sábado, 29 de agosto de 2015

LA NOCHE QUE LA LUNA LLENA, SE ENAMORÓ DE VÍCTOR

LA NOCHE QUE LA LUNA LLENA, SE ENAMORÓ DE VÍCTOR
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano- Región Caribe


Víctor era un campesino montañero de la región del dividivi, venía en su mulo negro patas blancas con una carga de ají picantes, que cultivaba en unas cinco hectáreas de tierra que le dieron a cambio de sembrar hierba para el ganado de un hacendado, siempre a este campesino trabajador lo inquietaba la luna, él decía jocosamente que ella le sonreía, se dejaba coger la noche en los playones, se bajaba del mulo y se acostaba boca arriba a coquetearle a la luna, eso no le gustaba a su mulo negro patas blancas y por esas cosas, vivía en problemas con su mujer.

Ese noche en que la luna se le olvidó esconderse y darle pase al astro rey, estuvo atenta a la serenata de amor puro que Víctor le brindó toda la noche en un espacio de playón, acompañado de cinco botellas de ron blanco, su mulo negro y de toditos los luceros del firmamento.

Hermosa luna del firmamento que alumbras con los reflejos del sol, hermosa como una diosa, influyente en la tierra, en tus fases provocas tormentas y tsunamis, vuelves a los humanos locos, dictas tus leyes en la siembra de las cosechas, en el corte de cabellos y a las mujeres las conviertes en lindas y hechiceras, todo esto lo vociferaba Víctor en su estado de alucinamiento.

Su mujer se quedó esperándolo esa noche, no regresó a casa y la Luna estaba roja y redonda como una esfera de circo, tan entusiasmada estaba oyendo su hermosa serenata de versos y poesías que salían de la boca del campesino, que perdió el tiempo y espacio que ocupaba en el mundo, no se percató que el Sol venía con sus rayos a absorberla y darle una lección de comportamiento.

Como que la Luna enamorada de un campesino, que es eso, a donde ha ido a parar este mundo, decía el sol, estas estrellas se han vuelto locas, ya la luna había tenido unos amoríos con un cachalote viajero, con un toro, con el río y ahora con un humano.

Llegó Víctor al día siguiente a casa con una sonrisa que su mujer se la convirtió en amargura al notar la figura de la luna en sus mejillas, esos fueron dos besos que le estampo esa bella estrella del firmamento en recompensa de una hermosa noche de serenatas de un loco humano que fue correspondido ante tanta insistencia.

Nadie le creía al campesino su cuento de que la luna le recibió una serenata y que se la cogió el día alumbrando la tierra, solo el sol que no toleró ese insulto de la luna con sus amoríos, eso les contaba Víctor a sus amigos en el parquecito del pueblo a las diez de la noche, montado en su mulo negro patas blancas.

Ese embuste no te lo creemos Víctor, rebúscate otro cuento este no va, decía Alejo su amigo, y el campesino no encontraba como justificarse, bueno si no me creen pregúntenle a mi mujer.

Fue cuando el mulo negro no aguantó más y dijo:

“Hombre Víctor, di la verdad, sino la digo yo, ya estoy cansado de tus mentiras y de tu peso, voy a buscarme otro dueño, y siguió el mulo hablando, vean señores lo que sucedió fue que este señor venia borracho y se calló al suelo, yo para desquitarme de todas las que me ha hecho le metí ají picante a la botellas de ron y comencé a comer de  los bultos que traía, me envalentoné y comencé a cantarle a la luna y a versearles poemas de amor y con mi lengua, se la pasaba a Víctor por la cara, para que creyera que era su amor platónico, la Luna”.

“Toda la noche lo cuidé hasta que al día siguiente se lo cogieron  los rayos del sol, el picante de los ajíes y el guayabo que tenía perdió la lucidez de la vida y se le salieron tres tornillos de la memoria, ahora anda diciendo que la Luna está enamorada de él”. 

Tiró el mulo tres coces y se deshizo de su dueño Víctor y por último grito, “El novio de la Luna ahora soy Yo”

Víctor se quedó sin su luna, la mujer lo abandonó y su mulo lo patio, ahora anda solo por el mundo de los lunáticos, de los vagos, los borrachos y los deshechos, solo por enamorase de la bella Luna llena y dice que ese mulo negro de patas blancas, algún día se las va a pagar.


domingo, 23 de agosto de 2015

“PURA PAJA”

“PURA PAJA”
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano- Región Caribe

Por allá en los años 1950 a 1960 del siglo pasado, existían las monedas de I, II, III, V, X, centavos marcadas en números romanos, las habían de cobre y de plata, encajadas en esos valores se comercializaban los alimentos de la canasta familiar y muchos productos no alimenticios como la madera, la arena y el cascajo que servían para tapar huecos en las calles de los pueblos, había poco cemento, la mayorías de las casas se fabricaban con palmas y embutido de barro con estiércol de ganado, el que estaba un poco cómodo de dinero les colocaba techo de zinc y paredes de madera con figuras talladas, mano de obra de maestros en la materia.

Irwin, un hombre delgado, entrado en los 40 años, tenía una flota de 20 burros cargueros sincronizados como un reloj ferrocarril de Antioquia, sus ocho hijos los dominaban a la perfección, bien temprano salían a cumplir sus labores, unas veces los cargaban con palma de corozo de vaca, otras arriaban arena y cascajo con dos galones de aceite en desusos, cada burro llevaba dos galones, o sea 40 galones y cada galón con arena valía 0.30 centavos, en el día hacían 8 viajes.

Esa era una fuente de empleo para sostener a la familia de Irwin, una de las menos numerosas del pueblo, porque había unas que se componían hasta de 15 hijos, los dos padres y los abuelos, parecía una competencia al que más hijos procreara.

Todos los fines de semana Irwin se apostaba en la cantina de la niña Mariquita, una de las más famosas del pueblo y se bebía la plata de la semana de trabajo, sus hijos no iban a la escuela, tampoco soltaba  los burros para que se orearan del pesado trabajo, los mantenía amarrados en el patio de su casa.

Cuando ya estaba borracho comenzaba a vociferar que tenía $400.oo pesos en el fondo del baúl de madera y los amigos que le acompañaban le gritaban: “Pura Paja”, de esa tertulia, salía una pelea a trompadas, bancos de madera, botellas y canastas de cerveza destrozadas y la cuenta en dinero se incrementaba hasta el cincuenta por ciento, más el valor de los daños causados.

Sacando cuentas, de donde iban a ahorrar esos cuatrocientos pesos que se encontraban depositados en el fondo del baúl, hasta que Honorio amigo de Irwin le aposto 500.oo pesos a que no tenía ese dinero guardado, salieron de la cantina hacia la casa de Irwin a comprobar si esa afirmación era cierta o era una vil mentira y la apuesta iba en serio porque como garante los acompañaba el Alcalde Segundo Rada,  Irwin le habló al oído a su hijo mayor que lo acompañaba y lo mandó a que le dijera a su mujer que escondiera la llave del baúl, cuando la comisión llegó a la casa ya se le había pasado la borrachera al pura paja, sabía que ese dinero era mucho y más para apostarlo.

No pudieron abrir el baúl, entonces el Alcalde con su investidura y el poder que le otorgaba la Ley ordeno traer un hacha y volar la cerradura, el apostador se sostenía firme en su palabra, al abrir el baúl encontraron dos pesos y un recorte de periódico de la capital con una noticia vieja sobre el Avión que se estrelló contra unas vacas en los playones del pueblo y que la dueña del ganado ordenó a Irwin repartir la carne entre los campesinos de la región.

El Alcalde obligó a pagar la apuesta y el perdedor entregó los dos pesos y una huerta sembrada de hierba que tenía el apostador cerca al pueblo, legalizaron escritura y hasta ese día Irwin estuvo en las cantinas, mando a estudiar a sus hijos y unos años después retó a Honorio a que tenía ahorrados un mil pesos en el fondo de la maleta de madera con fuelles de cartón, apostaba la huerta y sus dos pesos que había perdido, pero el amigo no le hizo caso al contrario, colocó en la huerta un letrero que rezaba: “Pura Paja” y por donde quiera que pasaba Irwin lo saludaban con el apodo de “Pura Paja”.

De allí nació ese famoso porro palitiao, emblema y estandarte de la música Sabanera de nuestra hermosa Región Caribe Colombiana, interpretación original de la Sonora Cordobesa en Cumbias y Gaitas.  “Pura Paja”.





domingo, 16 de agosto de 2015

UN CHUBASCO EN EL FIRMAMENTO

UN CHUBASCO EN EL FIRMAMENTO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano- Región Caribe


Tercero era un muchacho entrado en los doce  años, ya los bigotes comenzaban a aflorar, su voz se entrecortaba y unas veces aparecía la voz de niño y otras veces era un vozarrón, malcriado de su padre, compra peleas en las calles y lo peor, no quería ir a la escuela.

En cambio que su hermano Segundo era un muchacho bien educado por sus padres, aplicado en el colegio y mantenía buenos amigos, el deseaba ser un Profesor, esa era la figura más educada que había en el pueblo, por eso sus alumnos siempre le llevaban gallinas, pavos, queso, suero, bollos de maíz biche y huevos de gallina criolla.

El padre de los dos muchachos era Genaro, él se dio cuenta que su hijo mayor, solo iba a servirle en las labores del campo y por allí lo encaminó, además tenía las mismas características de él, por eso le toleraba, grosero hasta para dar un saludo, pleitisco, borrachín y sin educación. Vendía yuca por las calles, montado en su burro bayo, vociferaba que su producto era el mejor, porque lo cultivaban en macayepo, montes de maría, los muchachos de la época como lo conocían, le gritaban yuca rucha, entonces prendía su tizón de candela de leña mangle: Coman yuca, vean como están de jipatos, Barranquilleros alimentados con gaseosa y pan.

Mientras segundo, iba al colegio, tercero se mantenía jugando con otros amigos en la calle, esperaba el medio día para ayudar a su padre cuando venía de la rosa cargado con maíz y yuca, su madre hacia bollos y tercero los vendía al detal por las calles, pero siempre entregaba malas cuentas, porque en su bolsillo derecho cargaba veinte bolitas de uñitas y se distraía jugando, tiempo que aprovechaban sus amigos para cogerle los bollos de la ponchera de aluminio.

Una mañana Genaro convidó a su hijo Tercero, que era el primero para el monte, con el fin de que aprendiera a sembrar y cultivar la tierra, una bonita labor desde el punto de vista social y humano, ellos nos traen los alimentos al pueblo y abastecen a las grandes urbes, pero tercero no lo pensaba así, el solo tenía mente para jugar y pelear con los otros muchachos a las trompadas.

Permanecieron todo el día en los cultivos, de regreso el cielo estaba nublado, Genaro se quitó el sombrero y miro al firmamento y dijo: va a llover, tercero su hijo le contestó: solo va a ser un Chubasco. Salieron las dos perlas para el pueblo y cuando venían a mitad de camino, detrás de ellos venia un huracán arrancando cuanto árbol había en el camino real, apuraron el paso, pero ya era muy tarde, amarraron el Asno a una ceiba y allí se refugiaron, los vientos eran tan fuertes que el avispado de tercero los escuchaba silbar la pollera colorá, disco de moda del compositor Wilson Choperena, la carga que traía el burro, fue a dar con los vientos a la puerta de la casa de Genaro, su esposa sabía que algo malo estaba pasando porque el mundo estaba oscuro y solo eran las cinco de la tarde, se encomendó a santa rosa de lima, la patrona de las tormentas y angustiada esperaba a su esposo e hijo.

El burro como pudo se soltó del árbol donde estaba amarrado, Genaro y su hijo Tercero, fueron a dar al copito de la ceiba roja longeva, con más de cincuenta metros de altura, parecían dos loros perdidos. Después de la tormenta gritaban en medio de la oscuridad que los bajaran de allí, cosa que no fue posible porque nadie los escuchó, solo los misterios de la noche que les dio una lección de fe, buenos modales y educación, además los conminó a cambiar y les dijo que para ellos no había Chubascos en el firmamento, que lo que habían eran tormentas por su mal comportamiento. Se quedaron profundamente dormidos hasta que escucharon vociferando sus nombres.

Al día siguiente la niña Paki, buscó a unos vecinos para averiguar por la vida de sus dos familiares y el burro servil de la casa. Quien los vio, no podían creer lo que sucedió, quien los subió a ese frondoso árbol y como los iban a bajar.

Después de ese episodio, Tercero prometió a su madre alistarse para el colegio y ser un buen hijo y ciudadano, hasta llegar con el tiempo a ser un Abogado honesto, al servicio de la Sociedad, al igual que su hermano Segundo que era profesional en Administración de Empresas y dirigía el transporte urbano de la gran ciudad.

Genaro mejoró su comportamiento, pero no volvió a sus labores en el campo, su compadre Pacho, el político del pueblo lo empleo en el correo, cambió el burro por una bicicleta y en ella repartía las cartas que llegaban de Cartagena, Barranquilla y Caracas Venezuela. Su bicicleta de color azul, tenía un letrero que decía: Un Chubasco en el Firmamento.




sábado, 8 de agosto de 2015

CATORCE, BAJO LA ABARCA

CATORCE, BAJO LA ABARCA
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe


La Región Caribe Colombiana ha parido en sus tierras tantos hombres ilustres, aquí incluimos a las mujeres, la picardía, la alegría y el empuje de su gente, no tiene límites, en este caso nos vamos a referir al Bacano, ese personaje lo más cómico y mamador de gallo, bailador de salsa brava, a todo le sacaba filos, nunca estaba bravo, le mamaba gallo a sus compañeros hasta hacerlos rabiar.

Memo, era uno de esos personajes, a estas alturas de años ya debe tener su piel arrugada de tanto sol vendiendo loterías y chances en las calles de los pueblos de la región caribe, un buen amigo que le daba la mano a los necesitados, se vanagloriaba de nombrar al corralito de piedras, pero solo conocía las piedras de las calles que recorría y los corralitos del ganado, porque a Cartagena la heroica, nunca había pisado su hermoso suelo.

Hacia sombras, Bailando salsa con sus zapatos blancos de la fábrica del señor Figueroa que cambiaba por lotería, cuando le preguntaban qué cuanto había vendido, siempre decía, llevo catorce bajo la abarca, Mañe, un joven campesino que lo habían traído por medio del reflejo de un espejo, desde las montañas barreras en su querido pueblo, creía en su entender que eran catorce personas que había matado memo, mañe se sentaba a la orilla de la carretera troncal del caribe a ver pasar los camiones de dieciséis llantas, los buses interdepartamentales y toda clase de vehículos que transitaban las veinticuatro horas, tenia un cuaderno rayado y con un lápiz anotaba las placas de los vehículos, ya tarde de la noche su papá lo iba a buscar para que durmiera un rato.

Ya con varios meses de estar en la ciudad, la segunda del departamento recién creado de la Región Caribe, lo mandaron a vender loterías, eso sí guiado porque después se perdía, tan pronto se lo presentaron a Memo, comenzó a mamarle gallo pero del fino, hasta hacerlo llorar, todos los días en la mañana memo hacia llorar a mañe, hasta que lo hizo devolver para la montaña, con su pereque que ya llevaba catorce personas bajo la abarca, o sea que los había matado, eso entendía mañe.

Mas nunca volvió mañe a ver al bancano de memo, el mamador de gallo y de gallina, el del corralito de piedras, el avispado, el de la salsa con sus zapatos blancos sin medias. A mañe se lo cogieron corriendo unos policías, para prestar el servicio militar obligatorio por la Ley de este gran país, cuando pago sus veinticuatro meses se fue para su casa en las montañas, pero antes de llegar se compró unos zapatos blancos, un Jean de tubitos una camisa de cuadros de esas de vaqueros, unas botas mexicanas, una cajeta de cigarrillos y una caja de chicles y llegó a su casa masticando al estilo rumiante del ganado, ya era otra persona, había adquirido la habilidad y la malicia de la infantería de marina de Colombia, había ayudado a sembrar cosechas de maíz y yuca a los indígenas del putumayo, prestaba el servicio en un planchón a la orilla del majestuoso río amazonas, donde el infante que se dormía se lo comían las pirañas, eso decía el sargento primero Restrepo.

Pasaron los años y mañe evolucionaba en la vida, trabajaba en el día y estudiaba en la noche, con su libreta militar de primera se empleó en una gran empresa, de allí pasó a otra ambas del estado colombiano, en la capital del gran caribe, allí si hay bacán y bacanos de verdad, reto asumido por mañe, acordándose de su amigo Memo.

Llegó el día en que mañe y memo se encontraron de nuevo, expresamente fue mañe a visitar a su amigo memo, ese que lo hacía llorar y desertarse de la venta de loterías a comienzos de la década de los setenta, estaba en la misma profesión y con el mismo dicho, catorce debajo de la abarca, los mismos zapatos blancos, ya un poco viejos y sin lustrar, debido a que el señor Figueroa estaba muerto, con unos espejuelos amarrados con un cordón de zapatos para que no se le cayeran.

Hola memo como estás, le dijo mañe, levantó la cabeza y lo miró por encima de sus gafas y contestó, bien, quien eres tú, soy mañe el montañero, tu amigo que vendió lotería, se levantó de una silla plástica como un resorte viejo y comenzó a dar vueltas alrededor de mañe, y preguntó ¿tú eres mañe?, si memo soy mañe contestó el interlocutor, en esos momentos llegaron los amigos a saludar a mañe, lo abrazaron lo felicitaron por el gran cambio que presentaba desde la última vez que memo lo hizo llorar y se fue para la montaña.

Se fueron todos al billar, mañe se dirigió a la barra y le pidió a el administrador que colocara salsa de la brava, que iba a presenciar un mano a mano entre memo el bacano y mañe el montañero, a esa voz y sabiendo el administrador de los billares la rivalidad entre esos dos personajes de la década de  los años setenta, ambos jóvenes y con bríos, colocaron sonido bestial, memo bailaba con el taco del billar, hacia piruetas y pases rebuscados y decía ya llevo catorce bajo la abarca, refrán entendible que significaba, que se había gastado $14.000. pesos en comida y juegos de maquinitas de la venta de la lotería y tenía que entregar cuentas en la noche al mayorista que era su papá.

Ahora le toca el turno salsero a mañe, colocaron en la consola el mismo sonido bestial, zapatos blancos, sin medias, camisa de cuadros y rayas rojas con blanco, con una leontina amarada desde  el ojal del pantalón hasta el bolsillo largo de su pantalón ancho con dobladillos y boca de tubo al final, sombrero polca al estilo cubano, se subió mañe a la mesa de billar y puso en práctica todo lo aprendido en los estaderos y discotecas la gran vía, la cien, la charanga, el taboga, la naranja mecánica, el gusano, la bolsa, boricuas, el bigote, el ollito y verbenas de la gran Quilla.

Una lección de salsa nunca vista, se llenó el billar, recogieron las bolas y tacos y desde ese momento el sitio cambio de razón social y dueño, se convirtió en un estadero llamado “El Mañe”, administrado por Memo Salsa y catorce bajo la abarca, mañe le cambio el estilo de vida a su amigo Memo.


A mañe, la vida le fue cambiando y sus deseos se fueron cumpliendo. Las metas y  proyectos de vida se llevan a cabo, con la sola intención de querer, poder, hacer y catorce bajo la abarca.

domingo, 2 de agosto de 2015

EL PARIE Y EL GRAN CAIMÁN

EL PARIE Y EL GRAN CAIMÁN MOCHO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano de la Región Caribe




El majestuoso río San Jorge, nace en el nudo de Paramillo, en la parte norte de Antioquia, recorre los Departamentos de Córdoba, Sucre y Bolívar, a diez kilómetros bajando el puente de montelibano había un remolino donde el río da una curva prolongada para seguir su curso, allí en esa curva se encuentra un inmenso remolino llamado en esa época el remolino de la pipa, todo lo que a su alrededor pasa, se lo traga y lo expulsa a tres kilómetros más abajo.

Todos los pescadores de la zona en épocas de verano, advertían a los jóvenes y a los borrachos que lo desafiaban tener mucho cuidado con el encantado remolino, allí al medio días cundo los rayos del sol caían perpendiculares, salía el temido caimán, mocho de una pata, medía siete metros de largo por 40 centímetros de ancho, su piel era oscura y sus ojos eran rojos, la historia cuenta que ese caimán se enfrentó a otro más viejo, peleando a una hembra en celos y el mocho le ganó la pelea al más viejo y se quedó reinando en esa zona, pero el caimán viejo le mochó la pata derecha delantera, motivos que lo hacían un poco torpe en su caminar, pero era una fiera de ríos, contaba con sus cien dientes en la boca y lo que cogía, lo destrozaba en un segundo.

Otros decían que la procedencia del caimán viene de la historia de un cacique indígena de la tribu Zenu, que gobernaba en esa región y a su muerte se convirtió en caimán para cuidar todos sus bienes en oro que tenía la etnia.

Como en toda la región caribe hay hombres verracos, echados para adelante, que no le temían a nada ni a nadie de este mundo y del otro, ellos tenían secretos para hacer el bien y el mal, pero a decir verdad esos secretos los cogían para pelear gallos  darse trompadas y tener mujeres a montón.

Un aventajado de esos hombres era el Parie (Pariente), tumbador de montañas y pescador, esas eran sus profesiones, cuando los otros llevaban medio cuarterón de montañas derribadas, ya el parie, estaba echándose fresco con su sombrero vueltiao debajo de un árbol de ubito.

Ese mismo hombre valiente, se metió en la cueva del caimán mocho en el remolino de la pipa, a dormir, aprovechó que el caimán estaba asoleándose a medio día y bajo una borrachera se le metió en la cueva debajo del agua, cuando el caimán estaba caliente del sol, se hundió y buscó la cueva encontrándose con que estaba ocupada.

El parie se metió a la cueva quedándole la cabeza hacia afuera, llevaba en sus manos un arpón con una puya de acero afilada en espera que el gran caimán, temido en la región por su tamaño y sus impresionantes dientes, las olas que formaba el río cada vez que el animal se tiraba al agua, daban para voltear una canoa pequeña, varias veces las hizo naufragar y a sus pasajeros buscar orilla.

Esta vez era distinto, estaba en su cueva un hombre que aparentaba ser normal, pero tenía unas ventajas enormes sobre los demás hombres, el caimán al notar la presencia e invasión de su refugio lanzo un sonido revienta oídos, pero el parie los tenia tapados con barro, tiro zarpazos con su única pata delantera y no consiguió su objetivo, amenazado y dominado con el arpón.

Fue cuando el caimán le dijo al Parie que negociaran la cueva, que él le daba unos objetos de oro que tenía escondidos al fondo de la cueva, el parie acepto el trato del gran caimán, pero le dijo que le amarraría la trompa y ambos tenían que salir de la cueva, trato hecho por los dos animales.

Quedó el caimán amarrado de la trompa y sujeto a un árbol a la orilla del río, mientras el parie entro de frente a la cueva en busca del tesoro que el gran caimán tenía escondido, habían ciento cincuenta chigüiros vivos, cincuenta sábalos de cinco metros cada uno, treinta y dos vasijas de barro con tapas de maderas rellenitas de oro en polvo, figuras indígenas, culebras, ciempiés y Anguilla de oro, fuera de las quinientas de verdad.

Todo lo sacó el parie en medio de la noche y lo deposito en la orilla del río, así permitió que entrara el gran caimán mocho a las profundidades del río en el remolino de la pipa.

Pero como el caimán es traicionero, esperó un descuido del parie y abrió su boca y se lo tragó, en ese mundo oscuro el parie encendió una mechera a gas que llevaba en su bolsillo y pudo apreciar la belleza interna del gran caimán, la sala de entrada estaba cubierta de unas cortinas azulosas, los muebles eran pedazos de madera que arrastraba el río, cada uno ubicado en círculos y una mesa de cinco patas, de barro forjado, la cocina eran trozas de madera unidas por unos bejucos Martin moreno, una tinaja de barro que destilaba ron ñeque, la cama del gran caimán eran unas palmas de corozos acolchonadas, habían pájaros, culebras, micos disecados como  adornos en sus paredes, una despensa con más de quinientos quesos secos, carnes de res salada y todos los enseres de una cocina moderna del siglo XX.

A los pocos minutos del hecho sucedido, paso el Blanco en una chalupa y embarcó todas las vasijas de oro y soltó a los animales vivos que buscaron el pajonal y se multiplicaron, habían chigüiros en manadas de hasta cien animales pastando en las orillas del río, culebras que se metían al toldo de dormir los pescadores, y como dice el viejo refrán, al que le van a dar le guardan, el blanco está podrido en dinero, pero se va a morir.

Para no alargarles más este cuento, el pariente duró medio año en la barriga del gran Caimán, quedó tan amañado que siempre que se terminaba la subienda del pescado en el río, buscaba  al gran caimán y se pasaba todo el invierno en su vientre, allí había una señora que el gran caimán contrató para que lo atendiera en la cueva. Vivía el Parie en esa comodidad que cuando salía de la barriga del caimán las barbas le llegaban al pecho, era de color blanco y su piel estaba rosada.

Cuando el pariente se aparecía entre los humanos y le preguntaban dónde estaba, contestaba que trabajando en las materas o fincas de Venezuela.


El blanco, como llamaban a los que tenían dinero se lo cogió la vejez y se murió, su único hijo que no sabía multiplicar el dinero que le dejó su papá y que se lo robó al Parie, se lo fue gastando en parrandas y comprando mujeres que en ese tiempo sus padres las vendían a diez centavos, de ese dinero, hoy solo queda esta hermosa  cuento.