MERENGUE
Por Francisco Cadrazco DíazEscritor Caribeño Colombiano
Sandro Simplicio Ossuna Milenio
era su verdadero nombre, pero como en este pueblo a toda persona le ponían un
remoquete, le decían Merengue, no por las canciones de los puertorriqueños, sino
porque todas las mañanas vociferaba, Merengues, Merengues, Merengues, unos
panecillos redondos que se desasían en la boca, cada vez que sentían el calor
de la lengua.
Vivía Merengue en la última
casa del pueblo, que de allá para acá, venía siendo la primera, acompañado de
cinco hijos tres hembras y dos varones, procreados en compañía de su esposa de
nombre Maruja y por cariño le decían Maru, era de origen Libanes, pero le
decían la turca, ella ayudaba a su esposo haciendo merengues en horas de la
madrugada y en el día lavaba ropa ajena en el patio de su casa, por eso la
llamaban la casa de la turca, al ver tanta ropa asoleándose en los alambres de púa
en el cercado de su propiedad.
Merengue, se desocupaba bien
temprano, a las nueve de la mañana estaba en casa contando la plática y
apuntando en un cartón de cigarrillos uno que otro fiao, Maru lo regañaba pero
era imposible negarse a fiar a su numerosa clientela, le decía, en
convencimiento a su mujer.
El resto del día lo ocupaba
Merengue arriando agua del pozo calicante, uno de los pozos que mandó a hacer
un alcalde para justificar los cuantiosos gastos de su administración y calmar
la sed de un pueblo.
Siempre tuvo en mente
Merengue y lo decía, que un día de estos se iba a encontrar una paca de
billetes de dólares americanos y hasta ese día, estaba en pie la casita de
bahareque, al contrario haría un gran hotel de tres pisos para albergar a los
forasteros que llegaban al pueblo, que eran muchos ya que era un emporio de oro
blanco.
Maru, le ripostaba a
Merengue con palabras y refranes populares, como:
Si con ese sueño te
levantaste, vuélvete a acostar, o estás loco de remate, pero Merengue tenía la
convicción de que algún día ese sueño se le cumpliría y hasta ese día seria
llamado Merengue.
Le decía a su esposa que el
Subconsciente produce a interés compuesto:
Multiplica
y aumenta lo que en él se deposita, es decir, produce interés compuesto, quien
disfruta del sentimiento de riqueza, mayor riqueza obtendrá, quien disfruta de
sentimientos de pobreza mayor pobreza obtendrá.
Tres veces al día durante
unos cinco minutos Merengue repetía:
“Riqueza,
éxito”; estas palabras tienen un asombroso poder, representan el poderoso
impulso de la mente subconsciente.
Alimentaba esa familia las
esperanzas de cambiar de vida, ya que merengue era un hombre bien preparado
para afrontar cualquier situación, sus padres lo educaron y poseía un título de
Administrador de empresas, venía de soportar los horrores de la guerra en su patria
chica, había atravesado a nado el rio grande de la magdalena a media noche, con
un cáñamo en la boca jalando una pequeña embarcación, donde venían sus cinco hijos y su esposa Maru, recorrió la costa vendiendo de cuanta cosa se le
ocurriera para subsistir, después se ubicó a orilla de la margen derecha del
rio grande de la magdalena a la altura del primer municipio de Bolívar en la
boca entrada del canal del dique y de allí también lo desarraigaron cuando su almacén
de todo comestibles y sus telas estaban dando ganancias.
Una noche cerro el negocio y
cundo dormían plácidamente un voraz incendio acabo con todo, solo alcanzó a
coger sus niños y su esposa, se embarcó en un carro de un amigo y desapareció.
Llego a la primera casa de
este humilde pueblo, compro un patio de quince por cincuenta metros y allí paro
su rancho y se dedicó con humildad a vender Merengues que fabricaba su esposa
Maru.
Todas las mañanas Merengue
le comentaba a su esposa Maru, que él había soñado que su cuerpo se encontraba
en un pozo de 20 metros de profundidad y que en el fondo había mucho dinero en
monedas de oro y fajos de billetes envueltos en plástico, pero que era
imposible tocarlos porque lo impedía un manto cristalino trasparente.
Una vez, vinieron de una
hacienda cercana en busca de Merengue, porque era el único que se atrevía a
limpiar los pozos del pueblo y sus alrededores por la profundidad de los
mismos, cosa que le gustaba, por dos razones, la primera porque se acordaba de
los fajos de billetes y monedas en el fondo y la segunda porque con esa platica
del trabajo, ayudaba a sus hijos a estudiar pensando en devolverse para su pueblo de origen, algún día de su vida.
Cogió sus aperos compuestos
por dos cabuyas, una lisa y otra con nudos a cada cincuenta centímetros que le
servía de escalera para bajar y subir del pozo, además invitó a su vecino quien
lo ayudaba en esas lidias de sacar agua con un tanque de doce latas, hasta
dejarlo seco.
En el sitio del pozo
calicante, más profundo de la región se encontraban Toño el capataz de la
hacienda, Merengue y el vecino que le decían, el picho, arreglaban precio por
el trabajo a realizar y estaban enfrascados en una diferencia de quinientos
pesos, hasta que por tercera vez, Merengue se asomó al pozo y vio a través de
la oscuridad la realidad de sus sueños.
Bueno Toño, no te preocupes
por el precio, después que lo limpie nos arreglamos, consígueme tres mechones con
petróleo que regreso en horas de la noche, así me rinde más, a palabras de
galleros se dieron la mano y se marcharon, Merengue y su amigo picho, quien
notó a su jefe intranquilo y hablando solo en el patio, caminando de aquí para allá
y de allá para acá.
Hacia trazos en el suelo con
un pedazo de palo, salió y compro veinte sacos de fique al depósito del pueblo,
le pidió prestado a su amigo Ramón, su camión 600, para devolvérselo al día
siguiente, pidió unas cajas de cartón en el depósito y unos amarres.
Todo esto lo capto su amigo
Picho y se dijo, algo le está pasando a mi vecino, ese no es el comportamiento
de él, pero calló boca, porque estaba desempleado y con ocho hijos no iba a
despreciar el trabajo que le ofrecían y, que ya había trabajado con Merengue.
Se presentó Merengue a su casa, la primera del
pueblo manejando un camión, bajó cajas y amarres, le susurró a su esposa y
cerraron puertas, empacaron lo poco que tenían y a las once de la noche se
dirigió en compañía de Picho en el camión a la finca La Esperanza a realizar un
gran trabajo, que les cambiaría la vida.
Bajo merengue al pozo de
veinte metros de profundidad acompañado de una linterna de doce tacos amarrada
en la cabeza, tres mechones de petróleo acompañaban a Picho desde el borde del
pozo y en un santiamén sacaron el agua que corrió rauda a la quebrada que da al
rio.
Pidió Merengue los sacos a
Picho, que bajaron amarrados con el cáñamo de sacar el agua, acto seguido grito
Merengue desde las profundidades: jala picho con fuerza y cuando canto el gallo
de las cero horas, salió en primer bulto de billetes americanos como lo soñó
Merengue y así sucesivamente hasta que se llenaron de Dólares y monedas de oro,
los veinte bultos de fique, comprados en el depósito el día anterior, con el
pretexto de una ficticia compra de maíz.
Esa noche cayó un fuerte aguacero, acompañado de tormentas, truenos y relámpagos, como dicen en mi pueblo, después de la tormenta viene la calma, otro refrán: oscureció, llovió y amaneció, los que no amanecieron en sus casa fueron las dos familias de la primera y segunda casa de entrada al pueblo, se las tragó la tierra decían los habitantes,, que masivamente acudieron a la hacienda donde Merengue y Picho, achicaron el pozo de veinte metros de profundidad a media noche.
Los rumores es que a todos
se los trago el pozo, mandaron a buscar un buzo a la armada de Cartagena para
bucear a las dos familias que se encuentran en las profundidades de un pozo que
dicen que no tiene fondo y que fondo va a tener si Merengue se llevó toda la
plata que tenía.
Pasado unos años, vinieron
unas bolas locas, que habían visto a Merengue y a Picho viajando en un vuelo de
Londres a Vancouver Canadá.
El camión seiscientos fue devuelto
a su dueño, pintado, latoneado y con un pasa cintas de última tecnología, una
llamada sorprendió a Ramoncito su dueño donde le comunicaban que en el tanque
auxiliar de la Gasolina habían unas colombinas, nada más y nada menos que cien
monedas de oro de veinticuatro quilates, para que con ellas hiciera el hotel
más grande del pueblo y lo pusiera a su nombre, entonces si se rego en el
pueblo que Merengue se le cumplieron sus sueños, por eso es que yo digo que
soñar, si cuesta.
La hacienda la vendieron por
una millonada de pesos colombianos y el pozo, cual pozo, los pozos porque
cavaron y cavaron hasta hacer varios pozos y no encontraron nada, solo barro
rojo, allí nunca hubo un pozo, solo es el realismo mágico de una mente que
desarrolla la creatividad y el deseo de hallar un tesoro y vea que Sandro Simplicio
Ossuna Milenio se salió con las suyas y logro su objetivo.
Un descendiente Árabe familia
de Maru viajó a Libano, debido a un bajón económico que sacudió a Colombia
hace algunos años, en la ciudad de Maicao Guajira, los comerciante Árabes
cerraron sus almacenes y se devolvieron para su tierra, Abrahan Albragin, visitó
en su gran almacén a Sandro Simplicio en Beirut, este, le dio potestad y dinero
para pavimentar la carretera que da a la primera casa del pueblo donde soñó y
se enriqueció.
A compadre Picho, se lo
tragó la tierra con toditica su familia, dicen que lo han visto en el pueblo, repartiendo
dinero de casa en casa a los más pobres, a media noche, lo curioso del caso es
que todas las casitas de la entrada al pueblo cambiaron de fachada, ahora son
de material con techo de eternit y todas tienen un letrero que reza: “Hacienda
la Esperanza”, ese es el nombre de la hacienda donde estaba el pozo calicante
de veinte metros de profundidad, allí, desaparecieron las dos familias de las
dos primeras casas del pueblo, ahora la calle está todita pavimentada y con
todos los servicios públicos, por orden de Merengue, Sandro Simplicio Ossuna
Milenio.
Este humilde escritor, al
igual que Merengue y muchos más, sueñan con unas pacas de Dólares Americanos de
los originales, para cambiarle la cara a mi pueblo y a todos sus habitantes y
estoy seguro que un día de estos con sus noches, lo voy a lograr, porque la Ley
de la acción y la reacción es universal. Su pensamiento es acción. Y la
reacción es la respuesta automática de su mente subconsciente.