media libra de sal gruesa, un cordel y un anzuelo para pescar, si se presentaban inconvenientes con la comida.

Del otro lado de la oreja de la angarilla, llevaba nada mas y nada menos que su bombardino y un clarinete desarmado, compuesto por cuatro partes, siendo la más pequeña la boquilla. Del pueblo salió con sus compañeros de La  Banda de música Sabanera 25 en total, se embarcaron en un bus interdepartamental a cumplir un compromiso, por espacio de cinco días.

Al llegar al sitio de la fiesta, en la entrada del pueblo, había un letrero o valla publicitaria que les daba la bienvenida y, se anunciaban cinco días de toros bravos y cinco fandangos en horas de la noche, mano Hipo, era un amante de las fiestas bravas, en especial a los toros de lidia, gran parte de su juventud la pasó en una hacienda ganadera, lidiando con estos animales, el segundo día de toros eran de la finca Papayal.

Repartió el sarape que llevaba entre sus amigos y compañeros y les manifestó que estaba dispuesto a dejar el bombardino y metérsele a uno de esos toros bravos y demostrarle a sus compañeros que era un torero de verdad, ya que todos se burlaban por lo miedoso que era, y a su edad, él no estaba para esas lidias, además en su casa habían cinco personas que lo esperaban.

El director de la banda, le hizo saber a mano Hipo, el descontento por querer abandonar la banda y su bombardino que lo tocaba a las mil maravillas y hacia reventar de alegría al público presente, pero no hubo palabras posibles de convencimiento a tan gran hazaña, desde niño aprendió a tocar ese instrumento.

Dicho y hecho, a las tres de la tarde del segundo día de toros, entre los cuarenta de lidia venia un astado de seiscientos quilos de peso, color cenizo, Morrillo de  binde, cachos grandes en forma de mata de yuca sembrada inclinada, que al que se cogiera, no daría razón de quien era en vida,  por la manteada en esa época, daban cien pesos, que alcanzaban para comprar una finca de trece hectáreas de tierra, esa que necesitaba mano Hipo, para cultivar y no tener que prestarle terreno al blanco Pocho, quien  pretendía a una de sus hijas.

Anunciaron por los alta voces la salida del toro en mención, el precio de la manteada, la garrochada y quien se atreviera a encerrarlo en el toril, ya mano Hipo, no se encontraba en el sitio del palco donde la Banda sonaba sus porros, melodías que hacían guapirrear al público presente, se encontraba parqueado como carro viejo detrás de la puerta del toril viendo la faena de los hombres encargados de sacar el toro al ruedo.

Sonaron las tres bandas al unísono al ver salir a tremendo animal, quien se paseó por la corraleja y todos huían despavoridos, se acercó mano Hito al palco de honor, llevaba una manta roja en sus dos manos y su bombardino terciado a la espalda, y una pequeña mochila, esto le llamó la atención al dueño del toro, el tipo con más dinero en la región, mano Hipo le dijo que le multiplicara por cuatro su oferta de manteo al toro.

El Dueño del fiero animal, le preguntó a los que lo acompañaban, entre ellos a el negro rocha, quien era ese individuo, quienes no dieron explicación, además con un bombardino terciado a la espalda, que hacia ese músico allí, indagaron a las bandas que sonaban en cada palco y comprobaron la procedencia de mano Hipo, a quien autorizaron el manteo del toro.

Sacó su bombardino mano Hipo, se llevó la boquilla a sus labios y entonó una hermosa melodía, todo quedó en silencio, se acercaba mas y mas al fiero animal que escarbaba y estaba próximo a embestir con sus astas al músico, pero esto no sucedió, un grito de mano Hipo se escuchó en la corraleja Broche, Broche, el animal movía su cola larga y peluda, bajaba su cabeza en señal de bienvenida, se dejó sobar su cara, agarrar sus orejas, el mantero se subió sobre el animal, se acostó en su lomo, sacó un tabaco, su yes quera y lo encendió, votaba bocaradas de humo y el toro escarbaba de la rabia.

Apoteósico, sonaron las tres bandas de música, aplausos por doquier bajo el asombro del dueño del animal, que daba por descontado los cuatro sueldos ofrecidos, mas ser dueño de la muchacha que pretendía, sin darse cuenta quien en realidad era el músico torero.

Siguió la faena de mano Hipo, se bajó del animal, sacó sal de ganado de su mochila, se la colocó al toro sobre unas hojas de plátano y lo puso a comer, se dirigió hacia el palco de honor y brindó por ellos, el alcalde municipal, el consejo en pleno, las damas de honor y el ganadero, quien ordenó pagar la hazaña al músico mantero.

Mano Hipo, con señas les dijo que esperaran que no había terminado la jornada, se volvió hacia el toro y en un grito fuerte  Heeee, Heeee y Heeee, venga Broche, el toro levanto su cabeza sacudió los cascos hacia el palco de honor levantó arena, mandándola hacia los miembros de honor, quienes tuvieron que sacar sus pañuelos perfumados y limpiarse el rostro y luego ver una  de las escenas más brillantes del toreo en corralejas de la sabanas de bolívar, sucre y córdoba de mi región caribe Colombiana.

Uno, dos y tres mantazos, uno dos tres y cuatro mantazos, más arrodillada, de lado, de espaldas, de frente y hole, hole y hole. Se le paro al frete y lo invito a entrar al toril.

Nuevamente sal gruesa en su mano, le brindó mano hito al toro, quien comió de su mano, las bandas tocaban porros y animaban la fiesta, la algarabía de los innumerables presentes y el rumor de que mano Hipo, rezó al temido toro de la hacienda papayal de propiedad del ganadero más rico de la región.

Recibió mano Hipo su premio en efectivo de manos del ganadero, una banda tricolor de parte del Alcalde Municipal, felicitaciones y besos por parte de las damas de honor y por último el ganadero eufórico le dijo a mano Hipo, delante de los presentes que le pidiera lo que quisiera, que con mucho gusto él lo cumplía.

Pidió Mano Hipo, sin pensarlo, veinte hectáreas de terreno de la hacienda Papayal, un ternero de un año hijo del toro manteado por él.

Al preguntarle el ganadero quien era, Mano Hipo le contó que en tiempos pasados lo despidieron de su finca, sin causa justificada, delante de la esposa del ganadero le informó que era el padre de la joven a quien él pretendía y que el toro que manteo era huérfano y él lo alimentaba con agua de panela, sal gruesa y le tocaba un viejo bombardino que su abuelo dejó enganchado en un horcón de la casa en la hacienda mencionada, además lo bautizo con el nombre de broche, debido a que no había broche en la cerca que no abriera por muy fuerte que fuera, para escaparse de la hacienda.

Mano Hipo, lo nombraron  Administrador de la finca papayal, recibió su paga cuando lo despidieron y siguió tocando su bombardino y acompañando a sus amigos en la Banda, ahora es respetado, cuando narra sus cuentos e historias, como la de Broche y Bombardino.


sábado, 6 de diciembre de 2014

EL SAÍNO ESTÁ EN LA ROSA, COMINDOSE EL MAÍZ

EL SAÍNO ESTÁ EN LA ROSA, COMINDOSE EL MAÍZ
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe




Un saíno, de tamaño descomunal, era el protagonista de todos los males que le estaban sucediendo a Pedro Juan, con un esfuerzo, hipotecó su vivienda para respaldar el préstamo en La Caja Agraria y con ese dinero sembrar diez cuarterones de Maíz, Yuca y Ajonjolí, con la cosecha recogida y vendida, pagaría las deudas y le quedaría algo de ganancias para el estudio de sus cinco hijas.

Matilde María, era su compañera y madre de sus hijas, una mulata, bien formada, con unos brazos largos y gruesos de tanto moler el maíz para hacer Bollitos de maza y cafongos, sus hijas salían a la calle a venderlos al detal, de esta manera ellas las Hayas, como las llamaban por su apellido paterno, le ayudaban a su padre sostener el hogar.

Pedro Juan, después de obtener el dinero, procedía a comprar la semilla de la mejor calidad a Juan Nazareno, un comerciante del pueblo, contrataba a sus vecino y también campesinos a la modalidad de pago, hoy donde ti, mañana donde mí.

Con el primer aguacero caído, de acuerdo al Almanaque de Bristol, salían bien temprano a sembrar la semilla con la tierra preparada, con un chuzo de palo, cada uno iban sembrando en surcos cinco granos de cada especie y con el pie derecho, cerraban el hueco.

Tres meses después de la siembra procedían a limpiar la maleza de alrededor de cada mata sembrada, hasta esperar la cosecha, el secado del grano y la recolección.

Todas las mañanas salía Pedro Juan a darle vueltas a su sembrado, que pronosticaba dar una buena cosecha y salir de una vez por todas de sus compromisos financieros y vivir la vida al lado de su señora e hijas de una mejor manera.

Notó Pedro Juan, dentro de su sembrado, unas pisadas grandes, que el con su experiencia de campesino, no pudo determinar de qué animal se trataba, al día siguiente fue acompañado de su hermano mayor y, aquí comenzó el dolor de cabeza para los campesinos que habían sembrado al igual que Pedro una hermosa cosecha.

Todos ellos se reunieron en la noche y acordaron colocar trampas artesanales dentro del sembradío y de una vez por todas atrapar a los animales que les querían hacer daño en sus predios.

Cada día eran más y más pisadas de animales, que no podían determinar a ciencia cierta de quien se trataba, si de un tigre, de un león, de un chigüiro, un Saíno o tal vez del conejo cotilino el de la canción de Nucira Machado y su Orquesta.

Las trampas las desarmaban la manada de animales, que cada noche crecían las pisadas, la preocupación era tanta, que mandaron a traer a unos expertos en tiros y los apostaron a la orilla del camino, según la rastra de pisadas de la gran manada desconocida hasta ahora por los campesinos.

Sospechaban de los temidos saínos de monte, bravos con el diente, que ningún tigre felino se atrevía a desafiarlos, no había montañas altas en la zona para pretender cierta la afirmación anterior, era todo un misterio la actitud desafiante de los animales, que ya habían tumbado media hectárea de Maíz biche.

Dos noches y todo transcurría con normalidad, los tiradores no encontraban una razón para estar apostados toda la noche, ojo pelao bebe, sin obtener resultados positivos, y así transcurrieron varios días hasta que en una noche oscura, fueron apareciendo varias lamparitas que alumbraban en la lejanía.

Una Manada de doscientos Saínos se acercaba por el camino real, en dirección a los tiradores, que a tiro de escopeta, veían como los animales le bailaban de un lado hacia otro, hasta agotarles todos los tiros que llevaron para cazarlos.

Solo quedó una estela de pisadas en la tierra, cual de cada una fuera más grande, los tiradores salieron huyendo despavoridos por todo lo que ocurrió en fracciones de minutos y dieron parte a la autoridad, tan asustados estaban que se contradecían en sus declaraciones.

Ya se sospechaba que algún maligno, tenía metida las manos, en no querer que los campesinos de la región salieran adelante, por los hechos anteriores se reunieron con el sacerdote del pueblo y acordaron acorralar a esos animales, crearon las estrategias y todo quedo preparado, entre los campesinos y el sacerdote.

Rodearon la parcela y esperaron a los enemigos, a las tres de la mañana fueron apareciendo la manada de Saínos por el camino real, el único boquete que le dejaron para que entraran. Fueron entrando y haciendo desastres con el maíz, con la yuca y el ajonjolí sembrado y casi a punto de recoger.

Con ellos adentro del cercado dieron la orden de prender los mechones y armados de estacas de mangle comenzó la cacería y a toda voz cantaban:

“El Saíno está en la rosa comiéndose el maíz, hui perro jeje, El Saíno está en la rosa comiéndose el maíz, huii perro jeje”.

La batalla sin escapatoria estaba dando su resultado, estaban acorralados los supuestos Saínos de monte, destructores de la naturaleza, pero hay que sorpresa, cuando los relojes biológicos de los gallos, abrieron su pico y entonaron su melodía de: Kokoroyó, Kokoroyó, Kokoroyó, y cada uno de ellos en sus patios y subidos en un palo de totumo, interrumpieron la batalla campal, en la rosa de Pedro Juan y sus compañeros.

Cada Saíno, fue cambiando su pelaje y, delante de todo el pueblo que se volcó a capturar a los inquietos animales, fueron adquiriendo forma humana, los débiles de mente se privaron, otros con coraje fueron amarrando de manos y pies a los bandidos, que no pudieron escapar como en otras ocasiones, porque esta vez, se los cogió el día y, después de las cuatro de la mañana, la hora no les pertenece.

Sorpresa mayor, al ver transformarse al Saíno Mayor, dueño de las tierras y del dinero que prestaban los campesinos, en años anteriores, en donde su cosecha y su plata se perdieron y él cada día más rico y los campesinos más pobres, que en esta ocasión tuvieron que hipotecarle su casa a la Caja Agraria.

La autoridad competente, ordenó condonarle las deudas anteriores a los campesinos y quitarle las propiedades a el Saíno mayor, que en compañía de sus secuaces fueron encerrados en una celda especial, cinco metros debajo de la superficie de la tierra, alumbrada con mechones a gas, para que no distinguieran la noche con el día, estacas y cruces de palos alrededor, construidas para esa clase de elementos, hacedores del mal.


Todos en el pueblo reunidos en la plaza, entonaban  la canción: “El Saíno está en la rosa, comiéndose el Maíz, hui perro jeje”.,hui perro jeje, hui perro jeje”.