sábado, 27 de agosto de 2016

EL SUEÑO POR EL DINERO

EL SUEÑO POR EL DINERO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Todas las mañanas antes de que el gallo basto que se encontraba montado en el palo de totumo, marcara las cuatro de la mañana con su reloj biológico, Kico  ya había maquinado las actividades, metas, proyectos y soluciones a la vida que pondría en marcha al día siguiente.

Esa noche en particular, comenzaron a fluir soluciones a los inconvenientes de la vida, el que más le llamó la atención fue la de una mesa rustica de seis tablas de cativo que tenía en su comedor, que a la hora del golpe de mano, estaba llena de pescado frito con yuca harinosa, ella a esa hora de la noche no le cabían  las pacas de billetes de a cincuenta mil pesos, billetes emitidos y moneda corriente activa en el comercio.

A esas, se le vino en mente un familiar lejano que tenía a quien no conoció por las distancias de tiempo y lugar, a quien investigo sus historias, sus hazañas de vida, quien más podía traer a su vivienda tanto dinero?. Listo solucionada la vida familiar se dijo, con mucha prudencia cavó un hueco en la sala de su casa y depositó tan semejante cantidad de dinero forrado en polietileno, resistente a la polilla, el comején y la avaricia del humano.

Durante un largo tiempo permaneció el silencio y el dinero depositado, hasta que el capitán un perro sabueso entrenado en la policía para detectar valores, comenzó a ladrar y a cavar, su dueño el vecino retirado de la milicia, lo miró y dijo caramba vecino que tiene enterrado allí, desembuche. Ni su esposa con todo lo sabueso que es ella sabía del dinero, el perro insistía en ladrar y cavar en el sitio.

Situación que lo puso nervioso y de una le cambió la conversación al vecino agarró el perro por el cuello y los condujo afuera de la calle, su esposa lo codeaba y decía, mijo kico que te pasa, él balbuceaba y le contestaba, el dinero, el dinero, el perro, el perro y nuevamente se quedó dormido.

Al día siguiente, cuando se levantó su esposa le llevó el tinto o café negro a la cama como de costumbre, allí le lanzó la pregunta del millón, de que dinero me hablabas anoche, y cual perro, cuéntame de ese dinero, con un poco de incomodidad le dijo no has visto la mesa de comedor taquiaita de billetes de cincuenta mil pesos moneda colombiana.

Ella le contesto: No allí no hay nada, está es la sala escarbada como si un perro sabueso hubiera sacado un tesoro, vea Kico voló de la cama y exclamó con rabia, nojodass el perro del vecino sacó los billetes, cogió el revolver calibre treinta y ocho los cincuenta cartuchos indumil salió a la calle y ya le estaba reclamando al vecino por su plata, por la que los humanos se hacen matar y matan a los demás seres con razón y sin razón de ser. 

Observó de frente a la distancia la silueta humana de su lejano primo, riéndose de los pensamientos y sueños, fuera de lo común.


sábado, 20 de agosto de 2016

LA DE LA TANGUITA ROJA

LA DE LA TANGUITA ROJA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Despuntaba el día D, para la operación de los ojos de Chucho Palma, un joven que casi no veía y era el hazmerreír en su colegio cuando lo sacaban al frente a leer la cartilla número cuatro, la última de las tres que traía el diccionario enciclopédico de Bruño, el Peruano en el siglo pasado, no es por alabar el currículo educativo  anterior, pero el que daba la número cuatro, aprobaba el sabor de la regla de madera y el perrero el cuatrimotor, estaba listo para la sociedad, la familia y personalmente.

Chucho había entrado a la U. con sus dificultades de la vista, con la idea de programarse su cirugía de lentes intraoculares, lo mejor de la moda en la época, cuatro horas duró la cirugía, ocho días vendado y ansioso de ver mejor y de una vez por todas salir de ese bulín de sus compañeros y compañeras de estudio.

Cuando fue a la primera consulta, después de operado, en sus manos llevaba el libro de derecho romano, uno de sus preferidos y más difícil de leer, esa era la prueba de que la operación fue un éxito, y sí, comenzó a leer nítido: 

IUS: Voz latina que dieron los romanos al derecho en sentido objetivo y subjetivo. TRIA IURIS PREACEPTA: Los tres conceptos del derecho romano. HONESTE VIVERE: Vivir honestamente. ALTERUM NON LAEDERE: No dañar a otro. FAS: Normas religiosas. IUSTITIA: Justicia. IUS PUBLICUM: Derecho Público. IUS HONORARIUM: El Derecho de los magistrados. 

Muy entretenido estaba Chucho con su diccionario romano cuando la Secretaria del médico le  interrumpió la lectura, la tenía al frente de él,  notó que a la secretaria del doctor a pesar de tener la bata de medico puesta, podía ver el color de su pantaleta, cerró los ojos y volvió a enfocar a la Secre, era una realidad, quedó bien operado.

Chucho estaba listo para seguir comiendo libros, una pasión desde niño, él sabía que debía aprovechar su juventud para educarse, ser una persona de bien y demostrarse el mismo cuánto valen los sacrificios, mientras sus hermanos se quedaban con medio bachillerato, indispuestos a enfrentar la vida.

Fue recibido por sus compañeros de la U. con las mismas burlas, que ahora si veía doble, que bueno para hacer los exámenes y ayudar a sus amigos de grupo y más, como se encontraban sentados en la cafetería de la U. le dijo a cada una de sus compañeras que se levantaran de las sillas donde estaban sentadas y a cada una de ellas les adivinó de qué color tenían sus pantis: Pepa Blanca, Matilde, amarilla, Ella verde, Sofía negra, María roja, Toña sin color.

Se formó un remolino de dudas y en eso venia la Profesora de Procedimiento Penal, una de las más cuchilla en clase, o estudiabas o te quedabas rezagado en su materia, con decirles que habían alumnos repitiendo la materia desde hacía cuatro semestres atrás, traía una falda estampada, con picos largos y cortos, acompañada de unos zapatos tacón altos de color rojo y un bolso de cuero de chivo muerto también rojo, muy elegante, preguntó que festejaban que todavía no había calificado los exámenes y que entraran a clase.

Matilde, la más avispada y la que hablaba por los demás alumnos, le dijo al oído, que Chucho adivinaba de qué color tenían las mujeres los pantis, ella la profesora dijo, no seas tan ingenua Matilde, eso no puede ser, a lo que contestó la alumna, se somete seño, porque no, contestó. Chucho que ya había mirado con sus lentes intraoculares incrustados en la órbita de sus ojos, con su mente tan adelantada le dijo: seño si le adivino me pone un cinco en el examen que le debo, si no me coloca un uno.

Atractiva la apuesta con la seño, y comenzó a cantar ese pegajoso merengue que puso a bailar a la juventud en la década de los noventas. “La de la tanguita roja, la de la tanguita roja”, sus compañeras bailaban y aplaudían,  la maestra dio media vuelta y dijo, al salón de clases”, desde ese día todas las compañeras del salón de clases del cuarto semestre de derecho, las profesoras y femeninas, le caminaban a Chucho de a medio lado.



sábado, 6 de agosto de 2016

EL STORNUDO DE VACA

EL STORNUDO DE VACA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe


En la finca Flor de Cataca, vivía Antonio en compañía de sus padres Micaela y Joselito, este último le sobraba el dinero, pero lo administraba su hijo Antonio, con la siembra de Sorgo y Maíz vivían cómodos, además en sus fincas pastaba mucho ganado.

Micaela tenía una hermana llamada Erika, un día se encontraron en el pueblo y compartieron  almuerzos, Micaela le decía a su hermana que Toño su hijo había vendido su carro Foo y que en remplazo se iba a comprar un gran carro fino de nombre Stornudo de Vaca, Erika una mujer letrada, se quedó atónita al oír tremendo cambio que pretendía hacer su sobrino, vender un carro para comprarse un Stornudo de Vaca.

En esos momentos entra Antonio al restaurante donde estaban las dos hermanas conversando y les dice mamá, tía ya compre el Studebaker modelo 53, vengan a verlo.

Ese mismo día,Micaela le ofrece una compra a su hermana que vivía a pocas cuadras del supermercado donde se encontraban, un bulto de Arroz, un bulto de Azúcar, una caja de panela ceciliana, los condimentos, la yuca, el plátano, los limones, las verduras o revueltos y otras cositas más. Porque a decir verdad en la ciudad todo es comprado, mientras que en las veredas y parcelas se siembran alimentos para cosechar y ser auto-suficiente, así el dinero rinde y se puede guardar en las ollas de barro enterradas en los patios.

El tendero conociendo a su vecina Erika, manda los bultos de compra en un Jeep Willis de color azul modelo 1957, pero en estos tiempos donde la tecnología arrasa y atropella a muchas personas, al conductor le entra una llamada en su celular y en vez de frenar, asegurar el cambio de su vehículo, siguió su marcha y contestó aló, quien allá, acá hablo yo.

No se dio cuenta  donde fue que bajó la compra porque discutía por celuar con su mujer, que lo tenía sudando y con la frente que relumbraba de la rabia y la calor de este hermoso sol que alumbra con sus baterías al máximo en nuestra querida costa caribe colombiana.

Ya cansadas de farolear por las calles y cayendo el sol al poniente, las dos hermanas se despidieron con fuerte abrazo, Erika le dijo a su hermana Micaela que muchas gracias por la compra que le regaló, cada una cogió camino, al llegar a casa Erika pregunta por la compra a su esposo, su hija y nuera y ninguno da razón. Al día siguiente bien temprano se fue al supermercado a ver dónde fue que llevaron la compra.

Mandan a buscar al conductor del Jeep Willis y este los lleva donde el creyó que había dejado los bultos, no aparace la compra, pero como siempre hay unos ojos que ven, un joven de 12 años, se acerca y les dice en voz baja, cuanto me dan y les digo donde están los bultos.

Imagínense, la compra de Erika la repartieron dos vecinas de ella, aduciendo que no sabían que esa compra era de su vecina, para no alargarles el cuento, le devolvieron una parte, el supermercado le envió de nuevo a Erika la compra ahora se la están descontando al que contesta por el celular: “Acá hablo Yo”.


Antonio el hijo de Micaela le da pena cuando su mamá habla del Stornudo de Vaca, su nuevo Vehículo. No mamá es Studebaker, ella le contesta eso mijo.

EL STORNUDO DE VACA

EL STORNUDO DE VACA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe


En la finca Flor de Cataca, vivía Antonio en compañía de sus padres Micaela y Joselito, este último le sobraba el dinero, pero lo administraba su hijo Antonio, con la siembra de Sorgo y Maíz vivían cómodos, además en sus fincas pastaba mucho ganado.

Micaela tenía una hermana llamada Erika, un día se encontraron en el pueblo y compartieron  almuerzos, Micaela le decía a su hermana que Toño su hijo había vendido su carro Foo y que en remplazo se iba a comprar un gran carro fino de nombre Stornudo de Vaca, Erika una mujer letrada, se quedó atónita al oír tremendo cambio que pretendía hacer su sobrino, vender un carro para comprarse un Stornudo de Vaca.

En esos momentos entra Antonio al restaurante donde estaban las dos hermanas conversando y les dice mamá, tía ya compre el Studebaker modelo 53, vengan a verlo.

Ese mismo día,Micaela le ofrece una compra a su hermana que vivía a pocas cuadras del supermercado donde se encontraban, un bulto de Arroz, un bulto de Azúcar, una caja de panela ceciliana, los condimentos, la yuca, el plátano, los limones, las verduras o revueltos y otras cositas más. Porque a decir verdad en la ciudad todo es comprado, mientras que en las veredas y parcelas se siembran alimentos para cosechar y ser auto-suficiente, así el dinero rinde y se puede guardar en las ollas de barro enterradas en los patios.

El tendero conociendo a su vecina Erika, manda los bultos de compra en un Jeep Willis de color azul modelo 1957, pero en estos tiempos donde la tecnología arrasa y atropella a muchas personas, al conductor le entra una llamada en su celular y en vez de frenar, asegurar el cambio de su vehículo, siguió su marcha y contestó aló, quien allá, acá hablo yo.

No se dio cuenta  donde fue que bajó la compra porque discutía por celu.. con su mujer, que lo tenía sudando y con la frnete que relumbraba de la rabia y la calor de este hermoso sol que alumbra con sus baterías al máximo en nuestra querida costa caribe colombiana.

Ya cansadas de farolear por las calles y cayendo el sol al poniente, las dos hermanas se despidieron con fuerte abrazo, Erika le dijo a su hermana Micaela que muchas gracias por la compra que le regaló, cada una cogió camino, al llegar a casa Erika pregunta por la compra a su esposo, su hija y nuera y ninguno da razón. Al día siguiente bien temprano se fue al supermercado a ver dónde fue que llevaron la compra.

Mandan a buscar al conductor del Jeep Willis y este los lleva donde el creyó que había dejado los bultos, no aparace la compra, pero como siempre hay unos ojos que ven, un joven de 12 años, se acerca y les dice en voz baja, cuanto me dan y les digo donde están los bultos.

Imagínense, la compra de Erika la repartieron dos vecinas de ella, aduciendo que no sabían que esa compra era de su vecina, para no alargarles el cuento, le devolvieron una parte, el supermercado le envió de nuevo a Erika la compra ahora se la están descontando al que contesta por el celular: “Acá hablo Yo”.


Antonio el hijo de Micaela le da pena cuando su mamá habla del Stornudo de Vaca, su nuevo Vehículo. No mamá es Studebaker, ella le contesta eso mijo.