sábado, 30 de julio de 2016

EL FERRY BOAD

EL FERRY BOAD
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe

Tan pronto paró la chiva y apagó sus motores después de un recorrido de 225 kilómetros, acompañados de innumerables paradas subiendo pasajeros, bultos, gallinas, cerdos pavos, los niños llorando, la temperatura a 34 grados por no exagerar, el cachaco pidiendo el vuelto del billete grueso con que pagó el pasaje, el avivato vendiendo relojes chimbos, la señora de la última banca pidiendo una bolsa que su nieto venia mariado y se iba a vomitar a los demás pasajeros.

Al fin en tierra, digo en barro, un hermoso paisaje del majestuoso río de la magdalena, pita el ferry que va a atravesar a los carros que hacen fila para subir, en ese lapso de tiempo los pasajeros de la chiva comían y bebían café con leche, tinto, empanadas, arepas con huevo y carimañolas que hace con sus manos una afrodescendiente, pañoleta blanca en su cabeza, diestra con sus manos y su mente, guantes para no contaminara los alimentos al recibir el pago y sacar la cuenta, tres carimañolas, dos arepas con huevo y una  chicha de maíz, son seis mil quinientos pesos y punto.

Tres volteos, cinco Jeep Willis, diez carros automóviles, una catapila, dos orugas palas y seiscientos bultos de ñame, que descargaron del techo de la chiva, no cabe más nada, gritó el conductor del ferry, pita de nuevo el ferry Boad y se inicia la travesía con una duración de dos horas en la operación de cargue y descargue.

Los pasajeros de la chiva quedaron sorprendidos al ver el ferry inclinado hacia la izquierda, pero como ese trabajo es de otro resorte, vean no había recorrido las dos varas cuando se fue inclinando más y más y cayeron los vehículos a las corrientes del río, se va formando un alboroto en el puerto, los canoeros, los chaluperos y el conglomerado en general se lanzaron a las aguas a rescatar lo que pudieran.

Las orugas como estaban encendidos sus motores borbollaron y paulatinamente se hundieron, los tripulantes de los vehículos todos fueron rescatados, los bultos de ñame no aparecieron, los vehículos fueron rescatados, la catapila fue sacada de las profundidades del río, faltaron las orugas y los bultos de ñame.

Imagínense señores lectores que pasó después de una semana de haber ocurrido el incidente en el ferry, todos los días amanecían pilas de tierras formando un camellón a la margen izquierda del río, cuando se percataron de lo que estaba ocurriendo ya el terraplén de arena llevaba más de 350 kilómetros, le hicieron un seguimiento y eran las orugas cavando el río y a la vez sembrando el ñame en sus orillas con la tierra abonada que sacaban de las profundidades.

Se acabaron las inundaciones, el río se hizo navegable, entraban los buques que iban a cargar las toneladas de ñame de la semilla que cayó al río cuando el Ferry Boad se voltio debajo del puente Gilberto Alejandro Duran Díaz. Había tanto ñame en esa región que se formó una industria de harina, casabe, bollo, arepas, buñuelos, carimañolas, kekis y almojábanas de ñame de exportación para otros paises.

Todos sus pobladores estaban trabajando en la fábrica, unos cuantos se quedaron pescando y sacaron con sus chinchorros del fondo del río las orugas que años atrás se habían hundido, los hombre que las manejaban se volvieron mitad hombre y mitad caimán, de allí la historia del hombre que se volvió caimán, cada uno media ocho metros,  de la cabeza a la cola. Si señoooo.




sábado, 23 de julio de 2016

PABLO JOSÉ Y LA HORMIGA ASESINA


PABLO JOSÉ Y LA HORMIGA ASESINA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe


Caída la tarde, Manuela María le dijo a su esposo que comiera algo suave para que la digestión fuera rápida y no se le fueran a presentar problemas de pesadillas como en otras ocasiones, pero Pablo José con la terquedad de los sesenta y tres años no le hizo caso a su esposa, fue calentando un medio bocachico frito, buscó limón y le echó en el ojo al pescado para que le ardiera, lo acompañó con yuca parafinada y un jarrón de guarapo de panela Ceciliana.

Después de tremenda cena, sacó su taburete espaldar de cuero de vaca muerta y lo recostó a una madrina de matarratón seco en la puerta de la casa, como siempre lo hacía, los vecinos pasaban con la luz tenue de una electricidad deficiente y entre oscuro y claro lo saludaban: “Adiós don Pablito”, si estaba despierto contestaba adiós fulanito, si estaba dormido el saludo seguía su curso y se estrellaba en el muro de la pared.

Entre sueño y medio dormir comenzó la odisea de la hormiga gigante, Tulio su vecino pasó y lo saludó, su respuesta entre cortada fue: La hormiga gi gi gi y más nada, ya a las 00:00 meridiano, o sea a media noche, Manuelita se despertó, tiro su brazo derecho y no estaba en la cama Pablito, como un resorte se levantó en paños menores y allí en la entrada de la casa, puerta principal estaba sentado gimiendo y llorando el viejo Pablito.

Pablito, Pablito, que te pasa viejo: con su lengua volteada a medio lado le contestó: La hormiga asesina, quítame la hormiga asesina, Manuelita temblaba del susto y lo sobaba por casi todo el cuerpo, menos en el parpado del ojo derecho, que ya a esas horas lo tenía hinchado de la picadura de una diminuta hormiga llamada en mi tierra ají molido, que había descargado su veneno en tan delicada parte del cuerpo de Pablo José.

¡Claro!, te lo dije Pablito, ripostó Manuelita asustada y enfadada, a deshoras de la noche no comas pescado frito con yuca y agua de panela, esa es una bomba de tiempo para ti, por tu edad, mejor bébase un vaso con agua y se acuesta, así no vas a llegar a los 115 años vivo.

Esta historia me la contó Pablo José cuando cumplía sus primeros 63 años, de eso hacen 52 años. Ya Pablito cumplió sus sueños y metas en esta vida, ya no se pertenece, sigue diciendo que la hormiga asesina lo está matando y acusa a su esposa Manuelita que ya se fue hace tiempos, de no darle alimentos.


La Longevidad es buena, hasta que llega la demencia, 115 años no es nada y es toda una larga vida, sueños para contar.

viernes, 15 de julio de 2016

LOS ALGODONALES DE PAPÁ HOO

LOS ALGODONALES DE PAPÁ HOO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Región Caribe



Veinte hectáreas de tierra sembrada de algodón, con la tecnología y asesoría del Ica, dinero aportado por la Caja Agraria, con respaldo económico de las tierras fértiles de las Sabanas de Aguas blancas, progreso y tesón de su gente. En las calles se veían los tractores con sus zorras de madera arriando toneladas de algodón hacia la Desmotadora ubicada a la entrada del pueblo, las avionetas fumigando el algodón, bandereadas por los niños y jóvenes de esa hermosa época de la vida cotidiana y costumbrista de una región en progreso.

Papá Hoo, salía bien temprano a desmontar la maleza del algodón, de tras del se iba su hijo Ismaelito y sus nietos Willy, (Wii) Antonio, Fernando,  José, cuál de los cuatro  fuera más inquietos, juguetones y perequeros, Vivian haciéndole broma a su abuelo papá Hoo, cuando era el tiempo de la recogida le echaban tierra al saco con que papá Hoo recogía el algodón.

Utilizaban  la calle de algodón con más motas y llenaban los sacos dejando a papá Hoo rezagado, cuando pesaban el algodón en la romana, encontraban que los sacos de papá Hoo estaban más pesados y por su puesto al desocupar el saco le encontraban bolas de barro y arena en el fondo.

Esas Bromas era motivo de risas y festejos, cosa que no le gustaba a papá Hoo y le ponía las quejas a Ismaelito: Ve Ismaelito ponle contención a Wii, eso no se hace con papá Hoo.

Y las bromas con su abuelo aumentaban en la recogida del algodón, una vez encontraron una culebra boa, le amarraron la boca y la cubrieron con una gran mota de algodón, la colocaron en la fila por donde papá Hoo iba a pasar y se escondieron, que atractiva era esa mota de algodón ya recogida de la mata, en tierra, quien la dejaría allí, se preguntaba papá Hoo, miró a su alrededor y no vio a nadie, se agachó y agarró la mota que tenía cabeza y cola, papá Hoo, se privó y resucitó al tercer día en el hospital Rosario Pumarejo de López en Valledupar. Cuando despertó le dijo a su hijo hombee  Ismaelito esas bromas de Wii, van a matar a papá Hoo.

Después de un fuerte regaño a los hermanos y nietos de papá Hoo, le prometieron no hacerlo más, pero ellos no eran de palabra, Wii en especial, le jugaba  la cabeza en la maldad y borró la promesa a su padre y abuelo, se fue para la finca algodonera bien temprano y le armó una trampa a su abuelo, la última, porque después no lo volvió a ver en su vida.

Estaba papá Hoo, alistando los sacos para iniciar su actividad de recoger el algodón, Wii estaba escondido con una carpeta llena de pólvora y una mechera para encenderla y tirársela a su abuelo, papá Hoo lo miraba con el rabito del ojo, con el celaje de la vista, ya sabía que su nieto le iba a hacer una broma pesada, comenzó su actividad y Wii se le fue detrás encendió la mecha de la carpeta con pólvora y se la tiró a papá Hoo, este cayó al suelo, se untó salsa de tomate en la cara y la boca, simulando estar muerto.

Wii al ver la escena de su abuelo papá Hoo, cogió camino y se fue, al llegar a la carretera, se embarcó en una chiva que iba para Venezuela y todavía no ha regresado, pensando que su abuelo papá Hoo estaba muerto.

Hoombe Wii, porque le haces eso a Papá Hoo.


sábado, 9 de julio de 2016

UN RÍO A DOBLE CALZADA

UN RÍO A DOBLE CALZADA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe


Pello el hombre de las llaves pidió unas vacaciones para venir a darle vueltas a sus familiares que ya son lejanos por los miles de años que lleva administrando, él sabe que sus generación en la tierra no se ha perdido, con poderes transitorios que le concedió el patrón. Pipo es uno de sus protegidos, llegó del  lejano oriente porque un paisano suyo que vendía telas lo mandó a traer al paraíso, él vive en Colombia a orilla del majestuoso río de la magdalena.

Pello por su longevidad le falló la brújula y vino a dar mucho más abajo de la ciudad del petróleo, acuatizó en la calle principal llamada la albarrada de la segunda ciudad del departamento de bolívar, región caribe Colombia, preguntó y le dijeron que estaba a diez tabacos negros del punto exacto donde se encontraba su pariente, esa es una distancia bastante lejos, más por el río.

Se acordó de los pocos poderes transitorios que le concedieron, miró al majestuoso que corría de sur a norte, contrario a sus pretensiones y dictaminó hacerlo correr a doble calzada, invocó al altísimo y en presencia de todos los lancheros, chaluperos, canoeros y público en general por primera y última vez vieron al río corriendo la mitad hacia el norte y la otra mitad devolviéndose, con un retorno en el Banco Magdalena y el otro en Barrancabermeja Santander sur Colombia.

Allá en el cielo dejaron encargado de las llaves a Mateo, el que cobraba los impuestos en una época lejana, ese que llamó Jesús y lo puso a predicar y pescar hombres de fe, pariente del que cobra los tributos en el distrito de Barranquilla, observó  el circuito cerrado de televisión divisó a la multitud en el punto Magangué, colocó la cámara telescópica y amplio el radio de acción y lo que vio lo dejó tirado en el piso con un infarto del miocardio de la muerte.

Lanchas que subían el rió y canoas que bajaban cargadas de mercancías hacia bocas de cenizas, el tiempo se acortó en la distancia de un lugar a otro, el rio se volvió navegable, comenzaron a llegar los cachacos a la hermosa costa atlántica, venían con el propósito de conocer el mar, colocar tiendas y negocios, por eso es que esta región está cambiando sus costumbres.

Pello llegó a su destino en menos de lo que canta un gallo, que ya cantó. Cuando estuvo en puerto seguro, miró al cielo que estaba encapotado y se venía un fuerte aguacero, las líneas imaginarias del río se fueron borrando y el agua del majestuoso rio de la magdalena colombiano se encausó de sur a norte nuevamente, con un inconveniente, que no quiso coger una pequeña curva más abajo del Banco y siguió derecho por el brazo de loba.

Desde entonces no se ha visto el rió correr a doble calzada, tampoco la principal que corría por la Ciudad Colonial de Mompox y todos los puertos del departamento del magdalena se han quedado estáticos en espera que Pello el hombre de las llaves vuelva de vacaciones y coloque todos los ríos de Colombia a doble calzada, esa sería una buena idea.



sábado, 2 de julio de 2016

EL PATO YUYO Y EL MANATÍ

EL PATO YUYO Y EL MANATÍ
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe

Hermosa laguna de agua dulce que baja a través del río y su último recorrido es el mar, en sus orillas pastan los patos, las tangas, los piscingos, garzas blancas y morenas, gallitos de ciénagas, collongos y barraquetes, tortugas, hicoteas, babillas y caimanes, ponches o chigüiros y las verdes iguanas.

En especial el pato yuyo, que con su vista dotada de lentes intraoculares y mira telescópica, hace un trabajo de alimentación hundiéndose en las profundas aguas para sacar entre su pico un brillante pez que sin pensarlo realiza la operación de engullir en menos de un segundo.

El manatí un pez exótico de las ciénagas y pantanos, tapones y caños se dio cuenta de la ligereza y certeza del pato yuyo para sacar peses y se le acercó con la propuesta de hacerse socio, partirían la pesca mitad por mitad, a cambio de dejarlo pescar en su territorio, un caño viejo, abundante en peses y rayas con dos agujas en su cola.

Va jugando dijo el pato, pero me tienes que quitar los tapones y tarullas para poder realizar con comodidad la pesca, no se puede dijo el manatí, ese es mi refugio y mi alimento secundario, si  te parece bien saco los peses a playa abierta y tú te encargas de atraparlos, cerrada la negociación, el manatí comenzó a revolver las aguas del caño y los peses comenzaron a salir, el pato a sacar peses y depositarlos en la orilla, pero no contaban con la presencia del caimán, la babilla y las aves carroñeras como la Laura, el golero y la pigua.

Al darse cuenta el pato que se estaban llevando los  peses de la orilla, le dio aviso al manatí que su parte estaba en la orilla, cuando el manatí quiso salir a buscar su parte ya se la habían llevado los enemigos.

Mientras el pato yuyo tenía la barriga llena de peses, que se le movían en su saco y ya no le pasaban de la garganta, el manatí le reclamo al pato diciéndole que ese no era el trato que habían pactado, a lo que el yuyo le contestó que él no tenía cara de bobo y lo que pretendía era juntar los peses en la orilla tragárselos y no dejarle nada.

El Pato vio las malas intenciones del Manatí que cada vez se le acercaba más y sus reclamos eran airados con ganas de tragárselos, entonces el yuyo sacó su mejor cualidad que es “comiendo y cagando”, en pocos minutos evacuo de su estómago los peses que se había tragado y le dejó un montón de desechos al manatí, estiró sus alas y voló bajito a través de la hermosa laguna, jurando no volver a hacer tratos con animales de doble personalidad, como el Manatí del caño de Cecilia.